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Ideas claras

Tras la reunión con el Papa, Mauricio Macri le bajó línea a los embajadores

El Presidente arengó a los diplomáticos en el Hotel Melía de Roma. Habló de una revisión de los recursos y los gastos. Clima distendido en la comitiva presidencial tras la audiencia con Francisco.

POR REDACCIÓN

15 de octubre de 2016

Cuatro de los integrantes de la comitiva presidencial que acompañó a Mauricio Macri a Roma charlan distendidos en uno de los livings del lobby del Hotel De Russie. Tres de ellos tienen sus piernas apoyadas sobre una de las mesas bajas que adornan el salón alfombrado. Cuentan, relajados, la satisfacción que invade a la delegación oficial por la reunión entre el Papa Francisco y el Presidente.

En los coquetos jardines del hotel, Macri toma una gaseosa. Afuera, un grupo importante de argentinos y curiosos desafía al calor otoñal de la tarde romana y espera que el Jefe de Estado se zambulla en el Maserati azul que lo espera para trasladarlo al aeropuerto de Fiumicino. Allí abordará un avión del gobierno italiano hacia Florencia. Viajará con el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mateo Renzi, su esposa, y la primera dama, Juliana Awada. Los dos matrimonios cenarán a solas.

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La satisfacción del Gobierno por la reunión privada de la familia presidencial con el Sumo Pontífice es total. Hasta Awada le contó en su entorno la calidez de Francisco y sus risas por las ocurrencias de la hija menor del matrimonio. El buen humor del Presidente durante y después de la conferencia de prensa, a pesar de un calor abrazador en el despacho del embajador argentino ante la Santa Sede, fue un síntoma de aquel encuentro.

En el medio del día papal, y después de almorzar con su familia en un restaurante cercano a la Plaza San Pedro, Macri se tomó un rato para pasar por el Hotel Meliá, aledaño al Vaticano, donde bajó línea a una treintena de embajadores argentinos en Europa. En un salón colmado, a metros de la piscina y bajo un calor insoportable, el Presidente les pidió “soluciones” y maximizar los recursos para aprovechar el potencial actual del país para vender a la Argentina en el mundo. Acompañado por la canciller, Susana Malcorra, y parte de la delegación, el Jefe de Estado arengó a los diplomáticos y les pidió un esfuerzo con los gastos y los recursos humanos.

PEDIDO

“Lo que se les pidió es que con un país que tiene 32,4% de pobres cada uno de nosotros tiene que poner el hombro y mostrar resultados. Y al mismo tiempo estamos en una permanente revisión sobre si estamos en todos los lugares adecuados o si tenemos que estar en algunos lugares nuevos. Y si tenemos que estar en algunos lugares nuevos, cómo encontramos entre todos la forma de abrir esas embajadas o esos consulados de modo tal que el costo sea un costo neutro”, explicó la canciller a Infobae después de la reunión.

Aunque evite la palabra “ajuste”, Malcorra se refirió al discurso del mandatario ante los embajadores. Es la manera de “ser efectivos y eficientes y evaluar si la presencia que tenemos es la ideal o si la tenemos que ajustar”. “Y si la tenemos que ajustar -siguió la canciller-, la ajustamos entre todos”. “El control de gasto es el mismo mensaje que tiene la administración en general”, agregó Malcorra en el transitado lobby del Hotel De Russie. Ya entrada la tarde en Roma, el calor otoñal había empezado a aflojar y la Piazza del Popolo comenzaba a atestarse de turistas.

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