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El Eternauta, analizado en San Juan: coincidencias sobre memoria, identidad y deseo
A una semana del estreno de la serie en Netflix, escritores, realizadores y promotores culturales destacaron su valor simbólico, político y artístico.
El estreno de El Eternauta en Netflix reavivó debates históricos y emocionales en torno a la mítica obra de Héctor Germán Oesterheld. A una semana del lanzamiento de la serie, voces de especialistas de San Juan coincidieron tras la consulta de DIARIO HUARPE en que esta adaptación no solo rescata una obra fundamental del acervo argentino, sino que la reactualiza con un mensaje potente en tiempos de incertidumbre colectiva.
Damián López, escritor, docente y editor, comenzó por correr el foco de los debates más repetidos sobre la fidelidad al original o el héroe colectivo. Para López, la serie no solo es una adaptación honrosa, sino una declaración sobre la necesidad de políticas culturales sostenidas: “Seguimos necesitando el Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), la Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica), seguimos necesitando un Estado que nutra y estimule, que abra oportunidades”. Además, subrayó que “toda expresión artística es política, y eso no implica que sea partidaria”. Y en una lectura más profunda sobre el sentido de la obra, destacó: “El Eternauta es una mirada hacia las múltiples y contradictorias formas que tiene el ser humano de vincularse, exacerbadas por la catástrofe. Y eso es, en el fondo, hacer política: saber cómo nos vinculamos, aceptar lo que somos y trabajar para que todos podamos ser”.
Carlos Cerimedo, curador de ciclos de cine en San Juan, aportó una mirada desde la historia de la historieta y su influencia popular: “A la historia de El Eternauta la conocí por la Hora Cero y Misterix. Me pareció una muestra del talento que hay en Argentina y del trabajo que se puede hacer en el país”. Aunque cuestionó la elección de Ricardo Darín en el rol protagónico, valoró la escala de producción y el esfuerzo colectivo: “No son dos personas las que están ahí, son 50, 60 personas trabajando al mismo tiempo”.
Eliana Quiroga, realizadora cinematográfica integral, coincidió. “Para mí, El Eternauta no es solo una serie, es una muestra enorme del potencial que tenemos como argentinos para contar historias universales”. Además, destacó el nivel técnico de la producción y su peso simbólico: “Los personajes, tan nuestros, cargan con ese peso simbólico que nos atraviesa como sociedad: nunca dejamos de lado la memoria”. La serie, para ella, “marcó un antes y un después”.
Federico Caballero, director de Bibliotecas Populares de San Juan, celebró el impacto de la serie como un catalizador para el regreso a la lectura del original: “Es maravilloso que estén todos manijas y súper entusiasmados con la serie e interesados en leerlo”. Desde su función institucional, contó que están promoviendo activamente la disponibilidad del cómic: “Desde la dirección estamos fomentando todo eso, que las bibliotecas populares lo anuncien, que se sepa que lo tienen”, dijo.
Caballero también puso en relieve el contexto social y político de la serie: “Llega en un momento en el que el mensaje que viene de arriba es bastante individualista, y la serie viene a marcarte otra cosa: que nadie se salva solo, que tenemos que colaborar, ayudarnos, sostener al que tenemos al lado”. Valoró, además, el acierto narrativo de haber convertido a Juan Salvo en un veterano de Malvinas: “La causa Malvinas está presente en toda la serie, y que eso se conozca de forma masiva es muy bueno”. Y reafirmó el mensaje más profundo de la obra: “El único héroe válido no es el héroe individual, sino el colectivo”.
Todos los consultados coincidieron en que la serie no busca replicar el cómic de manera literal, sino actualizarlo con respeto y audacia. Como señala López: “No estamos en los 60 del siglo pasado. No somos los mismos. Una adaptación textual y lineal nos hubiera sido extraña, forzada incluso”. También elogió la estructura narrativa y la atmósfera: “Deseo que la miremos una y otra y otra vez, para seguir descubriendo las múltiples capas de sentido que se nota que tiene. Que gocemos con la idea música, la fragmentación narrativa, la paranoia medio caricaturesca de Favalli y la desconfianza dolorosa y profunda de Juan Salvo”.
La adaptación de El Eternauta no solo puso a prueba la industria audiovisual argentina, sino que también revivió debates sobre memoria, identidad y futuro. Una serie que, como dice Quiroga, “nos recuerda que incluso en medio del desastre, resistir y no olvidar es lo que nos define”.