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Provinciales > Duro testimonio

“La pobreza es no tener nada, es algo que se extiende por todo el cuerpo”

La frase pertenece a la propietaria de un merendero en Pocito que, en el último tiempo, notó un incremento de los chicos que concurren debido a la crisis del país.

POR REDACCIÓN

27 de septiembre de 2018

Adriana Muñoz, es una mujer sumamente solidaria que lleva gran parte de su vida ayudando a quienes más lo necesitan, a quienes viven en la pobreza y no pueden salir de ella, a los más perjudicados con las crisis económicas que atraviesa el país. Muñoz aporta un granito de arena gracias a su merendero en Pocito. El mismo está hace 7 años y ya se convirtió en una parte muy importante del departamento para los vecinos, principalmente, por la comida y el amor que reciben en él.

Con la difícil situación que atraviesa la Argentina, los pequeños que llegan por un plato de alimentos aumentó considerablemente. “Estamos trabajando en la zona hace 7 años, hemos visto a los chicos desde muy pequeños, pero ahora tenemos un gran incremento. Cuando empezamos a trabajar eran entre 25 o 30 ahora tenemos 150, se ha sumado bastante gente”, contó la mujer.

Al estar durante tanto tiempo ayudando, ya conoce la zona y los problemas de sus habitantes, según cuenta hay dos falencias principales: la pobreza y el alfabetismo. “Es bastante considerado el número, se educan hasta los 9 o 10 años, después ellos tienen en su cabecita metido que tienen el ciclo escolar hecho y que tienen que empezar a trabajar”.

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Luego, hace referencia a la pobreza que “es no tener nada, no tener que llevar a la mesa, ni en la mañana, ni en la tarde, ni en la noche. Nosotros tenemos familias demasiado pobres”, explica para que todos puedan entender el angustiante sentimiento. “Ellos no pueden ser más pobres, ya tienen el límite, tiene pobreza de todo porque se hace una gran masa que se distribuye por su cabeza, por sus mentes, suelen ser muy pobres”, añadió Muñoz.

“Pocas personas que no hayan vivido pobreza puedan llegar a opinar sobre el vínculo de un pobre. Las personas juzgan mucho, pero si todos pusiéramos un granito de cada uno, sería más fácil para todos”, sostuvo.

Además, hizo referencia a la importancia de no juzgar a las personas por su condición social y a la ayuda que deben brindar para que todo mejore. “Juzgar a un niño o adolescente delincuente es muy fácil, pero hay que ir un poco más allá de sus vidas y ver por qué se transforman en delincuentes, qué lo que hacen y empezar a marcar sus vidas desde pequeños, a invertir tiempo, en hacer que un niño sea siempre feliz, que no viva momentos tan tristes”, expresó con esperanza por el futuro de los pequeños que asisten al merendero desde hace años.

Aunque, si Adriana tiene que pensar en una posible solución que ayude a mejorar la calidad de vida de los pequeños que asisten al merendero dice sin dudar: “Que les den trabajo a sus padres, es la salida más exacta, que sea directo a su familia”. Es que son muchos los que no tienen trabajo, viven de changas que realizan o del trabajo en fincas que este año “fue más duro por el frío”.

A pesar de la dura situación actual, la mujer afirma: “Al frente de tantos chicos y familias, la esperanza es lo último que se pierde”, concluye.

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