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Córdoba: Passerini le pidió la renuncia a cientos de funcionarios 

El intendente de Córdoba Capital exigió la dimisión masiva de su equipo en medio de una fuerte crisis financiera y tensiones con el gobernador Martín Llaryora. Cuáles son los cambios clave y qué se espera en las próximas semanas.

POR REDACCIÓN

01 de mayo de 2025
Daniel Passerini pidió la renuncia a todo su gabinete. Foto: gentileza 

Un verdadero temblor político sacudió la Municipalidad de Córdoba Capital: el intendente Daniel Passerini solicitó la renuncia de los 580 funcionarios que integraban su gestión, desde secretarios hasta directores generales. La medida, inédita por su magnitud, se produce en un contexto de asfixia financiera, tensiones con el Gobierno provincial y un intento del jefe comunal por retomar la iniciativa política.

La decisión fue impulsada por una compleja situación fiscal: caída abrupta de la recaudación, eliminación total de subsidios nacionales al transporte, mayor demanda social y sanitaria, y una deuda municipal heredada que limita el margen de acción. A eso se suma el creciente peso de los gremios y un entorno político que se volvió cada vez más exigente.

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El punto de inflexión ocurrió la semana pasada, cuando se conoció que Guillermo Acosta, ministro de Finanzas de la provincia, enviaría un funcionario propio para controlar las finanzas municipales como condición para girar fondos desde el Ejecutivo provincial. El hombre elegido sería Matías Vicente, quien reemplazaría a Guillermo Pizarro, actual número dos de Finanzas de Passerini.

Aunque desde el entorno del intendente aseguran que "no hay intervención" y que la decisión fue consensuada, lo cierto es que la movida refuerza la influencia del gobernador Martín Llaryora en la Municipalidad.

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Desde el Palacio 6 de Julio explican que la masiva solicitud de renuncias forma parte de una reestructuración profunda con el objetivo de recomponer fuerzas y consolidar un gabinete más ágil, alineado y con mayor capacidad de decisión directa para el intendente.

“Se está reconfigurando un equipo de trabajo que mostrará la consolidación del acuerdo con la Provincia y dejará en claro que no hay ningún salvataje”, señalan cerca de Passerini.

Sin embargo, entre los llaryoristas la lectura es otra: consideran que la medida responde a un "manotazo de ahogado", producto de la pérdida de control sobre las finanzas, y temen que esto provoque un vacío de poder que beneficie a sectores sindicales como Suoem y Surrbac, históricamente influyentes en la vida municipal y limitados durante el mandato de Llaryora como intendente.

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Aunque ambos dirigentes pertenecen al mismo espacio político, las diferencias entre Passerini y Llaryora no son nuevas. Desde hace meses, hay señales de desgaste en el vínculo entre el gobernador y su sucesor en la intendencia. Mientras Passerini intenta consolidar autonomía en su gestión, desde el entorno de Llaryora lo acusan de tener un estilo “concentrado” que obstaculiza la gobernabilidad.

“Por supervivencia política, Llaryora necesita que a Passerini le vaya bien”, reconocen desde el sector del gobernador, aunque también recuerdan que el actual intendente no tiene reelección, lo que debilita su posición a largo plazo.

Las próximas semanas serán decisivas para determinar si esta reestructuración representa una renovación estratégica o el inicio de una mayor injerencia provincial en la capital cordobesa. En medio de la crisis y las disputas internas, Passerini apuesta todo a rearmar su equipo y conservar el liderazgo de su gestión.

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