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Lomas de Las Tapias: un “hermano” de Ischigualasto a 10 minutos de la ciudad

El paisaje protegido comparte con el Patrimonio de la Humanidad rarezas geológicas y hasta fósiles a simple vista. La contracara, es víctima de la destrucción humana.

22 de febrero de 2021
El paisaje de Las Tapias combina un desierto lleno de sorpresas, junto al espejo del Dique de Ullum.
Horizontal va la marca del curso de agua y atravesándola las heridas del paso humano.
Las marcas de ruedas van profundizándose.
A pesar de la cartelería, al estar cerca de la ruta y la ciudad hay muchos irresponsables dañando el lugar.
La fauna viva también pugna por sobrevivir a la intervención humana.

Todos saben que Ischigualasto, reconocido como Patrimonio de la Humanidad, es un lugar único en el mundo por sus características geológicas paleontológicas. Pero no es el único rincón de las maravillas que ofrece la tierra sanjuanina, porque con solo recorrer 20Km desde el mismo corazón de la ciudad aparece un “hermano menor” que tal vez no sea tan extraordinario, pero también le regala a los visitantes una oportunidad única de conocer a simple vista la historia de nuestro planeta.

Se trata de las Lomas de Las Tapias, ese terreno árido que, si uno va por Ruta 60, está a la derecha mientras el Dique de Ullum asoma a la izquierda. Es un espacio protegido por el Estado pero profundamente descuidado por algunos ciudadanos.

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Junto a la encargada técnica del Parque Natural Paisaje Protegido Las Tapias, Mayra Romero, DIARIO HUARPE recorrió este lugar que es una joya no siempre valorada por los locales. Sus características geológicas y paleontológicas salieron a la luz cuando empezaban a construir el Dique de Ullum y los técnicos se encontraron con un lugar que valía la pena conservar. En ese momento, al ver el tesoro descubierto, cambiaron levemente el proyecto para proteger todo lo posible de esas 5.000 hectáreas de terreno.

Un desierto que en realidad son dos

El parque y paisaje protegido tiene en realidad dos ADN muy distintos. En el mismo terreno quienes ingresan pueden estar parados en dos periodos geológicos muy diferentes que tienen en algunas partes 3.5 millones de año de antigüedad o 12 millones de años. Pero lo más increíble es que es muy fácil ver a qué periodo de tiempo pertenece la “lomita” que uno está mirando.

Mayra Romero explicó que entre los indicadores están el tipo de roca del suelo, los colores y otros aspectos, pero hay una herramienta más fácil: las plantas. Las dos etapas geológicas que se pueden ver son el Neógeno Tardío y el Cuaternario y solo en las zonas del segundo periodo hay vegetación, mientras que donde aflora el primero no crece nada.

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El primero, que a su vez es el más viejo, saca a la luz un terreno arcilloso, con las lomas clásicas de colores suaves. Son en las zonas donde aflora el terreno del Neógeno Tardío y los fósiles de animales de 36 especies diferentes. Hasta el momento han podido recuperar restos de marsupiales, reptiles, mamíferos, aves y más.

Entre los descubrimientos más importantes de los últimos años están los huesos de perezosos similares a los que aparecen en las películas “La Era del Hielo”. Estos animales han despertado muchísimo interés científicos, porque los restos son los más antiguos hallados en Latinoamérica y definirían la biología de esta zona hace alrededor de 12 millones de años. En marzo, explicó Romero, empezaría una campaña para recuperar más fósiles de la zona.

En cuanto a las zonas más nuevas, donde sí se ve la vegetación achaparrada típica de la zona, no suele entregar vestigios paleontológicos pero sí es la reserva de la fauna y flora del lugar. Es entre esos arbustos, a veces poco valorados, que viven los reptiles, insectos y aves típicas que, han debido resguardarse en esas 5.000 hectáreas porque el resto del terreno fue ocupado o por las actividades humanas o por el embalse.

La fauna viva también pugna por sobrevivir a la intervención humana.

Una maravilla en riesgo constante

Las Tapias es paisaje protegido desde la década del ’70. En el lugar hay un centro de operaciones de la Secretaría de Ambiente donde trabajan 6 personas en turnos rotativos los 365 días del año. Recorren el lugar y lo resguardan del uso incorrecto todo el tiempo, pero, explicó Mayra Romero, sin la consciencia de los ciudadanos no dan abasto.

Las 5.000 hectáreas protegidas han sido mal utilizadas durante años por los entusiastas de las motocicletas y hasta algunos que se movilizan en cuatriciclo u otros vehículos. Esto ha hecho que mucha de la riqueza geográfica y paleontológica haya quedado dañada.

A pesar de la cartelería, al estar cerca de la ruta y la ciudad hay muchos irresponsables dañando el lugar.

Mayra explicó que cada vez que transita un vehículo a motor por el lugar deja una huella en el suelo que luego, por el tipo de terreno, no se borra. En cambio, la lluvia y el viento que son los erosionadores y moldeadores del paisaje naturales van empeorando estas heridas que quedan permanentemente abiertas en el terreno.

Horizontal va la marca del curso de agua y atravesándola las heridas del paso humano.

Esto se debe a que tipo de suelo arcilloso no drena el agua hacia su interior, sino que las pocas precipitaciones que hay corren y van haciendo surcos más y más profundos. “Lo único que puede remediar son los movimientos telúricos”, explicó Romero. Eso sin contar que el tránsito desentierra fósiles a los que terminan pasándoles por encima sin notarlo. Ni siquiera circulando con cuidado podrían prevenirlo, ya que los huesos suelen tener entre 5 y 15cm de largo, lo que hace imposible verlos.

Las marcas de ruedas van profundizándose.

Por eso, aseguró, el tránsito de motos o vehículos a motor es infinitamente más grave que la basura, por ejemplo, aunque esta es un problema con el que tengan que trabajar constantemente.

Cómo disfrutar de este tesoro a 10 minutos de la ciudad

Desde hace años, el parque natural decidió trabajar más cerca de la comunidad para que el lugar se resguarde. Hablaron con las asociaciones de motociclistas para evitar que ingresaran a la zona y hasta designaron un lugar cercano para que pudieran seguir con sus actividades. Siguen teniendo problemas, pero menos.

Además, iniciaron un trabajo conjunto con asociaciones o grupos de trekking, senderismo y mountainbike, estas actividades que no dañan el terreno. Estos deportistas más “verdes” pueden transitar por zonas particulares y hasta ayudan a limpiar si encuentran basura en el camino.

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