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Opinión

Clase pública

Hoy hacemos una clase pública. Comenzamos al amanecer. Como nunca tan temprano, porque no queremos perdernos ni la primera vislumbre cuando salga el Sol. Porque, del mismo modo que si hubiese despertado en la mitad de un sueño, he retomado mi tarea y necesito llevarla a las calles. Ayer puse un anuncio en los pasillos de la Facultad, y los alumnos pusieron debajo: “Si Profesor, como si fuese, ya, el tiempo de una nueva Ilustración”. Salimos a la calle, y hemos armado un aula con todos los bancos de las plazas. Algunos colgaron unos pañuelos blancos en los árboles, otros pegaron papeles en las paredes donde escribieron anécdotas de sus padres. Les pregunté por qué. Y me dijeron que eran símbolos, para conjurar posibles residuos de otros miedos.

Entonces, vamos a intervenir lo público, “intervenir” como hacen los artistas plásticos. Voy a escribir la clase en uno de los muros que levantaron. Unos dan a las calles, por donde van y vienen hombres y mujeres que caminan o se abrazan, otros dan hacia el Arte, otros niegan el ocio y la soledad. Voy a escribir la clase en los muros que niegan el Deseo y los síntomas de la Libertad.

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Bueno, como siempre trabajamos las clases en “Dinámica Grupal”, voy recordar a Pichón-Riviere y les voy a entregar a cada uno, una copia de dos de sus sentencias.

Una es, “El hombre es un ser de necesidades que sólo se satisfacen socialmente, en relaciones que lo determinan…”(1973).

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Y la otra, “El sujeto es sano en tanto aprehende la realidad en una perspectiva integradora, y tiene capacidad para transformar esa realidad, transformándose a la vez el mismo…Está activamente adaptado en la medida que mantiene un interjuego dialéctico con el medio…”(1970).

 

Somos “el medio” y nos incorporamos con el medio.

Rompemos el diseño que nos dispone el sistema, el aula como un ómnibus, y no nos miramos unos a otros la nuca y nos miramos los rostros. Mas, aun, en esta clase pública, por necesidad ontológica, uno con otro nos tocaremos las manos.

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Disponemos los bancos en una ronda que ronda, que encierre los misterios ajenos a la Existencia, que desarme las sospechas y que nos muestre los gestos. “El efecto de la mirada”. Nos preguntaremos los conceptos que traigo.  El primer concepto, se los escribí ayer, en el afiche: “salir a las calles”, y desde ahí lo que hicimos. El Sol cruzó por encima graficándonos el día. Imaginamos la curva. Una distribución continua de sensaciones y de emociones al aire libre, para hacerla posible. Cada uno pudo imaginar que le trazaba una tangente (un concepto de Análisis Numérico, aunque la clase era de Epistemología)

La búsqueda, las dudas, las explicaciones, los libros apilados cada tanto, la Incertidumbre, la Palabra, mi Duda hecha un oficio, las preguntas sin respuestas…….fueron un silencio, tal vez de muchos siglos.  Es de noche, y sin decirnos algo, una sombra colectiva se repartía entre los cuerpos. En media hora pasa por la puerta del CUIM, el micro en el que, cada noche, suelen irse.

Por último, y para rumiarlo. Voy a escribir un texto de Paul Feyerabend, el autor con el que inspiramos esta clase:

 

“...desarrollemos una nueva clase de conocimiento que sea humano, no porque incorpore una idea abstracta de humanidad, sino porque todo el mundo pueda participar en su construcción y cambio, y empleemos este conocimiento para resolver los dos problemas pendientes en la actualidad, el problema de la supervivencia y el problema de la paz; por un lado, la paz entre los humanos y, por otro, la paz entre los humanos y todo el conjunto de la naturaleza.”

-último párrafo del prólogo de su libro “Adiós a la Razón”.

 

Nos vemos mañana.

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