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Mundo > Vía Crucis

Francisco manifestó “vergüenza” por el mundo que le queda a los jóvenes

En su mensaje luego del Vía Crucis realizado en el Vaticano, el Sumo Pontífice envío un mensaje contra los que tienen "los ojos fijos en las pantallas del teléfono".

POR REDACCIÓN

30 de marzo de 2018

Al final del tradicional Vía Crucis en el Coliseo romano, rito del Viernes Santo que evoca la pasión y muerte de Jesús, Francisco deploró un “mundo devorado por el egoísmo, que margina a los jóvenes”.

En una oración que recitó al final de la celebración, el Papa manifestó “vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y las guerras, un mundo devorado por el egoísmo donde los jóvenes, los pequeños, los enfermos, los ancianos son marginados”.

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Francisco también expresó “vergüenza por haber perdido la vergüenza”.

“Hoy estamos acostumbrados a un mundo de palabras ambiguas, una fría hipocresía oculta y filtra lo que realmente queremos decir; las advertencias se evitan cada vez más, se prefiere abandonar al otro a su propio destino, sin molestarse en exhortarlo por su propio bien“, indicó en otra meditación, leída ante unos 20.000 fieles  que llevaban velas y antorchas en el siempre imponente escenario del Coliseo, símbolo de los cristianos perseguidos.

“Hoy, en el mundo de Internet, estamos tan condicionados por todo lo que circula en la red que a veces dudo hasta de mis propias palabras. Pero tus palabras son distintas, son fuertes en tu debilidad. Tú nos perdonaste, no tuviste rencor, nos enseñaste a poner la otra mejilla y fuiste más allá, hasta el sacrificio total de tu propia vida”, dijo.

“Miro alrededor y veo ojos fijos en las pantallas del teléfono, entregados a las redes sociales para condenar cada error de los demás sin posibilidad de perdón. Hombres que, dominados por la ira, se gritan con odio por los motivos más insignificantes”, lamentó otra.

Como en las cinco ocasiones anteriores, Francisco nunca llevó la cruz. Concentrado, siguió la procesión y las meditaciones desde la terraza de la colina del Palatino, que se asoma sobre el antiguo anfiteatro Flavio. Desde ese mismo lugar, enfundado en un sobretodo blanco para protegerse de un noche húmeda y fría, terminada la procesión de la cruz, pronunció una oración final.

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