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Tiene Asperger, salió del secundario superando todas las barreras y hoy sueña con ser diseñador gráfico
César Ávila tiene 18 años. Su papá falleció cuando el pequeño tenía 7.
Por Facundo Merenda
Está feliz, aunque no lo demuestra con sus gestos. El sanjuanino César Ávila tiene 18 años y desde los 4 sufre el Síndrome de Asperger, un trastorno en el desarrollo que va asociado a una alteración neurobiológica con dificultad para sociabilizar. Sin embargo, el joven le ganó a todos los pronósticos y se egresó del secundario. El logro fue haber conformado un grupo de compañeros y soñar con seguir una carrera universitaria.
La historia de César no fue sencilla. Su mamá, Celia Ávila, lo concibió y dio a luz siendo soltera. El padre del pequeño "se borró" cuando la mujer quedó embarazada. De ahí viene su lucha por sacar adelante a su familia, aunque no estaba sola. Siempre contó con el apoyo de su otro hijo que actualmente tiene 25 años y de su mamá.
Todo cambió cuando César entró al jardín de cuatro. Allí una docente le advirtió a la mamá de algunos comportamientos extraños que tenía el pequeño. Hablaba en tercera persona y se lo veía muy introvertido.
Celia consultó cuanto médico se le cruzó en el camino. Una doctora en San Juan le comentó del Asperger, pero le dijo que en la provincia no había, hasta ese entonces, profesionales abocados a la materia.
La sanjuanina viajó con su hijo a Córdoba donde inició el tratamiento. El apoyo familiar sumado a una contención psicológica más algunos fármacos fueron la clave para el progreso del menor.
Cursó sus estudios hasta cuarto grado en el Colegio Andacollo, en Chimbas. Sin embargo, César recibió una mala noticia. De acuerdo a lo que comentó su mamá, los directivos de esa institución le negaron la inscripción para el quinto grado debido a que, por su patología, entendían que el niño debía asistir al aula con un acompañamiento terapéutico.
Celia no tenía dinero. La mujer se dedicaba al cuidado de abuelos y con eso no le alcanzaba para cumplir con el requisito que le exigían desde el colegio. Llegó el momento de la inscripción y cuando fue le comunicaron que por decisión expresa de la dirección tenía imposibilitado que el menor pudiera seguir en esa institución.
Desesperada buscó respuestas, pero asegura que nunca las encontró. Aunque su hijo le dijo: “Mamá me quiero ir de este colegio”. Eso fue determinante para encontrar un nuevo lugar. Celia lo inscribió en la Escuela Salvador María del Carril donde terminó la primaria con honores.
El secundario fue otro desafío. El joven ingresó al Colegio Modelo y allí cursó los seis años que contempla ese período formativo. El pasado viernes logró recibirse de bachiller y ahora sueña con ser diseñador gráfico. Su mamá dice que es "muy bueno" haciendo videos y editando fotos. Esta pasión le sirvió para generar su propio microclima.
La aparición de su papá y la posterior muerte
El padre del joven le legó el nombre, pero no estuvo durante su parto. César (padre) se mantuvo ausente de la vida del pequeño y su mamá hasta que el niño cumplió los 7 años. Ya diagnosticado con el Síndrome de Asperger el joven encontró en su progenitor una nueva figura con quien sociabilizar y a quien querer, pese que no demostraba abiertamente sus sentimientos.
Pasaron algunos meses juntos hasta que la tragedia los separó. Celia contó que el padre de su hijo tuvo un accidente camino a San Luis que le costó la vida. El fallecimiento causó un vacío en el chico que se replanteó la existencia de Dios.
“Mamá si Dios es bueno por qué se llevaría de la vida de un niño a su papá”, fue lo que le consultó el pequeño a Celia.
Ambos se fundieron en un abrazo sin encontrar respuestas. A su sintomatología se le sumó otras horas de terapia para comprender a su corta edad los designios de la vida.