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Provinciales > Historias sanjuaninas

Se jubiló un enfermero sanjuanino y su comunidad lo despidió con alegría

Diego contó su historia a DIARIO HUARPE, después de 44 años de servicio.

09 de octubre de 2022

Diego Argüello fue enfermero y se jubiló este fin de semana en el Hospital de Caucete. Después de 44 años de servicio, el hombre fue despedido con alegría y algo de nostalgia por la comunidad donde estuvo tanto tiempo.

DIARIO HUARPE habló con él para conocer su historia. El inicio, qué es ser enfermero, ser padre con un trabajo que demanda de tiempo, sus días en la pandemia, y el final. Esta es la historia de Diego, el hombre al que un terremoto le dio la vocación.

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Una vida para otros

Argüello trabajaba en una finca que era propiedad de su papá, un policía jubilado, ubicada en La Puntilla. Él se imaginaba en esa vida, tenía 19 años, hasta que en noviembre de 1977 un terremoto arrasó con la provincia. Su hermana era enfermera, así que se acopló a ayudar. Lo que empezó como un gesto humanitario terminó definiendo su vida profesional.

A los 21 años hizo el curso de auxiliar de enfermería y desde ahí no se despegó de los quirófanos, las salas de urgencias y consultorios. Pasó por hospitales de toda la provincia, a veces por cambios de domicilio, otras por pedido expreso de los médicos, como quien pide un escudero de confianza para las noches de guardia.

“Soy un convencido de que uno en el trabajo tiene que dar lo mejor”, dijo. Hay una diferencia entre hacer lo mejor en un puesto como un administrativo, por ejemplo, que se traduce en eficiencia, pero qué pasa cuando dar lo mejor es una cuestión de superar una enfermedad o en casos extremos, de vida o muerte. “Ver que alguien entraba y después salía, lo pone contento a uno y en las que no, se lo encomedaba a Dios”, confesó.

Diego hizo una pausa mientras rememoraba con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada. “Ser enfermero es un apostolado”, dijo.  En 44 años paralelamente trabajó en el Servicio de Emergencias Municipal (SEM), su tiempo fue siempre para otros. “Es lo que me gusta”, dijo cuando recuperó la voz, “porque siento que soy útil, que le sirvo a otro”.

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¿Cómo se es padre con un trabajo que demanda tanto tiempo? “Me aseguré que nunca faltara nada”, dice. Contó que trabajó para que, aunque no estuviera, las necesidades fueran cubiertas y durante los fines de semana, cuando tenía tiempo, salía a pasear con sus cinco hijos. Tres de ellos se dedicaron a seguir los pasos de su padre. La vocación se volcó en ellos.

Su última etapa estuvo marcada por la pandemia de Covid. En el brote ocurrido en el barrio Justo P. Castro estuvo a cargo del traslado de los pacientes. Ahí se contagió de coronavirus. Sin embargo, una vez curado, con más de 60 años volvió a su trabajo.

La despedida por la jubilación fue el pasado sábado 1 de octubre. Allí, con torta y con su ambo azul, fue despedido por el personal y estuvo acompañado por hijos y nietos.

Ahora volvió a la finca. Ahí pasa las mañanas. “Todavía no caigo. No me acostumbré. Me siento acá y miro con melancolía, porque fue toda una vida”, comenta.

Si le tuviera que dar un consejo a alguien que quiere dedicarse a la enfermería, Diego dijo: “Que pase primero por un hospital, que camine, porque ahí va a pasar la vida. Si le gusta, que le dé para adelante, porque lo que se siente es invaluable”. 

Esta es fue la historia de Diego Argüello, el enfermero al que un terremoto le mostró su vocación.

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