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No se encuentran muy a menudo: cortadoras, la revolución femenina de la carne en San Juan

Cuchillo en mano y con un poco más de prolijidad que los varones, las carniceras empiezan a ganar su espacio en un ámbito que fue históricamente dominado por hombres.

POR REDACCIÓN

03 de agosto de 2022

Las carnicerías son un ámbito que históricamente fueron dominadas por hombres, sin embargo, en San Juan de a poco algunas mujeres comienzan a ganar sus espacios en este terreno. Es que estas carniceras dieron varios pasos adelante en esta historia, encabezando una revolución femenina, afilando la chaira y cortando con precisión. DIARIO HUARPE dialogó con estas cortadoras de carne que día a día van a las carnicerías, pero no lo hacen para comprar, sino que ellas están detrás del mostrador para brindarle los mejores cortes a sus clientes.

Mujeres, de cuchillos tomar

Paula Montaño tiene 32 años y desde hace siete comenzó a cortar carne. En su caso, eligió este rubro porque se había criado en una familia carnicera y de un día para el otro le tocó ingresar en el negocio que había elegido su familia. Un día comenzó a trabajar en una abastecedora. Tiempo después se puso en pareja con una persona que tenía carnicerías y comenzó a cortar tiempo después de separarse, ya que había invertido gran parte de sus ahorros en su propia carnicería que está ubicada en Av. Ignacio de la Roza 813 oeste, a metros de calle Las Heras, “Carnes doña Vaca”. 

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“Mi tío me enseñó el oficio cuando salía de su negocio. Es quien me enseñó todo en el rubro cuando empecé a trabajar en su abastecedora y un tiempo después en mi carnicería. Me visitaba a la salida de su negocio para enseñarme los cortes y a despostar”, señaló. En ese contexto, destacó que al principio le costaba mucho el tema de la grasa y la sangre de la carne, pero ahora se ve trabajando en otro lado que no sea cortando carne.

Flavia Romero tiene 42 años y desde hace 10 se dedica al oficio de cortar carne. “Elegí esto porque me gusta y me llama la atención muchas cosas del rubro”, afirmó. Por ese motivo, siempre trata de aprender un poco más, a pesar de que actualmente solo trabaja en la parte de los chacinados y todavía no lo hace en la elaboración de carne. Flavia se desempeña como cortadora en “Embutidos San Benito”, un local que está emplazado en Dr. Ortega, esquina Elizondo, a unos 100 metros del parque de Rawson.

Paula tiene su carnicería llamada "Carnes Doña Vaca", a metros del Centro Cívico. Imagen Sergio Leiva.

“Elegí esto por un poco de necesidad porque la situación no era la mejor, pero a la vez es algo que me gusta a pesar de sus riesgos. Si uno lo lleva con tranquilidad y sabiduría se aprende rápido. Fui aprendiendo gracias al aporte de mis compañeros”, afirmó esta carnicera que regresó a la provincia unos años atrás.

Romina Cerezo tiene 42 años y trabaja en el rubro desde hace 23 de oficio. En su caso, eligió el oficio por amor y porque le gustaba. Comentó que fue aprendiendo a perfeccionar su trabajo de cortadora mirando y lo que más le gusta de su trabajo, es el trato, la ida y vuelta que se genera con la gente.

Además, Romina no está sola en su carnicería ubicada sobre calle Bahía Blanca, a metros de la Unión Vecinal Villa Angélica, “Carnes La Favorita”. En este local la acompaña parte de su familia, como su madre, una hermana y su pareja, Gabriela, quien desde hace 3 años comenzó a “intrusear” en el mundo de la carnicería, aunque Romina afirma que su pareja ya sabe despostar por completo una media res con lo que fue aprendiendo.

Todas las cortadoras coinciden en que la pasión que las atrapó este rubro, fue un poco la experiencia con los cortes y elaboración de la carne, al igual que el trato que tienen con la gente. Al ser consultada si las mujeres son más prolijas que los hombres, coincidieron en que quizás la palabra adecuada no sea “prolijas”, pero si ordenadas a la hora de trabajar como cortadoras. “Son hábitos que nos debemos hacer. También hay hombres muy prolijos para cortar”, dijo Paula. Mientras que Romina indicó que las mujeres “tienen un mejor trato con la gente, algo que muchos hombres no lo tienen”. Incluso algunos abastecedores y carniceros que tienen años de experiencia también coincidieron en que les gustaría que las mujeres sigan ganando espacios en el rubro, destacando lo servicial y la prolijidad que tienen.

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Flavia se desempeña como cortadora en una fábrica de embutidos ubicada en Rawson. Imagen Sergio Leiva.

Prejuicios por ser mujer

Las tres cortadoras comparten sus historias: “Es un rubro muy discriminado para la mujer. Antes una mujer carnicera no era bien vista, imagínate lo que he pasado yo cuando inicié hace 23 años. Ahora está todo más relajado y es más normal. Es eso lo que yo veo aquí en mi carnicería. Los prejuicios los sigo sufriendo todos los días, sobre todo cuando una punta de espalda está en el medio. Se creen que se las saben todas y a veces no saben nada”, aseguró Romina entre risas.

“Sufrí bastantes episodios de prejuicios. En este oficio es muy difícil estar trabajando y que venga una persona a la que no le resulte raro ver a una mujer detrás del mostrador. Creo que el trato con los hombres nunca fue malo, pero quizás un poco raro. A veces les choca ver una mujer cortadora detrás del mostrador y algunos te quieren tomar alguna ‘lección’ para identificar algún corte”, relató Paula.

Romina inició en el rubro desde hace 23 años. Imagen Sergio Leiva.

Por su parte, Flavia dijo que “los hombres se sorprenden mucho cuando nos ven trabajando como cortadora detrás del mostrador, pero a la vez reconocen que las mujeres en cierta medida los hemos superado y te lo dicen cuando nos ven trabajando”.

Es por este tipo de prejuicios que vivió cada una de estas cortadoras, que un desafío a vencer en el futuro sea el que haya más mujeres que se animen a ingresar en este rubro. “Creo que hay pocas cortadoras porque es un oficio donde no es muy común que haya muchas mujeres o en el que te enseñen con la mejor predisposición. Es muy raro que una persona te quiera enseñar a cortar, a despostar como me pasó a mí con mi tío”, opinó Paula. En tanto, Flavia deseó que le gustaría que haya más cortadoras, a pesar de que el oficio todavía “tenga un poco de machismo”.

Empoderamiento

Cortan, muelen, cargan piezas pesadas que vienen a muy baja temperatura de la heladera y manejan herramientas, del gancho al cuchillo. No es fácil encontrarlas, pero las mujeres cortadoras son el resultado del empoderamiento femenino y de la transformación que atraviesa a toda la sociedad. Y si todavía hay gente que se sorprende (e incluso destrate, porque hay personas que actúan de esa manera) cuando en un local una carnicera ponga un bife sobre la mesa, ojalá pase como con todas las cosas que están bien: que con el pasar de los años y del tiempo solo sea una anécdota que nos sorprenda del pasado.

El presente y el futuro prometen, las mujeres cortadoras se perfeccionan y ganan lugares que antes eran ocupados por hombres: desde la técnica y los conocimientos sobre la carne como pesos de faena, calidad, madurado, entre otras más hasta aprender sobre el desposte. Un dato a tono con los tiempos que corren es que existe una luz de sororidad entre ellas. “Si alguna mujer quiere aprender, que se anime y que deje de lado el qué dirán. Que sea bienvenida y la invito a acercarse por mi carnicería”, afirmó Paula. En la misma línea, Flavia manifestó que si una mujer desea aprender el oficio le diría que lo haga y no se quede porque en este rubro se aprende mirando o pidiendo ayuda, como le pasó a ella. “Si una mujer le gusta este oficio, le diría que le dé para adelante sin que le importe algún prejuicio y más en los tiempos en los que estamos”, cerró Romina.

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