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Comunicar encontrando a las personas donde están y como son

El mensaje de cada domingo, por parte del arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

Ante los desafíos que nos impone la complejidad de la vida, y más en este tiempo de pandemia, nos cuesta equilibrar la cantidad de información y chequear su veracidad. No queremos vivir en un termo, aislados de lo que sucede. Pero tampoco quedar a merced de las manipulaciones ideológicas. Ante estas tensiones hay gente que prefiere vivir engañada antes que asumir la búsqueda de la verdad. Es cierto que hay situaciones de vida (personal y comunitaria) que son muy duras, y nos negamos a enfrentarlas. Pero con la actitud del avestruz no se solucionan las cosas.

Solemos escuchar la excusa “a mí no me vengan con problemas, bastante tengo con los míos y los de mi familia”.

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En este contexto nos encontramos con comunicadores serios, responsables, que cuidan con esmero al público al cual se dirigen. Y también encontramos charlatanes que hablan y no dicen nada. Una vida vacía sólo tiene palabras huecas. Y eso se nota.

Necesitamos que nos comuniquen las cuestiones más serias de la humanidad, no que nos distraigan con un inexistente mundo de fantasías. Corremos el riesgo de sobrevivir tomando vidas prestadas.

Duele cuando te muestran a los pobres en foto, pero nunca se acercaron a conversar con ellos fuera de cámara, a hablar con sus hijos, a compartir la mesa.

Hoy, Solemnidad de la Ascensión de Jesús a los cielos, celebramos en la Iglesia la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El lema que Francisco nos propone para esta oportunidad es “Ven y lo verás” (Comunicar encontrando a las personas donde están y como son). A partir de la significativa experiencia del encuentro de Jesús con quien sería el Apóstol San Andrés, el Papa nos comparte su mensaje a tener en cuenta tanto “en la redacción de un periódico como en el mundo de la web, en la predicación ordinaria de la Iglesia como en la comunicación política o social. “ ‘Ven y lo verás’ es el modo con el que se ha comunicado la fe cristiana, a partir de los primeros encuentros en las orillas del río Jordán y del lago de Galilea.” Por eso, nos destaca que no se trata de esperar a que llegue alguna noticia, sino de “desgastar las suelas de los zapatos”.

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La cuestión no es copiar y pegar noticias. Se corre el riesgo de la chatura de la repetición, “donde el género de la investigación y del reportaje pierden espacio y calidad en beneficio de una información preconfeccionada, ‘de palacio’, autorreferencial, que es cada vez menos capaz de interceptar la verdad de las cosas y la vida concreta de las personas, y ya no sabe recoger ni los fenómenos sociales más graves ni las energías positivas que emanan de las bases de la sociedad”. Es la comodidad de hablar desde afuera, “sin salir nunca a la calle, sin ‘desgastar las suelas de los zapatos’, sin encontrar a las personas para buscar historias o verificar de visu ciertas situaciones”.

Qué importante es en esta Jornada poner también la mirada en el modo de comunicar la fe cristiana. No se trata de elocuencias o discursos convincentes. La fe implica compartir una experiencia, llevar a los otros a que por sí mismos se encuentren con Jesús. Nos ayuda evocar la figura del Apóstol San Andrés que va con Jesús, ve cómo vive, y se hace su discípulo. Tanto en aquella oportunidad como hoy “el ‘ven y lo verás’ es el método más sencillo para conocer una realidad. Es la verificación más honesta de todo anuncio, porque para conocer es necesario encontrar, permitir que aquel que tengo de frente me hable, dejar que su testimonio me alcance”.

Francisco enseña que “también el periodismo, como relato de la realidad, requiere la capacidad de ir allá donde nadie va: un movimiento y un deseo de ver. Una curiosidad, una apertura, una pasión. Gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales —periodistas, camarógrafos, montadores, directores que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos— hoy conocemos, por ejemplo, las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado. Sería una pérdida no sólo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad”.

El rol de quienes se dedican a las comunicaciones es sin duda muy importante. “Numerosas realidades del planeta, más aún en este tiempo de pandemia, dirigen al mundo de la comunicación la invitación a ‘ir y ver’. Existe el riesgo de contar la pandemia, y cada crisis, sólo desde los ojos del mundo más rico, de tener una ‘doble contabilidad’. Pensemos en la cuestión de las vacunas, como en los cuidados médicos en general, en el riesgo de exclusión de las poblaciones más indigentes. ¿Quién nos hablará de la espera de curación en los pueblos más pobres de Asia, de América Latina y de África? Así, las diferencias sociales y económicas a nivel planetario corren el riesgo de marcar el orden de la distribución de las vacunas contra el COVID.”

Debemos asumir que “algunas cosas se pueden aprender sólo con la experiencia. No se comunica, de hecho, solamente con las palabras, sino con los ojos, con el tono de la voz, con los gestos. La fuerte atracción que ejercía Jesús en quienes lo encontraban dependía de la verdad de su predicación, pero la eficacia de lo que decía era inseparable de su mirada, de sus actitudes y también de sus silencios. Los discípulos no escuchaban sólo sus palabras, lo miraban hablar. De hecho, en Él el Logos encarnado— la Palabra se hizo Rostro, el Dios invisible se dejó ver, oír y tocar, como escribe el propio Juan (cf. 1 Jn 1,1-3). La palabra es eficaz solamente si se ‘ve’, sólo si te involucra en una experiencia, en un diálogo. Por este motivo el ‘ven y lo verás’ era y es esencial”.

“Así, el Evangelio se repite hoy cada vez que recibimos el testimonio límpido de personas cuya vida ha cambiado por el encuentro con Jesús. Desde hace más de dos mil años es una cadena de encuentros la que comunica la fascinación de la aventura cristiana. El desafío que nos espera es, por lo tanto, el de comunicar encontrando a las personas donde están y como son.”

El martes 25 de mayo celebramos una significativa Fiesta Patria. Pidamos a Dios nos ayude a crecer en compromiso ciudadano.

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