Publicidad

Opinión

Mi superficie verde… de abril

Una mañana, muy temprano, aun con una oscuridad cuarto menguante, que no recuerdo de que día de la semana, fui hasta uno de mis Poemas, que en sus tres primeros versos dice, “Hago una ventana con dos libros, uno de Albert Camus y otro de la Pizarnik, y con dos cuadernos donde escribo mis poemas la abro de par en par en el cuaderno de tapas amarillas” y por ahí salí…  Sí, tengo casi claro, que fue en Abril. Ahora no puedo disipar que obstruye mi claridad, para detalles de mi caminada de aquel día. Detengo mi escritura y cebo el mate muy despacio, como si estuviese distraído o buscando algo en esa ceremonia tan diaria, tan mía, tan de mi trabajo y tan del carácter de mis vínculos. Si, busco en la superficie verde de la boca del mate, que no es un circulo pequeño, domestico, es la inmensidad de un territorio en el que puedo extraviarme, porque alrededor mío no está la biblioteca, ni los cuadros, ni la música suave que pone mi compañera, ni los ruidos de afuera… miro o parece que miro desde adentro de una quietud que tampoco explico… sólo busco, eso es, sólo busco. Los Sujetos como ser-en-el-mundo, somos “descubridores”. Entonces cuando busco el concepto de la verdad, en el sentido de los griegos, que es el “descubrir”, el “desocultar”, busco mi Ser. Necesito estar en el centro de mi Existencia. Y el agua, que con una lentitud continua cae desde el termo sobre aquella superficie en la que hacen meses, tal vez, que estoy perdido, es una cascada que no tiene arco iris, porque no hay Sol, que no hace el ruido extenso de una caída. O… yo soy tan diminuto que ignoro mi alrededor… hasta que comienzo a sentir el rose del teclado de mi máquina donde escribo, en el dorso de mi mano izquierda, que se había posado ahí, como dormida, no adormecida, sino como en una espera con la palma hacia arriba mostrándome en cada arruga, en cada línea de su geometría, el texto que dice mi identidad, esas señas que son un dibujo, a trazos, del Inconsciente. En silencio, y casualmente, sin desparramar el agua que echaba en el mate, a pesar de que por aquella superficie verde anduve a saber cuánto tiempo. Tengo la vista sobre el teclado, y he escrito esto que les cuento, cuando decidí cebar el mate, sólo había puesto medio renglón después del título. Vagamente recuerdo que fue en Abril… y busco a JUANELE, así nombramos al Poeta Juan L. Ortiz. Los primeros versos de su poema “NO PODEMOS ENTRAR ABRIL… dicen,

“No podemos entrar, Abril, en tu dicha traslucida.
Hay una sombra, Abril,
la sombra de una inquietud,
que nos deja en la orilla, en la orilla, temblando, de tu dicha.
En la orilla quedamos, Abril, de los cielos y las aguas,
tan poco cielos y aguas,
que ya no son cielos y agua
…………………………………………………..”

Publicidad

 

Cierro la ventana hecha “con dos libros, uno de Albert Camus y otro de la Pizarnik, y con dos cuadernos donde escribo mis poemas”
fue hermoso…
he mirado la noche de cuarto menguante.

    Publicidad
    Más Leídas
    Publicidad