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Luciana Pallero: "La escritura tiene mucho de sensaciones universales que no tienen respuesta"

POR REDACCIÓN

07 de febrero de 2020
Los protagonistas de los cuentos que componen "Ojo animal", el nuevo libro de Luciana Pallero, se trasladan a un territorio del pasado y lo vuelven a habitar desde un presente que les permite resignificarlo para repensarse desde sus miedos, obsesiones y deseos, con una narración que marca un ritmo con precisión y audacia. En el libro editado por Blatt & Ríos los animales aparecen en los once relatos: hay perras callejeras, perros que compartieron la infancia con los protagonistas, lombrices para criar y una gata por cuidar. Los vínculos con estos animales potencian el trabajo de la autora con el detalle y funcionan como disparadores para indagar en las formas del cuidado y del amor. Pallero (Buenos Aires, 1978) adelantó a Télam que escribe otra obra con textos cortos, de ficción, pero "con lo mínimo" que necesita "escribir" para decir lo que quiere. "Es como si viniera en ese camino de la escritura larga de la novela -en referencia a "La máquina de pelar manzanas"-, después "Ojo animal", con cuentos más o menos estándar y ahora intento un formato más corto. No son microcuentos porque eso tiene sus reglas, que no me interesan. Me interesa escribir con lo mínimo necesario y listo. Sin reglas", explicó. -Télam: ¿Cómo se fueron gestando estos cuentos? -Luciana Pallero: Venía de escribir dos novelas pero quería escribir cuentos, porque es lo que más disfruto leer. Aunque me gusten más los cuentos, la novela me resulta más sencilla porque siempre se puede escribir más. Si necesito decir algo para la trama puedo escribir uno o dos capítulos o más para decir ese solo detalle que necesito que aparezca. El cuento no tiene eso y era un desafío escribir este libro. Me gusta que hayan resultado diferentes entre sí y que, a la vez, sean parejos en el sentido de que todos tienen un lenguaje directo y contemporáneo. Las dos cosas tienen que ver con escribir lo que me gusta leer, con el placer: lo nuevo fue el formato, cuento; lo conocido era la voz que intentaba lograr, que parezca un registro de la manera en que hablan y piensan esos personajes. -T: La playa aparece como un territorio habitado en el pasado y revisitado desde un mundo adulto que no lo idealiza sino que lo redescubre con sus añoranzas y conflictos. -L.P.: Es cierto, esa experiencia que quizás todo el mundo debe atravesar alguna vez, volver a los lugares de la infancia, recordar la niña que una fue, los deseos olvidados, los miedos superados, entre comillas, las personas que han quedado atrás, y los animales que han quedado atrás. La escritura tiene mucho de eso, de sensaciones muy básicas, universales, que de todas maneras no tienen respuesta. ¿Cómo seguimos adelante cada etapa de la vida, sin entender muy bien de qué se trata, equivocándose mucho? Son cosas sobre las que nunca se va a dejar de escribir. Cada uno responde como puede. -T: ¿La presencia de los animales apareció cuando avanzaban las tramas o fue una decisión inicial? -L.P.: No, no pensaba escribir sobre animales. Escribí varios textos y en un momento dado Pedro Mairal me dijo que en casi todos los cuentos aparecían animales y tenía razón. A partir de ahí, empecé a tomar esa idea como hilo conductor, para darle al libro una cohesión. Los animales son importantes para mí, y supongo que por eso aparecen en todo lo que escribo. No sabría decir por qué. -T: En varios cuentos los animales son clave para pensar lo que sucede en los vínculos familiares, de pareja y de amistad que terminan construyendo la densidad de los textos. -L.P.: Sí, quería que los animales estuvieran presentes en ese doble rol que les solemos asignar. Un rol más secundario, como el del bestiario medieval, por ejemplo. Especies que tenemos derecho a clasificar, a usar como entretenimiento. Es decir, un rol que está vinculado con una jerarquización en la que los humanos tendríamos un lugar superior. El segundo rol en el que figuran los animales me parece que desestructura el primer esquema jerárquico, como en "Dos ancianas", ese cuento que describe la muerte de una perra, para hablar de la muerte en sí. Ese segundo rol en que aparecen los animales en el libro me parece interesante porque pone en duda cosas que damos por sentadas. -T: En el cuento "En la ciudad" la protagonista asegura que "pensaba que se podía hacer una casa como se podía volver a encontrar a alguien para enamorarse. Nada más que esta vez yo iba a ser más cuidadosa, porque ya tenía experiencia y ya sabía más sobre la gente". ¿Algo similar sucede con la escritura? -L.P.: Me hacés acordar a una entrevista en la que le preguntaron a Hebe Uhart "¿Para qué sirve la literatura?" y ella dijo "Para nada. Como el amor. ¿Para qué sirve el amor? El amor no sirve para nada". Una casa sirve para vivir en esa casa. Pero es ingenuo pensar que la experiencia te puede dar sabiduría para enamorarte mejor, o de alguien más acorde para vos. Te enamorás y punto. Si Hebe dijo que la literatura es como el amor, me subo a esa frase. Podemos pensar que aprendemos cosas a través del tiempo para escribir mejor, de hecho parece que es así, que se aprenden cosas como la puntuación. Pero no creo que sea lo que hace que la literatura sea literatura. Tiene más que ver con una vitalidad ligada a la necesidad de hablar, en este caso de escribir. La expresión a través de la voz es algo que también se ve en los animales. -T: ¿Qué lecturas te acompañaron durante la escritura? -L.P.: "Primer amor, últimos ritos", de Ian Mc Ewan, y quise tomar de ahí, el poner en primer plano la maldad de los personajes, la falta de moral, la moral depreciada. Muchas veces leo sobre personajes complicados, reflexivos, impotentes, pero no tanto sobre personajes moralmente despreciables. La literatura parece que no perdona lo que en la vida real perdonamos todo el tiempo. Aparte de esto, no leí mucha literatura. Cursaba la carrera de filosofía así que leía más que nada textos de filosofía. José Ingenieros, Alberdi, muchas cosas que también son recomendables para usar de disparador.
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