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Departamentales > El sufrimiento de una familia Chimbera

Murieron de Covid con 24 horas de diferencia y sus hijos denuncian que la ambulancia llegó tarde

El matrimonio Cooper-Rojas se despidió de este mundo sin la asistencia médica que necesitaban. Una triste historia para la reflexión y la crítica a un servicio que no funciona.

04 de junio de 2021

Felix Antonio Cooper falleció el lunes 17 de mayo y Ramona Evelia Rojas al otro día (el martes 18). Los dos tenían 80 años y estaban transitando la primera semana de aislamiento, después que el virus entró al domicilio y contagió al núcleo familiar: un hijo discapacitado en silla de ruedas (48 años), la hija mayor (Beatriz) y su familia que vive al lado, en el mismo terreno.

Ramona Rojas y Felix Cooper criaron a 5 hijos; tenían 16 nietos, más de 10 bisnietos y hasta un par de tataranietos.

“Fue desesperante ver por la ventana como mi hermana hacía lo imposible para revivir a mis padres, mientras afuera, con mis otros hermanos y los vecinos, llamábamos insistentemente al servicio de ambulancia del 107”, contó Juan, el mayor de los cinco hijos del matrimonio chimbero. “Realmente, mi hermana Beatriz es una heroína... hasta respiración boca a boca le hizo a mi madre para salvarla, pero no pudo”.

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La triste historia

Fue entre las 6:30 y las 7 de la mañana del lunes 17 de mayo, cuando Félix comienza a descompensarse. Su hija percibe que respiraba mal y que había perdido movilidad en parte de su cuerpo. Inmediatamente, alerta por teléfono a sus hermanos y llama al 107 para pedir el servicio de ambulancia.

“Yo llegué como a las 8:30 más o menos y ahí nomas, a los minutos, mis otros hermanos para, entre todos, desde afuera, ayudar en lo que pudiésemos a mi hermana”, contó Juan. “Le preguntamos por la ambulancia y nos dijo que ya la había llamado por segunda vez y que le habían dicho que ya había salido para acá... Esperamos unos minutos y volvimos a llamar para saber qué estaba pasando, por qué no llegaban. Al ver que no aparecían y que mi viejo se ponía peor, los vecinos, solidariamente, se sumaron a los llamados y a todos nos respondían lo mismo: “Ya está llegando”... Mi papá falleció a las 10 y la ambulancia del 107 apareció a las 12. Lo revisaron y así nomas, como si fuera un perro, dijeron: "Ya no hay nada que hacer y se fueron”.  

Cuenta Juan que, tras esto, nadie sabía qué hacer, cómo continuar. Así que llamaron a la Policía para informarles lo sucedido y a los pocos minutos los uniformados se hicieron presentes en el lugar, llamaron a los de Criminalística y luego un médico legista hizo el certificado de defunción.

A eso de las 17 horas, el servicio fúnebre levantó el cuerpo de don Cooper y lo trasladó a la provincia de Mendoza para cremarlo.

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“Le soy sincero, en ese momento estábamos como mareados... con una mezcla de sentimientos que es muy difícil de explicar", contó Juan con los ojos brillosos. "Sentíamos una tristeza inmensa porque se había muerto mi viejo y al mismo tiempo, una bronca, una impotencia...”. 

El dolor por la perdida en la familia Cooper-Rojas era inmenso, profundo, entrañable. Y al otro día, la misma historia, la misma película. Ramona se descompensa, le falta el oxígeno, los hijos y los vecinos llaman insistentemente al 107, las demoras, la desesperación y la muerte sin asistencia. En menos de 24 horas la misma trama, el mismo desenlace. 

“A mis viejos los mató la impericia de los que manejan el servicio de ambulancia. Los mató la burocracia del Estado, la mentira. Murieron así, porque eran pobres y viejos”, denunció Juan.

Horas eternas

Con Félix, la ambulancia llegó seis horas después del primer llamado y con Ramona, cinco horas más tarde.

El levantamiento del cuerpo de Félix fue rápido, ya que después que llegó la policía, en una hora y media se hizo el trámite. Pero con Ramona, la situación demandó más de cuatro horas, porque no había médico que firmara el certificado de defunción. Esa demora complicó los trámites con la funeraria, quién informó que no podía pasar a buscar el cuerpo hasta las 7 de la mañana del otro día, porque la empresa no contaba con un depósito para alojar fallecidos.  

Al final, el problema lo terminó solucionando el intendente del departamento de Chimbas, Fabián Gramajo, quien respondió al llamado de la familia y gestionó con el intendente capitalino, Emilio Baistrocchi, la posibilidad de un espacio, hasta el otro día, en el depósito del cementerio de la Capital.

“Si no hubiese sido por Gramajo y Baistroicchi, esa noche mis hermanos tendrían que haber dormido con mi madre muerta en la casa", dijo Juan.

De mal a peor

Como si esto fuera poco, Juan contó que al otro día, tenían que trasladar en ambulancia a su hermano discapacitado hasta el Centro de Salud Báez Laspiur, porque los médicos querían revisarle los pulmones, ante el cuadro que atravesaba de Covid.

"A media mañana empezamos a pedir el servicio de ambulancia y a eso del mediodía, llegó", relató Juan. "Pero el vehículo no era apto para trasladar a personas en sillas de ruedas, así que tuvimos que esperar 4 horas más, hasta que a eso de las 17 lo trasladaron en otra ambulancia", agregó.

Una vez terminados los estudios (tipo 18 horas), desde el Báez Laspiur llamaron a la ambulancia para confirmar nuevamente el traslado. Esta vez, hacia el domicilio de los Cooper Rojas: la ambulancia nunca llegó.

“Ya cuando eran como las nueve de la noche, con mi otro hermano decidimos no esperar más y lo trasladamos en la caja de una camioneta envuelta en frazadas y nailon para frenarle el frío" contó (fotos). "Ahora, mi otro hermano, el que lo subió, lo abrigó y le puso el nailon, está aislado con toda su familia porque ese día se contagió de Covid. Por suerte, están todos bien, pero creo que ni nosotros, ni nadie se merece lo que hemos vivido".

Al consultar a Juan si, junto a sus hermanos, iban a radicar una denuncia por lo sucedido, aseguró que no, porque no cuentan con los recursos para pagar a un abogado. "Además", dijo, "no estamos con los ánimos para hacer nada. Contamos lo que nos pasó para que los responsables se hagan cargo,  para que se sepa la verdad. Porque es así como nos estamos muriendo los pobres en San Juan", concluyó.

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