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Opinión

¿Es Verdad…?

(Compartir mis escritos, tiene el carácter de la historia que en “El libro de los abrazos” cuenta Galeano, en "La función del Arte/1", cuando el niño, ante la inmensidad del mar, dice: - ¡Ayúdame a mirar! - )

Dedico este texto
a esos que llevan debajo del barbijo
la máscara aquella, que escondían
detrás de los carteles de campaña,
y que, aun ahora, a pesar
de tanta amenaza colectiva de enfermedad y de muerte,
no dejan de mentirnos

No voy a buscar el concepto griego de “verdad”. No voy a hablar del ser-en-el-mundo como “descubridor”, como “desocultador”. Ni voy a buscar en “De la esencia de la verdad”, de Martin Heidegger. Un libro que cada tanto releo, porque me seduce este concepto, casi como me seduce el concepto de “Tiempo”. Pero, sí cuento dos renglones del comienzo de ese libro. En las “Observaciones introductorias”, dice Heidegger: “...cómo se entendió la verdad en el inicio de la Filosofía occidental, es decir, qué pensaban los griegos de eso que nosotros llamamos “verdad”. ¿Qué palabra tenían para ella? La palabra griega para verdad- esto nunca se puede tener demasiado presente, y hay que hacérselo presente una y otra vez, casi a diario- se llama no-ocultamiento. Algo verdadero es, algo no oculto…”

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“Lo que nosotros llamamos lo verdadero, los griegos lo entendían como lo des- culto, lo ya no oculto; lo que es sin ocultamiento, y por tanto lo arrancado al ocultamiento…”

He escuchado a algunos intelectualmente distraídos, decir: “la verdad no existe”. Usado este dicho, generalmente, como cierre de alguna discusión. Entonces, ¿desde dónde es dicho eso…? y, supuestamente desde una “verdad”. Por lo tanto, “la verdad no existe”, es una locución que se anula, a sí misma, inmediatamente. Niega, con un carácter de “verdad”, la existencia de la “verdad”. Es una tautología extraña, simula parte de su ser tautológico. Esa simulación expone lo dicho como una negación.

Por lo tanto: si es “verdad” lo que dice, “la verdad” si existe. Si no es “verdad” lo que dice, “la verdad” existe.

Bueno, dejo estas dos lecturas aquí, adentro de mi máquina, cerrada o en pausa, porque quiero mirar, observar o tal vez buscar, “la verdad” en lo público de nuestra cotidianeidad. Y digo “quiero”, porque la voluntad de hacerlo está entre el Deseo y la Necesidad. Próxima al Deseo, para poner la pertenencia que nos tenemos en el dominio del juego. Dice Humberto Maturana, que si recuperáramos el juego cambiaría la Sociedad. Y yo adhiero a esa sentencia. Y próxima a la Necesidad, porque pienso que es posible una nueva Sociabilidad.

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“La verdad”, eso, eso que está en nosotros y no sé dónde. Eso, que siempre lo es ausente de su lugar. Eso, que esconde su identidad. Que se escurre, que se extiende y si apoyamos todo nuestro cuerpo ahí, en esa extensión, nos tranquilizamos, pero por un tiempo indeterminado, tal vez breve, tal vez hasta el acoso de estímulos inesperados. Si producimos nuestra Subjetividad, negamos los acosos de estímulos inesperados. “La verdad”, eso, que esconde su identidad. Que se escurre, o que se contrae y como un algo diminuto podría esconderse en ese montoncito que hacemos si juntamos los cinco dedos de la mano… cuando hacemos ese montoncito con los cinco dedos de la mano y lo movemos con continuidad y mirando al otro… ¿no estamos preguntándole algo, que tiene que ver con una duda referida a “la verdad”? 

“La verdad”, sólo es una palabra, cortita, con “ve” corta… yo la veo así. Me la represento de color azul claro, no celeste, si no azul claro. No se destiñe a pesar de los miles de años que el ser humano lleva habitando la Tierra, relacionándose, sociabilizándose.

Yo he dejado la máquina y estoy apoyado en la ventana, mi pieza está en un primer piso, y mi casa en una calle de mucho tránsito a pie. Hombres y mujeres, van y vienen, porque por ahí se compra y se hacen algunos trámites, de esos que nos exige “el estar al día con todo”. Miro desde arriba, tengo que distinguir la verdad, quiero distinguirla en la multitud, ver como se escurre entre algunos y como se detiene en otros. Aunque no lo vean a eso, cortito, azul claro, como si fuese algo que pierden… cortito y no rigida, yo la veo como una onda suave, y con “ve” corta. No está ahí detenida, o más claro, es decir: no está ahí, anda por ahí, está por ahí, y el “ahí” es un “aquí”. Es un objeto burlesco o juguetón o escurridizo, por su carácter, por tan antiguo o primitivo, en la Vigilia. Para vos y para mí, es como el Agua y como el Aire, porque para la Sociabilidad, sostenida en la Tranquilidad en lo público como Propiedad Social, y sostenida en la Salubridad que nos conforma la exterioridad, que en lo público es Propiedad Social, es constituyente. Seguramente, el más primitivo de sus constituyentes… la esencia… el concepto, para elaborar otros conceptos que la  hacen.

Así, como es el Agua y el Aire para vos y para mí, así es “la verdad” para la Sociabilidad… ¿y qué es o cómo es, la Sociabilidad para los hombres y mujeres?

Y digo: en la Vigilia, porque ahí tiene ese carácter de “anterior a todo” y ausente, de parecer inaprehensible, de nombrada y nombrada como si hombres y mujeres la buscasen con alguna desconocida desesperación, con una ansiedad provocada por la ausencia, como si todo el tránsito que yo observo desde la ventana de mi pieza, fuese provocado y mantenido por esa búsqueda en silencio. ¿O será una búsqueda a escondidas…? ¿…a escondidas de quién… de “la verdad” o del hombre y de la mujer?  Todo eso que veo y que otras tantas veces yo formo parte, ¿No será la misma búsqueda, con escusas varias y variables, y que parece interminable?

¿Cómo “interminable”…? ¡Que fastidioso, que perturbador, si es así, interminable!

Si somos “hombres” y “mujeres” porque somos “des-ocultadores” el Ente tiende a esconderse, dice Heráclito… o según Diels: el fragmento 123, dice: “La naturaleza (phisis) gusta ocultarse”.

Y yo digo: sí, en vigilia… porque en los sueños, es distinta. En los sueños, tiene apego al cuerpo, a la Palabra, a las emociones, no es escurridiza, no tiene ausencia, se extiende o se achica pero siempre está ahí, en el tiempo y en los espacios del sueño, de color azul claro… tal vez, un poco más oscuro ese azul… si, tal vez. Es más próxima o no esconde su intimidad con el que sueña. Pienso que en el sueño es como es…  Es como es, pero a cada uno que sueña se le muestra de forma particular, como reafirmando la singularidad del Inconsciente.

Bueno… esto que digo, me hace pensar que habita como nativa, el Inconsciente. Digo: es de ahí. Ninguno podría describir su forma, su figura, describir su geometría, porque no es estable y no encaja en los conceptos Euclidianos. Porque es oriunda del Alma, digo: oriunda del Inconsciente. Yo conceptualizo: Alma=Inconsciente.

La verdad como lo primitivo en el individuo, como lo siempre necesario para el movimiento y aparentemente inaprehensible, no se fuga de la racionalidad, se oculta tal vez por un miedo ancestral del individuo. Tal vez se apega a la simulación del par contradictorio y doloroso Finito-Infinito, que el hombre y la mujer hacemos para poder hacer la Vida. Pero sólo se apega, se contagia con la simulación, ya que “la verdad” es fundante en la construcción del Camino que tenemos que construir para habitar.

“La verdad” está en el interior de nuestra experiencia, habita la experiencia. “Yo estuve ahí”, eso es la experiencia. Y será experiencia si el “yo estuve ahí” es “verdad”. Está ahí, “la verdad”, estuvo y sigue estando, aunque el individuo ya no esté ahí. Es como un rastro imborrable. Estuvo ahí porque es constituyente de la experiencia, desde antes, estuvo en el suceder, estuvo en el hecho, estuvo en la emoción o en el asombro, estuvo en la provocación, y desde ahí va a la experiencia. Y también está en la Sociabilidad, porque la constituye.

Los hechos, los sucederes, que son la “Manifestación de la Vida”, para ser experiencia son habitados por “la verdad”, que después va en la “experiencia”, conformándola.

Desde cuando hay, dos seres humanos habitando “la Tierra de los hombres y mujeres”, desde cuando estos tienen cercanía, y entre ellos la necesidad de relacionarse, y en esta, es intrínseco un modo, un determinante, para que sea posible su satisfacción, al modo, al determinante, es lo que denominamos “verdad”.

Eso que denominamos “verdad”, también, hace el Pathos de la relación.  

“La verdad”, conceptualmente, es “una necesidad” intima, solidaria, o es parte, de la necesidad de Sociabilización.

La Sociabilidad se perturba, cuando esa necesidad se oculta, se niega, se trata de sesgar, por temor a esa necesidad, por debilidad, por alienación o por estar cooptado por el dogma. Por cualquiera de los dogmas con los que el sistema de convivencia invade lo público.

Sigo mirando, desde la ventana de mi pieza, la multitud que va y viene por las calles de la ciudad. Y fui por otras calles, por otras multitudes, por cualquier pueblo, por cualquier comunidad, por cualquier etnia, entre a otros sistemas de producción, anduve entre hombres y mujeres a los que no le entendí el idioma, hombres y mujeres con vestimentas y costumbres que me provocaron la atención y el asombro, estuve en el desierto donde muy poquitos individuos, siempre al menos dos, hacían una comunidad nómade con cabras y camellos. Crucé por la ciudad repleta de luces y de estímulos, miré las calles de pueblos alejados, de pocos pobladores, recónditos.

“La verdad”, sólo es una palabra, cortita, con “ve” corta… yo la veo así. Me la represento de color azul claro, no celeste, si no azul claro.

La obnubilación del “pensamiento calculador” que es el único que practica el individuo, el positivismo, la ambición, la apropiación y la acumulación, la niegan, la ocultan, con descaro porque no es posible invisibilizarla-“la verdad”, conceptualmente, es “una necesidad” intima, solidaria, o es parte, de la necesidad de Sociabilización-la, supuesta e intencional, ocultación con el sometimiento, con la servidumbre, con la imposición del poder económico o el poder de los políticos que gobiernan.

Estos son quienes tratan de invisibilizarla, rompiendo el contrato implícito, que hay entre “los que gobiernan” y la Sociedad Civil. Contrato que debe ser construido, fundado, obviamente, por “la verdad”.

Estos “tipos”- que ya son “un tipo” de individuos- son quienes desconocen el contrato, fundamental, ya que se hace inherente a la necesidad de Sociabilidad.

Lo desconocen… no por ignorantes, porque una necesidad propia, inherente a la Intersubjetividad, no se ignora, sino que “la desconocen” por narcisismo, por ambición, por perversidad… la simulan, intentan disfrazarla con la misma mascara que ellos usan para hablarle a los hombres y mujeres que son la Sociedad Civil.

Estos tipos son los que repiten: “La verdad no existe”.

 

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