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Día del Médico: luces y sombras de la profesión

La tocoginecóloga Andrea Rizo repasó los momentos de felicidad y satisfacción que le producen ayudar en la salud a otras personas, pero también los aspectos negativos.

POR REDACCIÓN

01 de diciembre de 2017

La doctora Andrea Rizo tiene 44 años y es tocoginecóloga recibida en Buenos Aires en el año 1998, aunque una vez obtenido el título regresó a San Juan para hacer las prácticas en el hospital público y aquí se quedó.

Actualmente, trabaja en el Hospital Argentino y también en el Servicio de Ginecología del Hospital Rawson. Rizo reconoce que la profesión médica tiene dos caras: de un lado lo que significa traer una vida al mundo y, por otro, dar malas noticias respecto a la salud de un paciente.

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Respecto de este análisis, la profesional destacó que el mayor logro laboral de este año fue asistir en el nacimiento de trillizos. “Estos son embarazos de alto riesgo, también con un alto índice de prematuridad. Pero en este caso los bebés llegaron a las 36 semanas y no necesitaron de la asistencia de un respirador”, indicó.

“Cualquier parto, sea múltiple o de un bebé, es un milagro. Yo hago ecografías y veo el embrión desde que mide tres milímetros hasta que nace el bebé, eso es realmente lo maravilloso de esta profesión”, manifestó Rizo.

Por otro lado, la profesión médica también tiene sus momentos negativos. En este sentido, Rizo expresó que como ginecóloga le toca diagnosticar a mujeres con enfermedades de transmisión sexual o con cáncer de cuello de útero, cuyo principal causa es el virus del papiloma humano (HPV).

“Hace un par de años tuve que diagnosticar a una paciente de 23 años por una patología de cuello de útero, ya que padecía un cáncer invasor. Lamentablemente, al año falleció estando internada en Buenos Aires. Eso fue lo peor que me ha tocado en un consultorio”, subrayó.

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