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La fiebre no es culpa del termómetro

Monseñor Lozano hizo referencia al cambio climático y aseguró que "es urgente establecer vínculos amigables entre la humanidad y el planeta".

Los informes científicos compartidos en diversos encuentros o publicaciones dan cuenta de que estamos ante la mayor crisis planetaria a la cual se enfrentó la humanidad.

Un trabajo realizado hace pocos días por la Alianza de Redes Eclesiales para la Ecología Integral lo expresa así: “Nuestro mundo está en llamas, se está derritiendo, inundando, sufriendo sequías extremas e impactos en múltiples ámbitos de la sociedad. La responsabilidad de la humanidad en el cambio climático de nuestro planeta es ahora un hecho. El sistema que sostiene nuestra forma de vida en la Tierra está enfermando a nuestro planeta”.

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No es cuestión de seguir echándole la culpa al termómetro. Es urgente establecer vínculos amigables entre la humanidad y el planeta. La voracidad consumista se está llevando por delante la casa común. Un atropello que lo invade todo y sólo busca rentabilidad a cualquier costo. Los más afectados, como siempre, son los pobres y las comunidades que viven en entornos aún naturales.

En mayo del año 2015 el Papa nos regaló la encíclica Laudato si’. Nos interpela diciendo que “hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49).

Como contrapartida al maltrato del ambiente, hay muchas personas y organizaciones que están realizando esfuerzos enormes por salvar al Planeta y a la Humanidad que lo habita. Pero la disparidad de fuerzas y recursos es enorme. Hay una gran inequidad entre los pocos que concentran riqueza y poder, y los que buscan el bien común, la justicia y la solidaridad.

No alcanza con unos cuantos parches. Hace falta un cambio de paradigma en los estilos de vida y de producción.

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Entre el 1 y 12 de noviembre se está desarrollando en Glasgow, Escocia, la COP 26. La sigla COP significa “Conferencia de las Partes” y se refiere a las 197 naciones que accedieron a buscar soluciones a la crisis climática global. Participan 130 Jefes de Estado y cerca de 20.000 personas más diplomáticos, científicos, líderes sociales.

El cambio climático produce calentamiento global. Y con este aumento paulatino de la temperatura se derriten los glaciares, aumenta el nivel de los océanos, se contamina el aire, no hay posibilidades de vida para unas cuantas especies.

Las probabilidades de lograr acuerdos eficaces son todavía inciertas. Serán muy importantes los próximos días.

Con ocasión de esta reunión cumbre a nivel mundial el Papa Francisco, expresó hace pocos días:

El cambio climático y la pandemia de Covid-19 ponen al descubierto la vulnerabilidad radical de todos y todo y suscitan numerosas dudas y perplejidades sobre nuestros sistemas económicos y sobre las modalidades de organización de nuestras sociedades.

Nuestras seguridades se han derrumbado, nuestro apetito de poder y nuestro afán de control se están desmoronando.

Estas crisis nos ponen frente a opciones radicales que no son fáciles. Todo momento de dificultad encierra, de hecho, también oportunidades que no pueden ser desaprovechadas.

Acompañemos con nuestra oración y demanda de justicia. Se está comprometiendo el presente y el futuro Planeta, que es único. No hay otro al cual mudarnos cuando este no soporte más. Cuidemos la casa que es de todos.

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