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Opinión

Vivir sin miedo

“Vivir sin miedo”, quiero escribir sobre esto, y comienzo el texto con esta frase que no es una frase, que puede sonar como una sentencia, que es una necesidad que nunca deja de ser una necesidad. Que es fácil, pensarla como inherente a la Libertad, pero, aunque no lo pensemos, es inherente a la Vida.

“Vivir” y “miedo” son inherentes a la Vida. Y si es una necesidad y nunca dejará de serlo, entonces es nomas, inherente a la Vida. Ahora lo pienso como la esencia de la Incertidumbre. Y la Incertidumbre nos hace humanos. La Palabra nos hace humanos, y no son lo mismo. La Incertidumbre está asociada al Misterio de la Vida. Los que tenemos como oficio la Filosofía no intentamos develar ese Misterio. Yo, digo que “la Filosofía estudia la Existencia”, entonces estudia la Vida. Sólo, y “sólo” no porque sea poco, no porque no baste, sino como “todo,” podremos reconocer “un límite”, y ahí está el Misterio de la Vida.

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Vuelvo a, “vivir sin miedo”. Los individuos, todos, ateos y creyentes, llevamos a cuestas un “par contradictorio”, primitivo, terrible, doloroso que es “Finito-Infinito”.

Es la primitividad de lo que llamamos Angustia. Los ateos llevamos a cuesta el par y eso nos conceptualiza la Libertad. La Libertad Existencial. Que, entonces, es inherente a la Vida, pero hay que sostenerla. La no ausencia de ese par contradictorio “Finito-Infinito” es el concepto de “Ateo”.

Los creyentes “fugan” del par contradictorio con la adopción de “un dios” en el que “diluyen” la “Finitud”.

Le pongo comillas al fugan, porque es aparente, al par lo ponen en un lugar recóndito del Inconsciente. Sólo doy mi explicación de esto. Es humano, tan humano que, en la psicología de Carl Jung, “dios”, aparece como un Arquetipo en su concepto de Inconsciente Colectivo.

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En nuestra cotidianeidad, ateos y creyentes, simulamos la muerte. De lo contrario no podríamos amar, trabajar, estudiar, vagar… no podríamos vivir. Sí, eso… no podríamos Vivir.

Pero… está ahí, abajo, detrás.

Por eso usamos ese vocablo “destino” en nuestros sucederes de la cotidianeidad, que es vacío, que fuga de lo humano. Y que sólo se significa si lo referimos “a la muerte”. Pero no es así en el multiuso que le da el individuo.

 

Entonces, sí: “vivir sin miedos”. Será posible, sin los miedos que nos asocia la ignorancia, sin los que nos asocia el sistema de convivencia para debilitarnos la Subjetividad. Por ejemplo: sin los que usa el mercado para amenazarnos por el costado de la Salud, por el costado del Trabajo, por el costado de la Libertad.

En este sistema capitalista, de acumulación y daño, que se sostiene en la destrucción del Sujeto, cada uno de nosotros es el centro de una multiplicidad de amenazas. El capitalismo nos amenaza e inmediatamente nos ofrece el artificio que debilitaría esa amenaza. Así el individuo tiene una mirada tecnológica y la era en que vive es tecnológica.

La democracia es un sistema de convivencia del capitalismo.

Vivir sin esos miedos provocados en la cotidianeidad, requiere del “darse cuenta”, es un estado de oposición, de consciencia. Necesita del conocer.

El miedo del niño a la oscuridad, es el miedo que tiene del abandono de su madre. Esto como ejemplo. Hay una asociación en su aparato psíquico. De grandes, asociamos y nos provocamos miedos.

 

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Aquí me detuve. No pretendo escribir un ensayo ni, aun breve, sobre el “vivir sin miedo”, sólo una reflexión. Dejé la máquina y le llevé uno de mis mates amargos a mi compañera que se comunicaba con uno de nuestros hijos. Hago un esfuerzo para que mis asociaciones tengan la racionalidad que me permite lo que ignoro y lo que conozco…

En la cotidianeidad… la Salubridad es “vivir sin miedos”…  La Salubridad es un trabajo… como la Identidad…

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