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Fue víctima de violación y hoy habla para ayudar a mujeres y niños

María sufrió reiterados abusos sexuales por parte de quien era su figura paterna. Quedó embarazada de ese hombre que le robó su infancia y luego de 65 años de silencio, decidió hablar para ayudar a mujeres y niños víctimas de violación.

POR REDACCIÓN

07 de agosto de 2018

Por Lic. Ana Paula Zabala

A María su mamá le dijo que volvería a buscarla en cinco días, al dejarla en la casa de una familia desconocida y adinerada. Regresó a los cinco años, cuando ya ni siquiera recordaba su rostro. Esto pasó hace 70 años, pero ella lo recuerda con detalles porque fue el suceso que definió su vida.

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La pareja que la crio le enseñó a llamarlos “Nona” y “Nono”, y los seis hijos varones de ese matrimonio se transformaron en sus tíos. “Ellos eran mi familia”, cuenta María, aunque la forma en que la trataban estaba muy lejos de eso. Comía en una habitación aparte, dormía solita en un galpón. “Nunca me faltó un plato de comida”, explica, pero lo que nunca tuvo fue amor o contención.

Hasta los 11 años sintió que su vida era normal. Fue justamente a esa edad a la que fue violada por primera vez.
El “Nono”, su única figura paterna, quien debía protegerla, esperó a que su esposa saliera de la casa y llamó a María para que se sentara en su regazo. Ella fue, necesitaba afecto. En ese momento “el viejo”, como hoy lo llama, comenzó a tocarla.

“Esto no se lo tenés contar a nadie”, le decía, y le mostraba el cinturón que usaba para golpearla, cuando no tenía a mano el rebenque que utilizaba habitualmente. La golpiza que él le dio cuando María le contó lo sucedido a su “Nona”, le dejó marcas que aún recuerda. Obviamente, no sólo en su cuerpo.

Este fue el primer episodio de abuso, pero lamentablemente no fue el último. Ese mismo año, mientras María quitaba las malezas del parral de la familia, “el viejo” la llamó para que se acercara a una habitación donde se guardaban las herramientas. Allí la violó tan brutalmente que como ella misma asegura “le quitó la infancia, le destrozó la vida”.

Y así creció. En la escuela veían sus golpes, sabían lo que pasaba. María también se lo contó a su mamá biológica, quien de vez en cuando la visitaba. Pero nadie hizo nada. Prefirieron callar y proteger a un hombre poderoso, de buen nombre, en vez de a una niña que pedía a gritos ayuda. Y la tortura nunca se detuvo.

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Cada vez que la “Nona” se iba de casa, ese monstruo la violaba salvajemente. Ese mismo que la golpeaba, la controlaba y no la dejaba salir de casa ni tener amigas.

“Yo no sentía nada, vivía adormecida por la bronca, por el dolor, la soledad. El dolor de ver que mi madre no me sacó de eso”, explica entre lágrimas María. “Para mi madre fue como si le hubiese dicho que me dieron un beso, le restó importancia”, son las palabras con las que grafica la indiferencia de los mayores a los que ella les pidió ayuda. Esos, que le podrían haber salvado la vida.

A los 15 años María quedó embarazada producto de esas violaciones. Él la obligó, bajo amenazas, a callar lo que pasaba. Fue así como su entorno la trató de “mujer de la vida” y no la apoyó, ni siquiera la llevaron al médico.
“Él quería una nena, porque ya tenía seis hijos varones” cuenta, y agrega que el nombre de la pequeña lo decidieron los “nonos” y fue el mismo que el de la empresa familiar, muy conocida en San Juan.

Aquí empezó otro capítulo en esta historia de dolor.

“A la niña la recibí y crié bien, con amor”, explica María y agrega que el aborto nunca fue una opción, nunca pasó por su cabeza. A ella le llamaba “mamá”, también le decía así a “la Nona”. Al “viejo” le decía “papá, él le enseñó a llamarlo así.

María conoció a quien fue su esposo a los 18 años, a escondidas. Decidió casarse a los 11 meses y se fue de esa casa que tanto la había visto sufrir. No volvió a ser abusada nunca más, aunque el dolor y las marcas, aún la acompañan a sus 76 años de edad.

Con el tiempo, ella tuvo el don de trasformar su sufrimiento en amor, ese que le supo brindar a sus hijos, sus nietos, su esposo, incluso a sus vecinos. María asegura haber conocido la felicidad gracias a esa familia que pudo armar con mucho esfuerzo. “No fui una buena esposa, el matrimonio se disfruta y a mí eso no me pasó”, cuenta sobre las marcas que esa bestia le dejó en su niñez.

“Ese hombre y mi madre me destrozaron la vida. Uno por violarme y otro por dejarme allí, sin escuchar lo que me pasaba”, explica y duda sobre alguna vez poder sanar esas heridas.

Hoy, después de casi 70 años, María decidió contar su historia a Diario Huarpe, luego de leer un artículo de la campaña #Contalo. Esa historia, que ni siquiera su esposo conoció.

Con su relato María espera poder servir de aliento a esas chicas que hoy pasan por una situación similar y permanecen calladas. Llegar a oídos de los adultos para que sepan escuchar cuando un niño les pide ayuda.

Hoy, como desde que tiene memoria, María se va a dormir pidiéndole al “Tatita Dios” que la abrace, que no la deje sola, que la abrigue. Que le ayude a perdonar.

EL SILENCIO DE QUIENES DEBÍAN PROTEGERLA

María habló, a su manera, en su momento. Tenía sólo 11 años y le contó a su “Nona” sobre el primer episodio de abuso que sufrió. Recibió, a cambio, una brutal golpiza por parte del perpetrador y más soledad.

Cuando fue violada le contó a su mamá biológica y ella no hizo nada. La dejó allí, a merced de esa bestia que con cada golpe, cada abuso, le quitaba a pedazos su infancia.

En la escuela veían sus moretones, sus actitudes. Le preguntaban al respecto, pero no hacían más que eso. Era mejor no meterse.

Fue así como una niña que pidió ayuda a gritos nunca fue rescatada del martirio que vivía a diario. Hoy, es uno de los principales motivos que la llevan a contar su historia.

“A los niños no les creen, no se los escucha. A una criatura no le pueden quitar el derecho a ser inocente, como me hicieron a mí”, dice María, quien nunca podrá perdonar a su violador pero tampoco a su madre, por no haberla escuchado.

EL ABORTO, NUNCA FUE UNA OPCIÓN

María era una niña de 15 años cuando se quedó embarazada, producto de las recurrentes violaciones de las que era víctima. No sabía, siquiera, como sacarían a la pequeña criatura de su vientre. No estaba preparada. Tampoco lo buscó. Pero el aborto nunca fue para ella una opción y asegura que fue la decisión correcta.

Crió a su bebé con mucho amor, “nunca sentí rechazo alguno por ella, la quería mucho”, asegura. La vida que le tocó vivir llevó a que hoy no tenga contacto con esa hija a la que dio la vida, a pesar de todo.

“Yo les diría a esas chicas que están pasando por lo que yo pasé que tengan a sus hijos, no se van a arrepentir”, manifiesta.

Sobre los movimientos feministas, María celebra que luchen por los derechos de las mujeres y las apoyen en temas como estos, a la vez que reflexiona sobre qué hubiese pasado con ella si hubiera contado con esa ayuda. El aborto, es un punto en el que difiere, ya que no piensa que sea la solución.

EL MACHO, ESA FIGURA AÚN VIGENTE

“El Nono” era una persona socialmente respetada, adinerado y de una familia reconocida. Era el dueño de una importante empresa sanjuanina y la cabeza de una familia, al parecer, feliz. Pero al traspasar la puerta de esa casa de la Avenida Libertador, donde vivían, la realidad era otra.

El trato que él tenía con sus seis hijos varones era diferente al que construyó con su esposa, a la que no dudaba tirarle la comida por la cabeza si no satisfacía sus gustos. Ni hablar del trato que tenía hacía María, a la que consideraba un objeto que podía tener cuando quisiese.

Su comportamiento, respondía al del estereotipo del “macho”, ese que lamentablemente aún hostiga a esta sociedad. Ese, contra el que tantas mujeres luchan, de maneras distintas.

María, a pesar de haber sufrido en manos de ese hombre, supo aprender a querer y a entender que no todos son iguales. “Cuando me casé, esperaba recibir esos tratos y descubrí algo totalmente diferente”, afirma en relación a su difunto esposo, a quien describe como un muy buen hombre.

#Contalo. Nosotros te escuchamos.

Si vivís situaciones de violencia o conocés a alguien lo esté, llamá al 144 donde cuentan con asistencia las 24 hs. del día. También, podés recurrir a la Comisaría de la Mujer o a las Áreas de la Mujer de cada uno de los departamentos de la provincia, o llamar al 4281589.

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