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Monseñor Lozano: “La droga comenzó a ir a la escuela y tiene asistencia perfecta”

Como todos los domingos, monseñor Jorge Lozano, escribió su columna con una temática que preocupa día a día y es tema de agenda: la droga en los jóvenes.

POR REDACCIÓN

14 de mayo de 2017

La carta del también presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social afirma sin dudarlo que “la droga comenzó a ir a la escuela”.

La columna:

“Muchas veces expresamos nuestra preocupación por el consumo creciente de drogas de lo más diversas. En algunos programas periodísticos, en encuentros, foros.

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El lunes y martes pasados hubo en San Juan una convocatoria de dos jornadas preparatorias de un congreso internacional que se realizará en septiembre en torno a este tema. Este sábado 13 y domingo 14 se está desarrollando en Ramos Mejía el Encuentro Nacional de Delegados Diocesanos de la Pastoral Nacional de Drogadependencia en el cual se buscan pautas de trabajo acerca de este abordaje en las escuelas de todos los niveles.

Conversando con directivos de diversos establecimientos educativos, tanto de gestión estatal como privada, me comparten que hace unos años les preocupaba que se vendía droga a dos o tres cuadras de la escuela; después comenzaron a denunciar que lo hacían en la esquina o en la misma puerta. Ahora en algunos lugares se comercializa dentro del establecimiento educativo.

La droga comenzó a ir a la escuela y tiene asistencia perfecta. Por eso es tan importante preocuparse y ocuparse, para cuidar a los niños y adolescentes que se nos han confiado.

Si bien no podemos pedirle todo a la escuela, ella posee un abanico de oportunidades que ayudan en el camino de la prevención.

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Allí se desarrollan y fortalecen los vínculos sociales que nos ayudan para la convivencia. El respeto por las diferencias, el diálogo para resolver los conflictos, compartir el mismo espacio entre diferentes grupos sociales, ayudar a los más débiles, aprender a perder o ganar en los juego.

También se aprenden saberes y habilidades que capacitan para acceder al trabajo. Desde la disciplina de los horarios, algún idioma, las ciencias.

No menos importante es el poder asumir y experimentar los valores que nos mueven a decir la verdad y asumir las consecuencias, el aprecio por la justicia, la fraternidad, ejercitarse en la libertad, la cultura del trabajo.

En el proceso educativo y conforme los alumnos van creciendo se despliegan los grandes ideales que mueven a trabajar por un mundo nuevo, mejor del que tenemos. Se despliegan las “alas para volar”, para soñar a lo grande.

Con cada niño o adolescente que abandona el Sistema Educativo se manifiesta una serie de fracasos. Cuando los chicos no hacen nada en todo el día y están sentados o aburridos en la plaza o la esquina, están en riesgo de ser captados por el crimen organizado.

Se da un círculo perverso: aburrimiento, droga, deuda, delito, droga, deuda, delito. Están como dice la canción de La Renga: “Estaba el diablo mal parado en la esquina de mi barrio/ ahí donde dobla el viento y se cruzan los atajos. / Al lado de él estaba la muerte, /con una botella en la mano me miraba de reojo / y se reían por lo bajo”.

Un sacerdote me decía que la vida de muchos de estos jóvenes está marcada por 3 “C”: Calle, Cárcel, Cementerio. Hace falta proponerles otras: Capilla, Colegio, Club. Cuidemos a los chicos, cuidemos la escuela”.

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