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A los 81 años, falleció el poeta y compositor Horacio Ferrer

Nacido en Uruguay y nacionalizado argentino, falleció en el Sanatorio Güemes a causa de un fallo cardiorrespiratorio. Fue el autor de las recordadas "Balada para un loco" y "Chiquilín de Bachín".

POR REDACCIÓN

21 de diciembre de 2014

Horacio Arturo Ferrer Ezcurra había nacido en Montevideo el 2 de junio de 1933 y desde muy joven se interesó por el tango y su mitología, lo que lo llevó a crear más tarde temas como “Balada para un loco” y “Chiquilín de Bachín”, en sociedad con Astor Piazzolla.

Presidente de la Academia Nacional del Tango, compuso más de 200 canciones y fue autor de numerosos libros sobre esa música popular y su entorno, entre ellos el esencial “El Libro del Tango. Arte Popular de Buenos Aires” (ensayo, 3 tomos, 1970 y edición ampliada en 1980).

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Hijo de un profesor de Historia y una madre que era sobrina bisnieta de Juan Manuel de Rosas, creció en un hogar montevideano de gente culta que había llegado a conocer en persona a Amado Nervo, Rubén Darío y Federico García Lorca, un acervo del que no fue indiferente.

Quiso ser arquitecto y cursó varios años en la Universidad de la República, pero su pasión tanguera lo condujo a abandonar ese sueño y, como redactor del diario El Día -y luego de El País- se lanzó a conducir el programa radial “Selección de tangos”, que derivaría en El Club de la Guardia Nueva, entidad que promovía actuaciones de los músicos de vanguardia en locales de Montevideo y alrededores, donde comenzó su intensa amistad con Piazzolla.

Ya en ligas mayores, condujo programas tangueros por la prestigiosa emisora del Sodre, fundó la revista Tangueando y principios de los 60 condujo en la TV oficial uruguaya un programa que anticipaba lo que haría más adelante en Buenos Aires.

Publicó su primer libro de poemas, “Romancero canyengue” en 1967, al que presentó recitándolo en compañía del guitarrista oriental Agustín Carlevaro, influido por Paul Verlaine y otros franceses, herencia de las pautas maternas, pero se lanzó al ruedo editorial con referencias a Menecucho, un poeta popular montevideano que vendía sus versos en los Carnavales y decía: “Mis versos serán malos, pero son míos”.

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El éxito del libro en ambas orillas del Plata, recibió las buenas críticas de las mejores plumas del tango y motivó que Piazzolla musicalizara su poema “La última grela”, que en principio iba a tener acordes de Aníbal Troilo.

Ese fue el trampolín para que Ferrer cruzara a Buenos Aires convocado “de prepo” por Piazzolla y a fines de 1967 ya estaba viviendo en una casa de Lavalle al 1400, que había sido la vivienda histórica de los Ezcurra, la familia de su madre.

La primera gran obra entre músico y poeta fue la operita “María de Buenos Aires”, que se estrenó un año después en la ya extinta Sala Planeta, de la calle Suipacha, con Amelita Baltar y el notable Héctor de Rosas como protagonistas y Ferrer como recitante.

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