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Opinión

Hubo elecciones pero no hay gobernantes

El domingo pasado hubo elecciones en la Argentina. Sí, pero dentro de cada partido politico. Hubo internas, ahora llamadas “primarias”. En la jornada del domingo pasado cada partido presentó a sus precandidatos para la presidencia y vicepresidencia de la Nación, y para legisladores nacionales. Digamos que fueron candidatos a ser candidatos. ¿Qué tenemos hoy? Precandidatos convertidos en candidatos para la presidencia y vicepresidencia, y para la Cámara de Diputados y Senadores de la Nación.

 Así son las cosas técnicamente. En la realidad todo es diferente, porque las del domingo 11 de agosto no fueron internas, ya que en cada partido político o alianza había solo una lista. La verdadera competencia se dio entre los postulantes de diferentes partidos, tal como ocurrirá en la elección general del próximo 27 de octubre. Digamos que las elecciones del domingo fueron falsas internas, constituyeron una gran encuesta nacional, y electorado fue a votar como si fuera la primera vuelta electoral.

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 Todo una gran estafa que le costó a los argentinos mucho dinero, pero que además pudo haber alterado el voto de muchos electores (ya que en función de estos resultados algunos ciudadanos podrían cambiar su voto en las verdaderas elecciones de octubre), y generó una corrida cambiaria que puso en jaque a la ya endeble economía del país. Todo por estas absurdas, inútiles, inconstitucionales e inservibles PASO.

El próximo gobierno, el que emane de las verdaderas elecciones, tendrá una importante misión por delante: derogar este perverso sistema creado por Néstro Kirchner en el año 2009, y volver a permitir que cada partido político decida internamente cuándo y cómo desarrollar sus internas. Sería institucionalmente muy sano.

Mientras tanto, y a la luz de lo que la gente votó hace unos días, comienzan las especulaciones más fantasiosas: que es necesario adelantar las elecciones, que debe precipitarse la entrega de mando, que el gobierno quedó vaciado de poder, que Alberto Fernández podría renunciar a su candiatura para dejar paso a Cristina Fernández, etc, etc.

Veamos: adelantar las elecciones presidenciales sería posible, si fuera dentro de los dos meses anteriores a la finalización del período presidencial actual, pues así está previsto en el Art. 95 del texto constitucional. Significa entonces que las elecciones solo podrían adelantarse dos semanas, lo cual es definitivamente absurdo.

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Pero si así fuera, el verdadero objetivo de ese innecesario e inocuo adelantamiento, sería que quienes se supone ganarían (Alberto Fernández-Cristina Fernández), pudieran asumir la presidencia antes del 10 de diciembre. Pues eso es inconsistente desde el punto de vista constitucional, porque la única forma de adelantar el traspaso de mando sería a partr de la renuncia del presidente y vicepresidente de la Nación. En este supuesto debería aplicarse la ley de acefalía y el Congreso debería designar a quien supuestamente ya estaría elegido como presidente, exigiéndole que termine el período de Macri hasta el 10 de diciembre, para luego iniciar el periodo 2019/2023.

Otro dislate institucional que generaría mas zozobras que seguridades, lo cual no es conveniente en el contexto actual.

Un acto electoral no debería poner en jaque a las instituciones. Es necesario dejar que la Constitución se cumpla y evitar que en la Argentina sigamos sumando frustraciones de presidentes que empiezan y no terminan. La historia nos demuestra que solo quince de los cuarenta presidentes argentinos constitucionales, pudieron empezar y terminar sus gestiones (menos del cuarenta por ciento), y que diez de esos cuarenta mandatarios (el 25%), terminaron renunciando a sus cargos. No es bueno que esa frustrante historia se siga repitiendo una y otra vez.

Y con relación a la posibilidad que la fórmula Fernández-Fernández gane la elección en octubre (tal como se supone que ocurriría en función de esa usina de sensaciones electorales denominada PASO), y que luego Alberto Fernández se “baje” o renuncie a su derecho de asumir el cargo de presidente electo, debe tenerse en cuenta que, si ello ocurriera, quien debiera asumir la presidencia sería Cristina Fernández.

Lo mismo ocurriría si Alberto Fernández decidiera ahora mismo no participar en las elecciones de octubre. En ese caso la actual candidata a vicepresidente, Cristina Fernández, debería colocarse como candidata a presidente, y el frente Juntos por Todos debería postular a un candidato a vice, buscándolo entre quienes hayan participado en las PASO de ese mismo Frente, en cualquier otra categoría de cargos.

Se impone la necesidad de dejar atrás la elección del pasado domingo, y en función de su resultado, que cada candidato rearme su campaña electoral, que recién podrá comenzar el proximo 7 de septiembre, tal como está previsto en el Código Nacional Electoral.

                                                         

  Félix V Lonigro

Prof Dcho Constitucional UBA

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