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Cecilia Montaño, la proteccionista que rescata y salva mascotas para darles un nuevo hogar
POR REDACCIÓN
El proteccionismo es una forma de vida. Quienes se dedican a ello, saben la responsabilidad y sacrificios que supone salvar las vidas de aquellos que no tienen voz. “Acá alquilamos y tenemos 65 perros, de los cuales diez están judicializados. Es un trabajo de todos los días. Los castramos, vacunamos y si se puede les buscamos una familia”, dice Cecilia Montaño a DIARIO HUARPE.
Tiene 41 años y junto a su marido, Miguel Cisterna, y su pequeño hijo de 3 años, viven y llevan adelante el refugio para perros y gatos Casa de Tronquito. Allí, reciben a estos animales que necesiten un lugar cálido con alimento y una cucha, y también les salvan la vida en casos extremos.
“Algunos vienen con heridas y los salvamos. La mayoría son rescatados del maltrato y el abandono. Cuando los entregamos, se van con su chapita y número de teléfono. Cuando se pierden salimos a buscarlos también”, resalta Cecilia.
El refugio se encuentra ubicado sobre calle Buenaventura Luna al norte de calle Rodríguez en la localidad del Mogote, departamento Chimbas. Lleva ese nombre en honor a un preciado amigo de Cecilia: Tronquito.
“Tronquito era un perro que tuve que perdió la movilidad en las patas traseras y usaba un carrito para moverse. Se quebró la médula tras un accidente de auto y luego no sobrevivió a las secuelas.El refugio lleva ese nombre en su honor. El me acompañó en momentos difíciles y siempre digo que él me adoptó y recuperó a mí”, recuerda.
El inmenso trabajo de Cecilia tuvo su inspiración cuando trabajaba en un comercio en Rivadavia y recibía la visita de un perro callejero. Se encariñó con el animal. Al verlo desamparado y en la calle, comenzó a indagar en redes sobre grupos de proteccionismo. El resto es historia.
“Comencé yendo a darle de comer a los perros abandonados de Zonda y luego los llevaba a guarderías. Cuando se me juntaron cinco perros, por falta de dinero y adopción se me ocurrió el refugio”. Pero antes, debía convencer a su marido. “Lo convencí porque buscamos un lugar con casa para que pudiéramos vivir ahí y lo hicimos”, recuerda entre risas.
Con donaciones de personas que se acercan hasta el lugar, el matrimonio también mantiene el refugio con el trabajo de Miguel en la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable. También realizan ferias americanas y rifas para poder mantener el alquiler del lugar.
Dadas las largas distancias y urgencias, su objetivo con el premio es claro: conseguir una movilidad.
“Nosotros tenemos pensado usar ese dinero para comprar una movilidad. Se nos dificulta para llevar perros en adopción y llevarlos al veterinario. A veces tenemos que contratar el remis de mascotas porque no tenemos en que llevarlos”, dice.
Pero Cecilia y Miguel siguen manteniendo el refugio que también es su hogar y representa lo que son: dos proteccionistas al servicio de la comunidad y las mascotas. “Hasta ahora, hemos sacado a más de cien perros de calle que no rompen bolsas, no muerden y no están vulnerables. Están en un hogar contenidos”, cerró Cecilia.