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"Yeguas del Apocalipsis": una muestra del grupo activista de Pedro Lemebel y Francisco Casas
POR REDACCIÓN
09 de octubre de 2019
La exposición "Yeguas del Apocalipsis", que se exhibe en Proa21 hasta diciembre, recopila por primera vez en el país la producción de ese grupo estético-político conformado por los escritores chilenos Pedro Lemebel y Francisco Casas durante la transición a la democracia de Chile, y acerca así la potencia de dos artistas que con sus cuerpos construyeron un manifiesto cultural alternativo contra el orden heteropatriarcal, neoliberal y colonial. Transgresores, disidentes, irreverentes, Pedro Lemebel (1952-2015) y Francisco Casas (1959) crearon en 1987 y hasta 1997 el colectivo activista "Yeguas del Apocalipsis" con el que hacían, desde la puesta en escena de sus cuerpos, intervenciones de carácter efímero por fuera del circuito oficial, como dispositivo de resistencia y cuestionamiento al contexto social y político. Parte de esa producción -diseminada entre familiares, albaceas y el propio Francisco Casas- es la que recupera la muestra de PROA 21 (avenida Don Pedro de Mendoza 2073): se exhibe el registro de sus intervenciones, hay dos instalaciones que recrean esas perfomances y se exponen series fotográficas sobre algunas de sus acciones, entre ellas "Las Dos Fridas", en la que recrearon la emblemática obra de la artista mexicana. "Es una revisión, es parte de una memoria colectiva y de un diálogo que sigue trabajando. Las Yeguas del Apocalipsis es un imaginario que está presente en la fotografía, en la perfomance, en la literatura. Es una metáfora que tiene que ver con devenires minoritarios en Latinoamérica, con ser transexual, ser lésbica, ser todos los etcéteras", dice a Télam Francisco Casas. Más que artísticas, las obras de las Yeguas son políticas por descaradas. "Ellos siempre se pensaron desde un lugar político, la función nunca fue la obra ni el canal del arte y tampoco entraron a espacios institucionales como galerías o museos, porque para ellos era una institución colonial que ejerce discriminación sobre ciertos sujetos", explica, a su turno, el curador Víctor López Zumelzu. De hecho, ninguno de los dos escritores pensaban sus intervenciones como perfomances, más bien "era una forma de acción desde la escritura. El papel no puede contener toda esta irrupción del presente, entonces toma otra forma en una acción, como una salida de la hoja y un modo de correrse del lugar simple de la denuncia y poner el cuerpo, que siempre está presente". Una de las acciones que abre la muestra es la que realizaron en la Comisión de Derechos Humanos en 1989. Sobre el piso de Proa21 un gran mapa de América Latina, con vidrios de Coca Cola rotos sobre su superficie, recrea la instalación que hicieron ese día cuando bailaron sobre la cartografía de la región una cueca con auriculares. Y en las paredes, una serie de fotografías de Paz Errázuriz testimonian el evento artístico. "Decidieron tomar acción para acompañar a las madres de los detenidos desaparecidos, diciendo ellas no están solas, también estamos los disidentes, los homosexuales, los que pensamos que tenemos que tener una voz", cuenta el curador sobre una de las obras pioneras del grupo, cuya obra se desarrolló durante la transición a la Democracia tras años de dictadura de Pinochet. Mientras que con "Lo que el sida se llevó", del mismo año, las Yeguas del Apocalipsis -que también fue instalación pero aquí se exhibe en imágenes- evocaron emblemas culturales, como la estética del cine hollywoodense, vistiéndose con prendas del mercado persa y de amigas travestis, algunas de ellas víctimas del VIH-sida. Impactante es la instalación que reedita el homenaje a Sebastián Acevedo, el minero que se prendió fuego para saber el paradero de sus hijos desaparecidos. Ese episodio fue resignificado por las Yeguas con una instalación de cal y carbón -en referencia a los mineros y a los cuerpos enterrados bajo la cal en Pisagua, donde funcionó un campo de concentración-. Y ellos, como el minero, se prendieron fuego. El fuego para Lemebel, el autor de "Tengo miedo, torero", fue una constante, como en su última perfomance, un año antes de su muerte, de la que se muestra un registro visual: se trata de una intervención en el frente de un museo, donde Lemebel, completamente desnudo al interior de un saco marinero, se arrojó sobre los escalones en llamas. Así como de Lemebel, también hay dos obras de Casas, una muy reciente, "Los mitos del Yacuruna", donde aborda la figura de esa deidad del agua no binaria del Amazonas y dispara su crítica a la destrucción del medioambiente. Pero más significativa es la obra de la bandera rosa, una crítica al partido comunista: en una perfomance que llamó "Ciao Bella", Casas quemó la estrella de la bandera, como gesto para reflexionar "sobre la vida y la muerte, los detenidos desaparecidos de Chile y de América Latina, la homofobia del Partido Comunista, los locos, los que cruzan las fronteras", dice el curador. A tres décadas de las Yeguas, para Casas "no han habido avances", lo que hay "son nuevos mercados. Hay una agenda económica de los mercados pero también de las izquierdas mundiales. Y principalmente, hay una derecha que le interesa que los etcéteras sigan comprando en los shoppings".
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