Publicidad

Opinión > Columna

No entiendo

Si algunos, escuchamos de algunos “no entiendo”, referido a la cotidianeidad, sería un síntoma de alivio. 

Si todos, escuchamos de todos “no entiendo”, referido a la cotidianeidad, sería el comienzo de la sanación de la Sociabilidad. 

Publicidad

Entonces, hubiésemos puesto en palabras, la confusión de nuestra situación en lo público, el fastidio, el cansancio, el hartazgo. Cada uno estaríamos yendo del Inconsciente al Consciente, con un “por qué” reprimido por la enajenación y la De-Subjetualidad (debilitación de la Subjetividad), provocada por el “Sistema de convivencia”. O sea, por el capitalismo que habitamos, o sea: con el “pensamiento calculador” como principal, obnubilando a hombres y mujeres y siendo el único que practican. Y desde ahí esta cotidianeidad mercantilista con la única sonante apelación desde el positivismo, esta mirada tecnológica, que hace a la época, una época tecnológica, y así la palabra es monopolizada por la máquina y los hombres y mujeres viviendo en una repleción de artificios. Y a la invasión de lo público por el dogma religioso se le enciman otros tantos dogmas, como ese que denominan “razón del mercado”. 

Registrate al Newsletter Recibí las noticias recomendadas en tu bandeja de entrada

Entonces, en ese ir del Inconsciente al Consciente con el porqué reprimido, estaríamos “a una reflexión” del comienzo de la construcción de Sentido de nuestra cotidianeidad. Y el “sentido común”, esa absurdidad propuesta y repetida desde artificios ocultos del poder, rodaría por las cloacas, después de haber envuelto en él los discursos y promesas del gobernante, los comentarios y los dichos de sus ministros, sus políticas sobre educación pública que no atañen a la educación pública, sus políticas sobre la salud pública que no previenen la enfermedad de los hombres y mujeres y tampoco atienden con recursos y los médicos necesarios la enfermedad de los hombres y mujeres, y sus políticas que no atañen para el bien-estar de la vida de los que caminamos las calles.

Calles donde, cada noche, duermen hombres y mujeres. En el norte de este país mueren niños por desnutrición y las políticas de estos y de otros tipos nunca alcanzan. Y en la proximidad, otros “no entiendo”, residuos de lo inexplicable, por ejemplo, entre tantos, organizaciones de hombres y mujeres sin trabajo o con trabajos precarios y esporádicos y que, sínicamente, el Estado les da una limosna, con la perversa intención de excluirlos del escenario de la construcción de la Cultura. Una limosna, una dádiva, una caridad para excluirlos de la construcción de su mundo histórico. No hay trabajo que los haga Sujetos Productivos, que les produzca su humanización. Bueno, en una representación vecinal del absurdo: una organización de esas que reciben la limosna, sostiene equipos de competición en bicicletas. Ese “sentido común”, colmado de “colmos”, entraría en los residuos del “no entiendo”.

Para mí. El “Sistema de convivencia”, es: Poder Político, Poder Económico e Imaginario Social. Nosotros aportamos al “no entender” desde el Imaginario Social. Este es la creación de significaciones y la creación de imágenes o figuras para sostener esas significaciones. Tiene dos componentes: el Efectivo, que es el de lo instituido, y el Radical, que es el de lo instituyente. Entonces, aquella sanación, sería: salir del componente Efectivo, pararnos en el componente Radical. Limpiar de “no entiendo” nuestra cotidianeidad que, en lo público de esta, está nuestra salud, nuestra formación y desarrollo, las leyes que determinan sus modos y posibilidades. Cotidianeidad atravesada por el dogma, que para uno de aquellos “colmos” se adorna con la fotito y los discursos del gobernante.

Publicidad

Con las últimas frases del “no entiendo” estaremos afuera, recuperando lo público, comenzando por las calles y por las plazas.
 

Publicidad
Más Leídas
Publicidad