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La búsqueda del artesano

Caso Maldonado: un gendarme admitió que entró armado a la zona ocupada por los mapuches

Lo declaró el chofer de la camioneta que ingresó a la zona mapuche donde hubo persecución de manifestantes. Aunque dijo que no la usó, el testimonio desmiente la versión de la fuerza.

POR REDACCIÓN

15 de septiembre de 2017

A 46 días de la desaparición de Santiago Maldonado, continúan apareciendo declaraciones que sorprenden y mueven la escena judicial en Esquel. Muy atrás ha quedado la afirmación de que los interrogatorios internos hechos por Gendarmería Nacional no arrojaron elementos contradictorios ni sospechosos. También envejeció rápidamente el dato de la comandancia que indicaba que los agentes jamás llegaron al río Chubut. Los detalles entregados por la comunidad mapuche sufren del mismo mal.

Las contradicciones e inexactitudes afloran cada día. Ahora se sabe que los gendarmes lanzaron piedras, dispararon armas antimotín y llegaron al río. De lado indígena quedó probado que el testigo clave, Matías Santana (que dijo haber visto como tres agentes se llevaban a Maldonado), describió situaciones que chocan entre sí.

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La última novedad del caso es que está confirmado que uno de los gendarmes que ingresó a la zona ocupada por los gendarmes en Cushamen estaba armado con su pistola 9mm. Pero en total podrían sumarse otros tres casos en similares condiciones.

El dato de los gendarmes armados contradice la información original de la fuerza en la cual se negaba que hubiera personal con armas de fuego dentro y fuera del lugar en el que se produjo la persecución a los manifestantes que habían cortado la ruta, entre los que pudo haber estado Santiago Maldonado.

Ayer declaró ante la Justicia Federal Andrés Ahumada, cabo 1° y chofer de una camioneta Ford Ranger del Escuadrón 36 de Esquel. Según le informó a Clarín Gustavo Dalzone, abogado de Gendarmería, Ahumada reconoció que entró armado de su 9mm a bordo del móvil. Según su testimonio, no bajó del vehículo.

“Es una obligación para los choferes llevar su arma para brindar seguridad a los demás que van desarmados”, dijo el abogado. “Los choferes tienen que llevar su pistola y la fuerza investiga internamente tanto quien llevó su pistola como quién, teniendo que hacerlo, no la tenía”, agregó. Ahumada condujo una de las dos camionetas que acompañó en primer momento al grupo de 30 a 40 gendarmes liderado por el comandante segundo del Escuadrón 36, Juan Pablo Escola.

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El comandante, que dio la orden de avanzar contra los manifestantes a las 11,15, pidió usar las camionetas como escudo ante las piedras que le lanzaban los ocupantes. A las camionetas se acopló luego un camión Unimog que se quedó junto a la casilla de los mapuches levantada a metros de la ruta 40. Cada uno de esos móviles tenía un chofer designado que debía sí o sí ir armado en todo momento y circunstancia, dice el abogado. Todavía no está claro si los dos choferes restantes -la otra camioneta y el camión-, cuyos nombres no trascendieron aun, obedecieron la orden superior o dejaron sus pistolas en el borde del llamado Pu Lof.

Hay otro gendarme, el alférez Martín Darío Lozano, cuya situación es confusa. En la declaración que hizo Escola ante la Justicia Federal en agosto pasado, dice no estar seguro de si Lozano iba armado. Lozano brindó testimonio ayer y aseguró que no tenía su arma reglamentaria. Según pudo averiguar Clarín, Lozano explicó que no llevaba su pistola porque no estaba actuando como chofer en esa jornada sino como acompañante. Sin embargo, Dalzone mencionó que ese día el alférez sí manejó algunos tramos de la camioneta. Esto lo ubica como chofer en la práctica y hace temblar esta afirmación.

Lozano, además, se bajó de la camioneta por expreso pedido de Escola. “Si ordené al salir de Esquel que los choferes de los vehículos de Esquel solamente lleven pistola, pero ellos no se enfrentaron. Lo que no puedo precisar es si Lozano tenía o no arma”, expresó Escola en el testimonio que dio en agosto y al que accedió Clarín. “…todos entramos por la tranquera, según sé estaba abierta sin candado. Ingreso el vehículo en el que estaba (Andrés) Ahumada, y el que estaba Lozano, que en ese ínterin baja porque yo pido apoyo. Atrás de esas dos camionetas Ranger ingresamos a pie, y luego el Eurocargo”, rememoró.

Con esto, Escola deja en claro que existe una probabilidad de que el 1er Alférez, con orden de portar su 9mm –-hubiera resultado insólito que desobedeciera a su comandante en este punto–, haya bajado del coche y avanzado munido de su arma reglamentaria. En otras palabras, había 4 gendarmes que podrían haber estado en condiciones reales de efectuar un disparo.

De acuerdo a su testimonio judicial, Escola también indica que un grupo de sus hombres llegaron a un declive donde prácticamente comienza el río Chubut, otro hecho negado por el comandante en una entrevista con este diario. Además señala que se realizaron disparos “antimotín” incluso al ingreso del Pu Lof (otro evento rechazado con anterioridad). Finalmente, recuerda que el comandante del Escuadrón 35 de El Bolsón, Fabián Méndez, se excusó a las 10.15 para “ir al baño”, poco antes de que comience el operativo (regresó dos horas después).

En otro apartado, el comandante le dedica un espacio al uso de munición disuasoria. “Tanto en la ruta como al ingreso al terreno se hizo uso racional de la fuerza con postas de goma, realizando algunos disparos, que recuerde había 2 escopetas batan que son cortas, y una escopeta larga, todas calibre 12.70 y toda con municiones antitumulto no de plomo”, detalla. En este párrafo sobresalen esos disparos de goma “al ingreso al terreno”. Gendarmería Nacional había negado el uso de munición en el Pu Lof. Días atrás, Clarín reveló que uno de los agentes dijo haber disparado munición antimotín al costado de un militante dentro del predio.

En lo referente al avance del grupo que él mismo lideraba y su acercamiento al río Chubut, abre una puerta a la duda que él pretendía dejar sellada de modo definitivo en sus declaraciones a la prensa. Ahora que se sabe que al menos 8 gendarmes estuvieron en o muy cerca del río, sus palabras adquieren un sentido más rotundo.

“Los que íbamos a pie seguimos avanzando hacia los fondos del terreno donde corre un brazo del río Chubut. Nunca estuvimos a distancia de ninguno de los manifestantes como para poder realizar alguna aprehensión, o trabar en lucha, y mucho menos infringir heridas con las municiones anti tumulto. El alcance que tiene esas municiones no es mayor de 15 metros y es relativo acorde a las condiciones meteorológicas. Nosotros estábamos mucho más lejos que esa distancia. Llegamos hasta que el terreno hace un declive bastante pronunciado hacia el río. Yo nunca llegué hasta el río, vi gente en cercanía pero la posición no era la óptima porque estábamos en desventaja ya que en el río había árboles, troncos cortados, no era buena la visibilidad ni la posición por eso ordeno el repliegue hacia el sector donde está la casilla. En el área esa, es como circular, yo no vi ningún civil, sí se escuchaban gritos del río increpándonos”, expresa.

Escola hace una particular diferenciación. Por un lado, confirma que vio “gente en las cercanías” -presumiblemente su propia tropa- y de inmediato subraya que no vio a ningún “civil”. De lo que puede inferirse que eran los gendarmes quienes estuvieron en las “cercanías” del afluente.

Fuente: Clarín.

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