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Carlos Rodríguez, el correntino que vino a San Juan para conquistar paladares exigentes con sus chipás
Tiene 42 años. Pretende que cada sanjuanino que pruebe su producción conozca los sabores de su tierra.
Por Facundo Merenda
Espíritu emprendedor. Carlos Rodríguez tiene 42 años es correntino y llegó a San Juan en busca de conquistar los paladares exigentes por medio de los chipás, una comida tradicional de su tierra hecha a base de harina de mandioca y distintos tipos de quesos.
Vino a la provincia a mediados de septiembre de 2019. Lo hizo junto a su esposa Florencia y sus dos hijas: Martina, de 3 años, y Olivia, de 2. El objetivo era clave: progresar. Su pareja tuvo una propuesta laboral que no podía rechazar, por eso aceptaron venir a la provincia. Antes habían estado parando en la zona norte de San Isidro, en Buenos Aires.
Carlos es guía de turismo, pero trabajó por 11 años en un servicio de emergencias médicas. Allí coordinaba las guardias tanto de médicos, enfermeros y choferes. Sin embargo, eso cambió. Al pisar suelo sanjuanino todo fue distinto para él. La cocina volvió a ocupar un lugar clave en su vida, como lo fue cuando era un niño. La propuesta de prosperidad venía de la mano de su esposa, aunque Rodríguez analizó distintas alternativas para buscar un horizonte laboral.
El año pasado les fue complicado asentarse con la mudanza y también con las costumbres de un nuevo lugar. Carlos decidió que mientras Florencia trabajara, él iba a cuidar de las pequeñas. Así fue hasta que a principios de este 2020 estaban deseosos de que las niñas comenzaran el jardín para que él buscara algún empleo. Había propuestas, según contó, pero la pandemia frustró esos planes.
Con la sociedad confinada, Carlos comenzó a maquinar. En un barrio privado de Rivadavia, donde vive, se reunían con los vecinos. Siempre mantenían el distanciamiento social, pero hubo algunos que miraban con ganas los gustos culinarios del correntino. Los chipás, su especialidad. En la heladera tenía masa que le había traído su madre. Preparó algunos y a los pocos minutos deleitó a toda su comunidad.
“Carlos si vos hacés chipás, nosotros te lo compramos”, eso le dijo una vecina. La lamparita dentro de su mente se encendió. Cuenta que esa frase era el empujón que necesitaba para lanzar su emprendimiento. Fue así que el 21 de septiembre, junto con la primavera, floreció el proyecto y pudo concretar lo que siempre quiso.
Carlos empezó con una producción pequeña. Al principio le fue costoso porque elegía materiales caros y no podía lograr una estandarización del producto. Sin embargo, al cabo de algunas semanas le encontró la vuelta. Tuvo algunas recomendaciones de sus familiares a la hora de hacer un producto sabroso, aunque él le dio su toque con una variedad de quesos y algunos toques de jamón.
“Trato de que las personas que prueban mis chipás conozcan los sabores de mi tierra, de mi infancia”, dijo Rodríguez a DIARIO HUARPE con su delantal verde y un repasador amarillo colgando de su cintura.
Un papel pegado en la puerta de la heladera es su hoja de ruta. Allí anota todo lo que tiene que ver con las preparaciones y cantidades. Actualmente está produciendo entre 8 a 10 kilos de chipás. Comienza los martes con la planificación porque asegura que el fin de semana es el momento de mayor auge.
Los vende congelados. Siempre tiene en stock. Afirma que este alimento se puede acompañar tanto en las tardes de verano con algún refresco, como también en una picada familiar.
Las expectativas al llegar a San Juan era reencontrarse con algo de sus raíces o mejor dicho con un contexto similar al de Corrientes para la crianza de sus nenas. Con el correr del tiempo sostiene que esta tierra le ofreció la oportunidad de emprender parte de sus sueños. Por medio de las redes sociales logró captar seguidores. Ahora tiene hambre de crecer. Dice que no va a parar hasta ampliar su negocio y conquistar cada rincón de la provincia.