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Malestar entre los vecinos tras el incendio ocurrido en Trinidad
Los vecinos siguen buscando respuesta sobre lo que fue este incidente. Según contaron, hace más de ocho años presentaron una nota a Medio Ambiente para que inspeccionaran el depósito y jamás concurrieron al lugar.
POR REDACCIÓN
Donde hubo fuego, cenizas y "críticas" quedan. Luego del incendio del depósito de agroquímicos en Trinidad, los vecinos empezaron a recuperar de a poco la normalidad. Entre temor y precaución comenzaron a salir de sus hogares. Abrieron puertas y ventanas para que el sol y el aire volvieran a penetrar en el interior, ya que se encontraban cerrados para evitar que el humo ingresara. Esto, además del enojo que les provocó el incidente.
En esta zona están dispuestos varios comercios. Desde kioscos hasta concesionarias de vehículos, quienes luego de dos días, levantaron sus persianas y retomaron las actividades comerciales. Mirta Muñoz, es vecina y tiene junto a su marido una agencia de quiniela en el frente de su casa. Entre angustia y rabia cuenta cómo fue la situación que les tocó atravesar aquella madrugada del siniestro.
“Estuvimos cuatro horas y media en la vereda. Pudimos ver y sentir las explosiones. Teníamos miedo que el fuego se propagara”, ellos viven a dos casas del lugar del incendio. “Hay que agradecer que las llamas no llegaron hasta la vereda porque allí pasan las cañerías de gas, sino volaba todo Trinidad”, esbozó con pánico al imaginar lo que hubiese sido esa situación.
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“Es una falta de respeto que desde ese organismo digan que no sabían lo que funcionaba allí, donde en la puerta hay un cartel gigante que indica el rubro al cual pertenecen”, comentó indignada. Vale resaltar que desde Sanidad Vegetal dijeron a DIARIO HUARPE que este local no estaba declarado y por ende tampoco tenía la habilitación que expide este organismo gubernamental. Diego Molina, el director de la repartición agregó que ellos desconocían que allí almacenaban los químicos, siempre pensaron que era un lugar destinado a guardar las maquinarias que utilizaban.
Carmelo Trícoli, otro poblador de la zona, dijo que él fue uno de los primeros en salir al ver las llamas. Notó como hacían estragos dentro del depósito. Pero su relato no quedó estancado en este hecho que pasó, sino que su preocupación es por otros comercios de la zona que se dedican a la venta de productos con similares características. “Ahora nosotros seguimos con miedo, porque en estas dos cuadras hay varios locales con elementos inflamables y queremos que desde los organismos que correspondan traten de controlar estos comercios para evitar cualquier tipo de incovenientes”.
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Otros vecinos, señalaron que estos días fueron difíciles porque al estar el transito interrumpido no podían ingresar los vehículos y circular por las veredas ya que estaba vigente el consejo de Protección Civil para resguardarse de la combustión. Gabriela Páez, vive por calle Agustín Gómez. Ella vivió una noche de terror, “salimos asustadas por la explosiones, mi hija que tiene cuatro años no pudo dormir durante toda la noche. Mi mamá que es una señora mayor tuvo que salir con barbijo porque el olor era muy intenso”. Por su parte, Ester Guzmán, otra habitante, que tiene su casa por calle Saturnino Sarassa, dijo que no pudo salir durante dos días por el olor y también por el humo que invadió todo su sector. Justo ese día soplaba viento Norte que hacía que las bocanadas de humo se trasladaran hacia el Sur.
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Sobre el verde de los químicos fusionados sobre el pavimento comenzaron nuevamente a circular colectivos, autos, motos y bicicletas. Era indefectible que cuando pasaran por el lugar las miradas se dirigieran a esa "mole de cemento", con las paredes quemadas y los vidrios rotos. Las esquinas seguían luciendo una capa de engrudo formada por los insumos apagados con la mezcla de agua y espuma. Las cunetas tapadas, repletas de agua y hojas formaban un tapujo que seguía emanando un fuerte olor a azufre.