Publicidad

Cultura y Espectáculos > Italia

Gonzalo Demaría: "La cuestión de género abre una nueva era"

POR REDACCIÓN

08 de febrero de 2020
Gonzalo Demaría es el autor de "Siglo de Oro Trans", donde versiona en clave actual y mirada contemporánea la comedia de enredos de identidades sexuales del barroco español "Don Gil de las calzas verdes", estrenada en Toledo en 1615. Además de haberle agregado una brillante introducción -que admite únicamente palabras con la inclusiva vocal "e" prescindiendo del resto- y dos intermedios, Demaría llevó el barroco español al sainete criollo, pero mantuvo la métrica y la rima del original en una notable puesta que con dirección de Pablo Maritano se puede ver viernes, sábados y domingos en el Teatro de la Ribera. Protagonizada por actrices y actores trans y cis en un elenco integrado por Monina Bonelli, Payuca, Fabián Minelli, Iván García, Emiliano Figueredo, Ariel Pérez de María, Maiamar Abrodos, Roberto Peloni, Rodrigo Arena, Julián Ekar, Martina Ansardi y Naty Menstrual, la obra no pierde nada del rasgo popular que esta comedia carga desde su origen y es, además, explosivamente divertida. Para conocer las claves de la adaptación, las ideas de trabajo y los conceptos que subyacen detrás de la puesta, Télam dialogó con Demaría, uno de los grandes autores del teatro argentino actual, con obras como "Tarascones", "Deshonrada", "Happyland", la ópera contemporánea estrenada en París "Mambo místico", entre otras, además de ser él mismo director teatral, autor de telenovelas y novelista. -¿Cuáles fueron las claves que utilizó para poder pensar en el presente y obtener una versión actual de una obra creada en el 1600? - El desafío de meterse con una obra del Siglo de Oro es, en primer lugar, hacerla inteligible para el gran público. Estos eran espectáculos populares, no hay que olvidarlo. La paradoja es entonces que si por una cuestión de "respeto" por el original se evita tocarlo, se contradice la principal intención de su autor, que era el divertimento ante todo. En el caso puntual de "Don Gil de las calzas verdes" es, más que una comedia, un mecanismo cómico. Para que ese aparato funcione hoy, con el público nuestro, hay que restaurarlo. Si no, hubiéramos caído en una puesta arqueológica, que no nos interesaba ni al director ni a mí ni al teatro. -¿Y cómo concibió este pasaje del barroco español al sainete criollo? -Mi trabajo sobre la obra original tuvo dos fases: en una primera, detecté los grandes cortes posibles, para alivianarla. Fue complicado, porque al estar en verso y con tipos de estrofas variados, no se puede cortar sólo por sentido sino que además hay que hacerlo por número de versos. En una segunda fase, teniendo ahora un texto abreviado y controlable, me dediqué a reescribirlo todo desde arriba hasta el final. La sintaxis barroca puede ser enrevesada y, a la velocidad que exige una comedia, incomprensible. Se le quita así parte de su belleza al verso, es cierto. Pero, de nuevo, es el mecanismo cómico el que gana. De todas maneras, mantuve cierta retórica de época, que contrasté con palabras y giros locales y contemporáneos, para darle nueva gracia. Por último, escribí un prólogo que la obra no tenía y un par de intermedios. - Conserva la métrica y la rima, ¿qué virtud encuentra en estos recursos? - Seguí en todos los casos las versificaciones propuestas por Tirso, es decir sus tipos de estrofas y sus esquemas de rimas. Es parte del perfume original que quisimos conservar. - El tema del enredo de los géneros, mujeres que hacen de varones o varones que hacen de mujeres está lejos de ser nuevo y parece ser una marca también del teatro clásico y popular de todas las épocas. - La mujer que se viste de varón, en general para perseguir o castigar a un amante, era una trama típica de aquella época. El problema en el que nos encontrábamos aquí con el director era que, con su concepto de elenco, esto pudiera agregar una capa más de enredo. Llegamos finalmente a la conclusión de lo que escribí en el prólogo, "géneros hay uno solo: humano". Y al final, el público lo entiende así. - ¿Considera que las cuestiones del cuerpo, el deseo y el género son las mismas en el siglo XVII a la actualidad o qué formas particulares toman en un caso y otro? - El vínculo con el cuerpo y con el deseo es muy distinto hoy que el que se tenía en el siglo XVII, por supuesto. Y sin embargo, ni el cuerpo ni el deseo han cambiado en nosotros, por eso es que podemos entender la trama básica de la obra. Hoy podemos dar nombre a cosas que antes no lo tenían -sadismo, por ejemplo-. La palabra aparece en el texto reescrito. Pero no es que el sadismo no existiera entonces, es solo que hoy al nombrarlo nos relacionamos conscientemente con él y antes no. En cuanto a la cuestión de género, es una marca de nuestro tiempo, todavía tan nueva y de tal potencia que es difícil predecir nada. Pero intuyo que vamos hacia una verdadera nueva era. - ¿Qué es lo que más le gusta de la obra que se ve en el teatro de la Ribera? - Lo notable del espectáculo que se representa en la Ribera son para mí dos cosas: una, su elenco, es muy diverso en todo sentido pero ha cohesionado de una forma que emociona. La otra, es la prueba de algo que he meditado mucho y que fue motivo de un reciente ensayo del filósofo francés Compagnon: lo verdaderamente moderno, es siempre lo antimoderno. Nuestro espectáculo tiene un perfume barroco en su texto, en su puesta, en su estilo de actuación. Pero resulta de vanguardia. Y sin pretenderlo.
Publicidad
Más Leídas
Publicidad

ÚLTIMAS NOTICIAS