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Francisco proclamó a la primera Santa de Brasil, la hermana Dulce

Utilizó la habitual formula en latín para proclamar la santidad y pedir que fuera inscrita en los libros de la Iglesia. Esto fue durante la misa que coincidió con la celebración con el Sínodo de la Amazonía.

POR REDACCIÓN

13 de octubre de 2019

Este domingo, el Papa Francisco proclamó la santidad de la hermana Dulce, conocida como la "Madre Teresa de Calcuta brasileña". Es la primera nacida en Brasil en ser declarada santa. Lo hizo en el curso de una ceremonia en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Aprovechó el momento y también fueron canonizados el cardenal británico John Henry Newman, que a los 44 años se convirtió al catolicismo, y las religiosas italiana Giuseppina Vannini, la india María Teresa Chiramel y la suiza Marguerite Bays.

Utilizó la habitual formula en latín para proclamar la santidad y pedir que fuesen inscritos en los libros de los santos de la Iglesia, durante la misa que coincidió con la celebración en el Vaticano del Sínodo de la Amazonía. Al acto acudieron numerosos fieles de Brasil, el vicepresidente brasileño, Hamilton Mourão, y también el postulador de la causa para su canonización, Paolo Vilotta.

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¿Quién fue Dulce? 

La brasileña María Rita de Souza Brito Lopes Pontes nació el 26 de mayo de 1914 y este domingo fue bautizada oficialmente como "Santa Dulce de los Pobres". La hermana Dulce tuvo el tercer proceso de canonización más rápido de la historia reciente de la Iglesia Católica, pues fue proclamada santa solo 27 años después de su muerte, mientras que San Juan Pablo II lo fue a los 9 años de su muerte y Santa Teresa de Calcuta, 19 años después de su fallecimiento.

En 1991, pocos meses antes de su muerte, recibió en Brasil la visita del papa Juan Pablo II mientras estaba hospitalizada y en 2011 fue beatificada por el papa Benedicto XVI. La santa brasileña entregó su vida a los pobres, a los enfermos y a los más necesitados. Fundó en su Bahía natal varios hospitales de caridad y un sistema de apoyo social que dirigió hasta su muerte, el 13 marzo de 1992, a los 77 años, destacó el Vaticano. Dejó un legado que incluye una red de hospitales y centros de salud para pobres que atiende a cinco millones de personas al año.

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