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Cultura y Espectáculos

El júbilo de "El Mesías" se pudo vivir en el Teatro del Bicentenario

Ayer se estrenó "El mesías" de Mauricio Wainrot, una re versión del oratorio de Häendel. En esta ocasión fue interpretado por un elenco de bailarines sanjuaninos.

27 de julio de 2019

En la noche de ayer el teatro del bicentenario se presentó “El Mesías” de Wainrot, DIARIO HUARPE estuvo presente y esto fue lo que se vivió.

SE ABRE EL TELÓN

Desde el minuto cero un halo de misticismo inunda al Bicentenario. Tres componentes son los que conforman la experiencia que se vivirá. La luz, el vestuario y la sobriedad. Claro, además de los cuerpos en movimiento. La coreografía tarda en atrapar, la atención en lo geométrico del cuerpo humano (idea de perfección heredada del renacimiento) abarca casi toda la primera parte. En esta introducción los bailarines establecen las reglas del juego. Si, lo sagrado es lo primordial pero el coqueteo con lo “profano” se escapa. El costado de lo humano en lo divino se transmite en los cuerpos que se sostienen, se sujetan, se deslizan, se ríen.

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LA OSCURIDAD

La pulcritud y la solemnidad están tan arraigadas en el imaginario colectivo, cuando de religión se trata, que el impacto se pierde. Ya se vió y el esfuerzo por solo sostener eso ha permanecido a lo largo de la historia. Las formas etéreas y el constante juego de “suelo y aire” dejan en claro que está sucediendo y que lo divino es lo que sostiene cada movimiento de la danza. Pero lo más rico se encuentra en la oscuridad, en los momentos de debilidad, de duda. Allí es donde anidan las composiciones más emblemáticas y jugadas de la coreografía de Wainrot. Porque si bien todo es luces, los tonos fríos contrastan contra los cálidos. Dos “moods” constantes y donde los fríos exaltan más el trabajo detrás del vestuario.

Composiciones que aluden a la pasión de Cristo y hasta la icónica “La piedad” cobran fuerza y se resignifican en la “oscuridad” de “El Mesías”.

ALELUYA

El último movimiento merece un tratamiento especial. En un oratorio, a diferencia de la ópera, hay una sola voz que lleva el hilo de lo que se cuenta, por lo tanto apelar a las emociones es un tanto más complejo. Pero en “El Mesías” la redención y el regocijo que se experimentan son realmente celestiales, producto de ver a todos los bailarines en escenario.

Las formas del aria, el recitativo y el coro resuenan en el Bicentenario y el hipnótico movimiento deja sin aliento a los presentes. El “Aleluya, aleluya” como voces preguntando y respondiendo dan lugar a la explosión sensorial que se vive en el éxtasis del espectáculo.

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Lo humano y lo divino descienden y se miden en el escenario sanjuanino.

Hoy nuevamente sube a escena “El Mesías” donde la primera bailarina, Victoria Balanza, se despide luego de 22 años de haber habitado la danza de manera profesional.

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