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Provinciales > Historias de ruta

Por una promesa con la Difunta Correa llegó a San Juan en bicicleta

Técnica en Hotelería y Turismo, con un trabajo estable en Bariloche, tomó la decisión de dejar los miedos atrás y emprendió viaje junto a su "Blanky". 

11 de agosto de 2022

Todo camino comienza con una decisión o con una bicicleta, como en el caso de Florencia Guzzeta, la joven de 28 años que lleva cuatro meses recorriendo rutas argentinas. Ella es una cicloviajera, que decidió dejar las comodidades de una vida estable en Bariloche para lanzarse a la aventura de conocer lugares únicos y llenarse de historias que contará en el futuro. 

"Hice todo lo que se nos pide. Estudié, me recibí y trabajé de mi profesión, pero quería algo más", empezó contando su historia a DIARIO HUARPE. Nacida en Huanca Renaicó, en la provincia de Córdoba, estudió primeramente la Licenciatura en Geología, pero la vida tenía otros planes y cambió a la profesión que la fue llevando poco a poco a la aventura que emprendió el 30 de abril, desde la vecina provincia de Mendoza. Finalmente, se recibió de licenciada en Hotelería y Turismo.

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Su vida transcurría entre su provincia natal y el lugar de sus amores, Bariloche. "Cada verano, cuando terminaba el cursado, viajaba a Bariloche para trabajar por la temporada. Trabajé en hoteles y hostel. Juntaba dinero y volvía a mi ciudad, pero siempre extrañaba, es mi lugar en el mundo", dijo Florencia. Así estuvo durante algunos años, yendo y viniendo, hasta que finalmente se recibió, y optó por asentarse en la ciudad sureña.

Ya estando establecida encontró trabajo de su profesión. "Entré a trabajar en un hotel, en donde organizaba salidas de grupos de turistas a la montaña en bicicleta. Allí un poquito empezó todo, pude combinar pasiones", explicó la aventurera. Los caminos fueron mutando y la profesión la llevó a conocer mucha gente que vivía de la aventura.

"Me encontré con motoviajeros, gente que recorría el país en vans, algunos cicloviajeros y de todos fue tomando sus historias y con la ayuda de un colega, decidí animarme", afirmó.

Así fue que arrancó con las averiguaciones de lo necesario para poder emprender viaje. "Tenía muchas ganas de conocer San Rafael, quería que allí empezara mi aventura. Compré las alforjas, que son las mochilas donde se guarda el equipaje, y puse en condiciones a mí Blanky. La embalé y la envié vía encomienda a Mendoza. Ella es una parte importante de mi vida, me sentí como una mamá que deja a su hijo en el jardín", expresó entre risas.

¿Quién el Blanky o Blanquita? "Ella es mi bicicleta, mi compañera de vida, una extensión de mi cuerpo. Esa bicicleta estuvo en momentos muy importantes de mi vida, es mi cable a tierra. Si algo salía bien, tomaba mi bici e iba a pedalear. Si algo salía mal, igual. Estuvo en las buenas, las malas, las regulares y las mejores rachas. Si ella hablara, podría escribir un best seller de tantas historias juntas", mencionó. 

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Florencia junto a "Blanky". Foto: Gentileza

Cuando por fin estuvieron juntas en San Rafael, ahí comenzó la gran aventura. "Empezamos conociendo el Cañón del Atuel. Fue una de las experiencias más lindas que tuve. La sensación de conexión con uno mismo, es algo que no tiene explicación. Ahí me crucé con mis dos primeros cicloviajeros, con los que recorrí parte del camino", indicó Florencia.

Luego, llegó el momento de recorrer diferentes pueblitos de la provincia de Mendoza, donde conoció muchísima gente que le dio una mano, ya sea guiándola u ofreciendo un lugar para hospedarse. Finalmente, llegó a la ciudad, donde apareció el obstáculo que parecía ser el punto final a la reciente historia. 

"Soy celiaca y cuando llegué a Mendoza fui a un café, donde me intoxiqué por contaminación cruzada. Hay cosas que uno no controla, pese a que se explica, hay mucho desconocimiento del tema. Esta situación me costó el 90% de mis ahorros y unas semanas de internación. La médica que me atendía me dijo que tenía que olvidarme de continuar con mi viaje. Ese diagnóstico y la pérdida de dinero fueron un golpe duro que no esperaba, pero mi fe estaba intacta", aseguró la cicloviajera. 

Tras unas semanas, Florencia logró recuperarse y decidió emprender una vez más el viaje. Había un objetivo muy importe en San Juan. "Soy muy devota de la Difunta Correa y de San Expedito, había una promesa que debía cumplir y no quería rendirme, esta provincia es importante para mí, de alguna manera me siento conectada". 

Momento de la promesa cumplida en San Expedito. Foto: Gentileza

Es que su abuelo, quien se encargó de criarla junto a su abuela, fue una de las personas más importantes en su vida y la conexión que tuvieron en vida, fue muy especial. "Mi abuelo era un ser muy especial, hoy es el ángel que me acompaña en la ruta. Cuando era chica me contó mucho de San Juan, él hizo el servicio militar acá y siempre recordaba con mucho cariño su paso por la provincia, siempre me hablaba de Caucete", aseguró. 

Así fue que desde Mendoza, el 20 de julio, llegó a Media Agua, donde estuvo alojada con una familia. Tras eso, emprendió viaje hacia el destino final: Vallecito. "Cuando después de una dura subida por la Cuesta de las Vacas, vi el pueblito de Vallecito, fue la gloria alcanzada, no puedo explicar la sensación, fue ver pasar mis 28 años, lo que viví en los últimos meses de viaje y la alegría de sentirme más conectada a mi abuelo que nunca", reconoció llega de felicidad. 

Actualmente, tras cumplir sus promesas, Florencia fue hospedada por una familia en el mismo paraje, donde aprovecha para salir a recorrer la zona y continuar con su actividad física para no perder el ritmo, como dice ella. "Es maravillosa la gente de San Juan, la calidez con la que me trataron. Soy muy afortunada", contó la joven cicloviajera, quien reconoció que el "neeeñoo" tan característico, le genera ternura.

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