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Cierra el año más seco de la historia de San Juan, ¿qué pasa ahora?

El ciclo hidrológico tuvo cerca de 550hm³ de derrame y, aunque todavía no se sabe de cuánto será el pronóstico 2022 - 2023, el optimismo es escaso. 

30 de septiembre de 2022

El año hidrológico es distinto al año de calendario, empieza el 1 de octubre y termina el 30 de septiembre del año siguiente. Se rige por los tiempos aproximados en los que empieza el deshielo de la nieve de cordillera. Terminado el ciclo 2021-2022 quedó confirmado en números, lo que ya mostraron embalses, campos y cosechas: fue el peor de los últimos 100 años.

El número final de cuánta agua llegó desde la cordillera estará listo en los primeros días de octubre. Lo mismo pasa con el pronóstico hídrico, esa estimación que realizan los técnicos midiendo cuánta nieve cayó y cuánta se traducirá en agua. Suele ser un valor cambiante. Por ejemplo, para la temporada que termina este viernes estimaban 450 hm³, pero al final creen que llegarán a casi a 550 hm³. Esto se debe a que las lluvias de enero y febrero aumentaron el caudal del río San Juan. 

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Traducir nieve caída a 4.000 msnm en hectómetros cúbicos tiene un margen de error amplio y este año más que nunca. Ramiro Cascón, secretario del Agua, explicó que se enfrentan a una temporada sin precedentes. Nunca el río aportó tan poca agua, nunca la Cordillera de los Andes estuvo tan seca, al menos desde que San Juan empezó a medir sus caudales hídricos. 

“El pronóstico hídrico va a tener un grado de incertidumbre mayor al de otros años porque no tenemos años comparativos a este”, explicó. En la historia hídrica de San Juan, el derrame más bajo histórico superó los 650 hm³.

La profunda sequía hace que se sumen nuevos factores naturales a la ecuación. Pueden llegar a caer muchos metros de nieve, pero antes de que lleguen a la parte baja de la cuenca del río San Juan, o sea a los diques y los canales, deben restaurar el equilibrio que se perdió en cordillera.

En la parte alta del sistema hídrico existen acuíferos, lagunas naturales y vegas que durante la temporada pasada aportaron parte de esos 100 hm³ extra que no se esperaban. “Han estado drenando el año pasado, especialistas estiman que gran parte de lo nevado va a ir a recargar esa zona y va a quedar ahí”, dijo. Esto significa que aquello que midan los técnicos en los vuelos de helicóptero, así sea un pronóstico muy bueno, puede no terminar aportando a los valles. 

Si esto así, al contrario de lo que sucedió en la temporada que termina, las mediciones pueden dar números muy buenos, tal vez por encima de los 1.000 hm³, pero que luego eso no se traduzca en un gran aumento del río. Es imposible saber si esto pasará y cuántos litros quedarán en cordillera, porque nunca tuvieron que soportar un año tan seco. 

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El riego, atado a esta incertidumbre

El pronóstico hídrico es importante no solo porque definirá si el actual ciclo de sequía terminó, también porque es la base para las decisiones de cómo se utilizará el agua la próxima temporada. Productores y Gobierno ya están esperando el número y los mensajes, de un lado y del otro, vuelven a ser contradictorios.

Desde la Secretaría del Agua y las autoridades de Hidráulica y OSSE piden seguir con un esquema de uso racionalizado. Algunos productores insisten en que será suficiente, que necesitan regar más porque el año pasado tuvieron cortas extensas y las plantas están sufriendo.

La primera pulseada fue para los regantes, que acordaron trasladar las cortas previstas para septiembre para los siguientes meses. Pero los números no los acompañaron: aseguraban que el río iba a crecer y siguió aportando solo 17.000  l/s (litros por segundo), mientras sacaban 36.000 l/s para seguir mandando agua por los canales. Que haya cortas en los próximos meses parece inevitable, pero para tomar esta decisión Hidráulica debe sí o sí acordar con las Juntas de Riego, que representan los intereses del agro.

“Tenemos previstos poco más de 20 días para completar las cortas pendientes, pero depende del ajuste final de lo que trae el río”, detalló Cascón. Día a día los funcionarios están atentos a lo que según las estaciones de aforo trae el río y con este valor inician las discusiones de cuándo y por cuánto tiempo cortar el agua que va a canales.

La propuesta de Gobierno es "seguir muy fino el escurrimiento para ajustar las entregas", refiriéndose a lo que realmente trae el río y a partir de ahí definir. Si hay más caudal, trasladar las cortas, podría traducirse. Pero no será exactamente así. 

El número de hectómetros cúbicos marcará en parte la cancha. Si en las montañas hay más, el campo pedirá más, a pesar de que el volumen pueda en parte quedar en los acuíferos de montaña. 

Desde cuándo está definido también por la acumulación. En un año normal, saber que cayó el equivalente a 1.800 hm³ significa que antes de diciembre el río puede crecer, si hay menos, que el escurrimiento demorará hasta que haga más calor. 

Del otro lado, el agro no es el único que está esperando el agua. Hasta agosto los diques estaban al 18% de su capacidad, trabajando forzadamente. Los técnicos del EPRE y la Dirección de Recursos Energéticos pidieron varias veces mejorar este nivel para garantizar la seguridad de las mega obras. Esto sin tener en cuenta que no se sabe cuando o si llegarán los buenos años, por lo que guardar agua sigue siendo prioridad. 

El acuífero, del que se sacó agua para regar todo el año, también necesita recargarse con agua que deben sacar de los embalses pero no llevarla a las fincas. 

La cantidad de nieve que haya caído durante el invierno en cordillera, que ni los más positivos creen que será excepcional, debe solucionar los problemas que dejó el peor año histórico. Y hasta ahora, los números y los datos no alcanzan para tanto optimismo.

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