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La histórica declaración de la Independencia

Suele decirse que la independencia fue declarada por el Congreso de Tucumán. Sin embargo hay en esa concepción cierta inexactitud, porque no fue el Congreso de la provincia de Tucumán el que realizó tal epopeya, sino el Congreso de la Nación que el 24 de marzo de 1816 inició sus sesiones en Tucumán.

En efecto, en el mes de abril del año 1815 se había disuelto la entonces conocida Asamblea del Año XIII -que funcionaba como una suerte de Poder Legislativo que acompañaba al entonces Poder Ejecutivo encarnado en la figura del Director Supremo-, motivo por el cual se tornaba necesario formar un nuevo Congreso. 
         Teniendo en cuenta que en ese momento existía una seria disputa entre las autoridades centrales y el interior, el gobierno nacional decidió que ese Congreso se constituyera en Tucumán, provincia que, por su ubicación geográfica, ofrecía la ventaja de estar lejos de las fronteras, y por lo tanto a resguardo de los ataques de los realistas. Así fue entonces, que el llamado Congreso de Tucumán, que no era otra cosa que el Congreso de la Nación instalado en Tucumán, comenzó a recibir a sus integrantes, iniciando sus sesiones el 24 de marzo de 1816. 
    En total fueron elegidos treinta y tres representantes de los pueblos de las entonces Provincias Unidas del Río de la Plata, a razón de uno por cada quince mil habitantes. Fue así que llegaron siete por Buenos Aires, cuatro por Córdoba, tres por Salta, tres por Charcas (hoy Bolivia), dos por Catamarca, dos por Santiago del Estero, dos por Tucumán, dos por San Juan, dos por Mendoza, dos por Chichas (hoy Bolivia), uno por Jujuy, uno por La Rioja, uno por Mizque (hoy Bolivia), y uno por San Luis. La entonces Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe no enviaron sus representantes porque estaban en guerra con el Gobierno Nacional.
    Los dos representantes enviados por la provincia de San Juan fueron un sacerdote (Fray Justo Santa María de Oro) y un abogado: nada menos que don Francisco Narciso Laprida, a quien le cupo el honor de haber presidido el histórico Congreso durante el mes en el que declaró la independencia.
    De los treinta y tres miembros de ese Congreso, había dieciocho abogados (el 55%), doce sacerdotes o frailes (36%), y tres eran militares (9%). 
    Loa ya mencionados representantes de San Juan, más Tomás Godoy Cruz, Juan José Paso, José Mariano Sserrano, Mariano Sanchez de Loria, José Severo Malabia, Eduardo Bulnes, Jerónimo Salguero, José Pacheco de Melo y Juan Martín de Pueyrredón fueron algunos de los conspicuos integrantes de ese emblemático Congreso que no solo debía funcionar como órgano legislativo del Poder Ejecutivo encarnado en la figura de los directores supremos, sino que además se creó con el objetivo claro y concreto de declarar formalmente la independencia. 
    En el contexto de las circunstancias políticas imperantes, ello implicaba un serio riesgo, incluso de vida, para los congresistas que ejecutaran semejante decisión. Es por ello que podría calificarse a la declaración de la independencia de nuestro país, como un verdadero acto de valentía. En efecto, en 1816 la novel Argentina no pasaba un buen momento. Por un lado el rey Fernando VII había recuperado el trono de España y se disponía a sofocar la rebeldía de los insurrectos en sus dominios de América. Para ello había enviado una expedición de treinta mil hombres encabezada por Pablo Morillo, quien por entonces derrotaba a los insurgentes en Venezuela y Ecuador, y dejaba las manos libres a los realistas de Perú para aplastar cualquier movimiento rebelde en ese territorio y en los de los actuales Bolivia, Chile y Argentina. En ese contexto San Martìn organizaba, contra reloj, al Ejército de los Andes, para intentar revertir esta realidad y contrarrestar el avance español.
    Por eso resultaba indispensable dar un impulso a la desvinculaciòn con España, y permitirle a San Martín que iniciara su campaña como jefe de un país independiente, y no como un insurgente rebelde que pretendía apropiarse de lo que no le correspondía. Fue por eso que el Libertador presionaba tanto a los congresistas reunidos en Tucumán para que declararan la independencia.
    En ese marco, una de las primeras medidas del histórico Congreso fue designar a Juan Martín de Pueyrredón como nuevo director supremo.  Además se decidió que la presidencia del Congreso fuera mensualmente rotativa entre sus miembros, siendo su primer presidente el diputado Pedro Medrano, a quien lo tocó presidirlo entre su inauguración y durante todo el mes de abril de 1816. En el mes de mayo la presidencia del Congreso la ejerció Pedro Ignacio Castro Barros, en junio Teodoro Sánchez de Bustamante, y tal como lo señalé antes, en julio, mes en el que se declaró la independencia, le tocó el honor de presidir al honorable Congreso, al sanjuanino Francisco Narciso Laprida, quien por entonces aún no había cumplido los treinta años de edad..
    El día memorable de ese histórico Congreso llegó, un día como hoy, pero doscientos tres años atrás: el 9 de Julio de 1816, en el que fue formalmente declarada la independencia de nuestro país.
    El Congreso Nacional continuó sesionando en la provincia de Tucumán siete meses más, hasta que en febrero de 1817 se trasladó a la ciudad de Buenos Aires para proseguir su rol de órgano legislativo ordinario.
    Con el correr de los años, diferentes países del mundo fueron reconociendo la independencia de la Argentina. El primero en hacerlo fue Hawai, en el año 1818, luego lo hicieron Portugal en 1821, EE.UU en 1822 e Inglaterra en 1823. 
    
La Casa de Tucumán
    La llamada “Casa de Tucumán” es el lugar físico en el cual, dentro de la provincia homónima, se reunió el Congreso que declaró la independencia. Se trata de un inmueble que había sido construido hacia fines del siglo XVII por el aclalde Diego Bazán, cuyo hijo Juan Antonio Bazán, en el año 1760, entregó a su hija Francisa Bazán como dote para el matrimonio que ésta contrajo con el español Miguel Laguna, de quien enviudó en el año 1806. Por eso se afirma que el inmueble en el que se declaró la independencia perteneció a Francisa Bazán de Laguna, quien estaba sumamente orgullosa de que su propiedad fuera sede de semejante hecho histórico.
    En el año 1812 Doña Francisca ya había alquilado dicha casona al gobierno provincial, a tal punto que allí se instalaron los soldados del Ejército del Norte conducido por Belgrano, quienes obviamente no dejaron la casa en el mejor estado de conservación. Fue por eso que cuando llegó el año 1816, el inmueble que fuera sede del histórico Congreso, estaba en poder del Estado provincial, que lo poseía en carácter de inquilino de su dueña, la Sra. Francisca Bazán de Laguna. 
    Luego, cuando en febrero de 1817 se produjo el traslado a Buenos Aires del Congreso que había declarado la independencia, la casa fue destinada a diversos usos y finalmente devuelta a los herederos de Francisca Bazán, quienes la poseyeron hasta el año 1874, en el que, durante la presidencia de Nicolás Remigio Aurelio Avellaneda, fue adquirida por el Estado Nacional para ser utilizada como sede del Correo Nacional de Telégrafos y Comunicaciones.
    Por entonces la casa estaba nuevamente deteriorada, prueba de lo cual es una emblemática fotografía obtenida en el año 1869 por un fotógrafo italiano llamado Angel Paganelli, quien se había radicado en Tucumán en el año 1865.
    De cualquier modo el Estado tampoco hizo mucho para mantener al inmueble en un correcto estado de conservación, y aunque desde la presidencia de Alejo Julio Argentino Roca comenzó a destacarse su relevancia histórica, realizándose allí actos en conmemoración de la declaración de la independencia, en el año 1904 la construcción debió demolerse como consecuencia de su lamentable estado edilicio. 
    La demolición fue casi total, ya que el único lugar que quedó a salvo fue justamente la sala en la que se declaró la independencia. En 1941 la llamada “Casa de Tucumán” fue declarada Monumento Histórico Nacional, y en 1942, sobre la base de la foto de Angel Paganelli, y con la dirección del arquitecto Mario Buschiazzo, se la reconstituyó para llevarla a su forma original. 
    En el año 1976 el Gobierno de Tucumán expropió los terrenos linderos a la histórica casa, a fin de demoler todas las edificaciones allí existentes, y lograr que aquella se luciera íntegramente. Veinte años más tarde se realizó una restauración general de las puertas y ventanas del inmueble, pintándoselas de azul, tal como estaban cuando se produjo la declaración de la independencia en 1816. Por entonces el gobierno provincial las había pintado de ese color para que, junto al blanco de sus paredes, luciera con los colores de la bandera.
    La Casa de Tucumán está ubicada a dos cuadras de la plaza principal de la capital de Tucumán (denominada “Plaza de la Independencia”), en una calle peatonal cuyo nombre es nada menos que “Congreso”. La dirección exácta es Congreso Nro. 151 San Miguel de Tucumán. En el momento en el que se declaró la independencia, la calle se denominaba “Calle del Rey”.
    Desde el año 1992, cada 9 de julio la ciudad de Tucumán es capital de la República Argentina y sede del Poder Ejecutivo Nacional, realizándose allí el acto central de conmemoración de la declaración de nuestra independencia.

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