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Freijo: "La historia de las mujeres es la de tener un montón de mandatos encima"
POR REDACCIÓN
29 de diciembre de 2019
En su nuevo libro "Solas (aún acompañadas)", la politóloga María Florencia Freijo desarma la matriz de desigualdad de género para mostrar que la sobrecarga, la soledad y la función cuidadora son también eslabones de una cadena de mandatos, y que, junto a las barreras económicas, los estereotipos y la falta de oportunidades, consolidan la hegemonía de un sistema patriarcal que siempre juega en contra de las mujeres. Las locas, las brujas, las que cuidan, las que compiten, las que asumen múltiples tareas: la construcción de las mujeres va pegada a etiquetas del "deber ser" (madre, hija, novia, esposa, trabajadora, amante), que nada tienen de naturales, ni mucho menos -se verá en el libro- son experiencias de unas pocas. Con todas esas mujeres dialoga Freijo -licenciada en Ciencias Políticas, activista y feminista- en su nuevo libro "Solas" (El Ateneo), donde relee en clave diferenciada la historia y la industria del entretenimiento revisando en qué momento o de qué modo se fija la división cultural que establece que ellas a una cosa y ellos a otra. -Télam: ¿Cómo surgió esta idea de estar solas aun acompañadas? -María Florencia Freijo: Surge de dos cosas: primero, hacer notar que las mujeres estamos aisladas. Cuando analizamos a las mujeres de la historia, nos vemos aisladas, como si la historia política se hubiera construido desde la masculinidad. No hemos construido una historia de hombres y mujeres, sino que ha habido a algunas valientes, algunas destacadas, algunas. Por otro lado, en el día a día, también estamos solas. Falta una solidaridad entre nosotras, tenemos la vara muy alta y nos juzgamos muchísimo. Y además estamos solas dentro de nosotras mismas porque nos callamos y creemos que tenemos la responsabilidad, y en el fondo estamos cansadas, sobrepasadas, creemos que tenemos que poder con todo solas y sino tampoco podemos expresarlo. -T: ¿Y a qué lleva eso? -M.F.F: En todo este aislamiento histórico, cultural, personal y demás surge el estar desbordadas. Por eso, en el libro explico el concepto de la carga mental como un concepto que no tiene que ver con esta mujer que lo puede con todo sino que la carga mental la cargamos desde chicas, desde el momento en que los juguetes están relacionados a tareas de cuidado. La historia de las mujeres es la de tener un montón de mandatos que pesan como carga mental y estrés y hacen que lideremos, en todo el mundo, los índices de depresión. -T: En tus redes, los comentarios de las lectoras dan cuenta de la necesidad de hablar de esto ¿cómo explicar este asomar de muchas? -M.F.F: El movimiento feminista está arrasando con una cultura patriarcal para poner otras reflexiones sobre la mesa y aumentar la capacidad crítica que tenemos como sociedad y construir nuevas formas de vincularnos. Aunque la historia no son recortes fotográficos, hay algunos con mucha personalidad como son los Ni Una Menos, pero también hay una cronología de las luchas que no puede obviarse. Por otro lado, la ruptura de lo tradicional en los medios de comunicación, históricamente concentrados en hombres y la democratización de los medios gracias a la redes han hecho mucho por el feminismo. Esta cuarta ola tiene como protagonista a las redes sociales sin lugar a dudas. Y ese sentido hemos logrado visualizar que las grandes problemáticas por las que primero surgimos, el femicidio o la violencia física, en realidad tienen un correlato cultural: una matriz social que pone a las mujeres como ciudadanas de segunda y a los varones desde una masculinidad hegemónica. Ellos, en todo el mundo, tienen mejores condiciones de vida y, sea la cultura que sea, las mujeres estamos peor. -T: ¿Cómo explicar esa desigualdad? -M.F.F: En un mundo donde la matriz productiva está relacionado a la masculinidad, el éxito que ha generado que la desigualdad siga socavando nuestra calidad de vida es el considerar que las tareas domésticas no son tareas productivas. Entonces, vamos a puestos de trabajo con paredes de cristal y las mujeres somos docentes de nivel inicial o somos enfermeras, es decir, ganamos menos. Porque lo que estamos haciendo es un trabajo vinculado al destino de cuidadora. Todos estos estereotipos y mandatos son los que después se traducen en condiciones deplorables para nosotras. -T: ¿Qué transformación proyectás para un futuro próximo, o al menos, para aquellas que se sienten solas aún acompañadas? -M.F.F: Restablecer nuevos vínculos. Sé que va a tardar pero yo ya estoy viendo los cambios. El feminismo me enseñó que la rapidez de los cambios puede ser insospechada. A veces parece que vamos muy lento, y otras, el cambio es vertiginoso. -T: En el libro también trazás un "código propio", donde aparecen estrategias como la solidaridad ¿cómo hacerlo? -M.F.F: Bajemos la vara de análisis, entendámonos, démonos tregua, dejemos de criticar. El feminismo ahí tiene mucho que aprender, todavía no tiene un código propio, no puede no hablar de feminismos porque no puede representarse sino es en la heterogeneidad. Nos necesitamos muy unidas, yo prefiero hablar de feminismos dentro del movimiento porque hacia el afuera nos tenemos que mostrar más blindadas que nunca. -T: ¿Blindadas de qué? -M.F.F: De la cantidad de agresiones que tiene el movimiento feminista. Si nos mostramos fragmentadas es peor y confirma estereotipos de género, sociales, tenemos que mostrarnos como cuerpo político, que no significa como amigas ni por fuera de la disidencia. Es necesario seguir construyendo cimientos sólidos sobre una realidad histórica que tiene que dejar de negar a un movimiento de excelencia le ha dado lugares políticos y derechos humanos a las mujeres.
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