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Opinión

¿Cómo fue…?

Hoy recibí la primera dosis de la vacuna Spunitk V, al salir, durante un largo rato necesitaba todo mi silencio. Necesitaba situarme. Estaba muy emocionado. Sentía ganas de llorar… tal vez, “por todo”... o, porque soy humano… simplemente.

Yo cada año me pongo una vacuna contra la gripe, sin comentarios, sin noticias ni opiniones en los diarios ni en la televisión. Sin el escenario que ahora me contuvo, sin la ansiedad diaria anterior y posterior a una inscripción que debía tener una respuesta. Antes nunca supe de dónde provenía la vacuna que me colocaban. Ahora, mejor si era la rusa, primero como un juego puesto a la par de mi manera de mirar la Vida, a la par del Sentido con el que construyo mi Mundo… si, porque tengo de Utopía extrema una sentencia: “De cada cual según su capacidad a cada cual según su necesidad”… eso es ser Comunista. Y, además, me había interesado la trayectoria científica del laboratorio que la produce. Todo eso, porque mis días, aunque no lo piense, aunque tenga la salubridad con lo que hago, aunque el ejercicio que tengo en mis vigilias sea el centro de mi Vida, aunque todo eso, aunque todo eso… la urdimbre de la cotidianeidad-de todos- es una amenaza incomprensible, inexplicable por quienes deberían explicarlo si es que fuese comprensible. Esa sucesión de “inexplicables” nos desestructura, nos confunde el Suelo, porque nos de-sitúa, aunque lo simulemos. Los hombres y mujeres somos los mejores simuladores a decir de Nietzsche… continuamente simulamos la muerte, para poder estar, para poder construir nuestro Camino a habitar, y para que ese camino tenga corazón.

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Hoy, a vacunarme fui con mi compañera… ¿Quién podría acompañarme, si no?, ¿Quién más que ella, armaría más rigurosamente el marco de seguridad, para “semejante evento”? Entonces… la vacuna de hoy por la mañana… fue distinta… no fue ese trámite sanitario, asociado al control anual de la salud… no tiene el carácter de un cuidado individual, porque la amenaza que nos amenaza no es individual…  Y el escenario de ese evento, se completaba con un marco de seguridad semejante. Y más fuerte, aun, fue la compañía, ya que ella no se vacunará. Sentí que mi compañera de medio siglo exponía… de nuevo esa prioridad indispensable… ¿por qué necesitábamos acompañarnos?

Pensé en mis nietos pequeños que necesito cuidarlos… que saben de barbijo, de lavado insistente de manos, del alcohol en gel, de la distancia y del encierro. He escrito y publicado bastante sobre esta peste de mierda. Hoy por la mañana estuve adentro de un texto, que titulé: Que no nos desplacen de nuestro Mundo”, en sus primeros renglones dice:“Nuestro”, referido al Mundo, no es el significado corriente de propiedad. “Nuestro” referido al Mundo, significa: “la acción negadora de lo dado”, “lo hecho” por cada uno, es “la totalidad inherente”, es “la experiencia”, es el Yo, es la Voluntad, es la Identidad. Es la Singularidad de la mirada y de la comprensión de la Vida…”

Y eso es la representación que tengo saliendo del lugar con mi compañera. Tenía ganas de llorar… El escenario donde me colocaron la vacuna, de atención, de cuidado con pulcritud, de palabras de contención y simpatías…estaba y estará hasta que pongan la última vacuna, en medio del escenario significante del Absurdo… eso es: en medio de esta relación del hombre y la mujer frente a un mundo incomprensible… este mundo se ha vuelto incomprensible, con una incomprensión que nos supera.

En el final del texto que cito, digo: “Lo que soy” “lo que tengo”, que definí como mi Interioridad. Esa Interioridad en el exterior, son mis Nietos, mis Hijos, mi Compañera, mis Hermanos hechos en la Vida y, el Otro con el que me reconozco…  La Salubridad del Hombre es una sola: es la interioridad exterior y es lo exterior de nuestra interioridad”.

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Hoy por la mañana volvía a casa, con mi compañera, transitando este escenario, cotidiano, confuso, incomprensible.

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