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En Argentina

Alerta cocaína: una sustancia de corte les “pudre” la carne a los adictos

Es el levamisol, un desparasitante de animales usado por narcos para estirar la droga: produce una patología que afecta la sangre y lleva a lesiones en el cuerpo. La Policía Federal lo detectó en varios tests y médicos nacionales ya estudiaron a víctimas.

POR REDACCIÓN

30 de enero de 2017

En la subcultura de consumidores de droga argentinos, la expresión “tomar de la buena” es quizás la mayor fantasía de todas.

En octubre del año pasado, la revista de la Sociedad Argentina de Hematología publicó un estudio clínico a cargo de las doctoras María Elisa Maciel y Karen Duranona, dos especialistas del Hospital J.R Vidal de la ciudad capital de Corrientes.

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El trabajo se tituló “Agranulocitosis adquirida: planteos diagnósticos” y definió a la patología como “un síndrome clínico-hematológico asociado a manifestaciones infecciosas severas”, con una baja de las defensas a causa del descenso de los neutrófilos, el principal tipo de glóbulos blancos en la sangre.

La agranulocitosis, también conocida como neutropenia, es una enfermedad de origen principalmente farmacológico, provocada por la ingesta de substancias. La enfermedad puede ser mortal, aunque puede ser aliviada si se interrumpe el consumo de la droga que la causa.  Su consecuencia más extrema, tras síntomas como fiebre alta, es la necrosis de las células. Las lesiones pueden verse en nariz y orejas, también en mejillas. La cara del paciente, en cierto punto, se pudre.

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El estudio correntino de las doctoras Maciel y Duranona se centró en el caso de un hombre de 43 años, un consumidor frecuente de cocaína que había visitado el hospital Vidal tras sufrir episodios de fiebre por las noches, entre otros síntomas. Con los días, la fiebre aumentó, con picos de 39 grados. Un test descartó la posibilidad de HIV, hepatitis B, Chagas y otras enfermedades infecciosas. Así, comenzaron a tratarlo con penicilina. Sin embargo, la fiebre persistía. Mientras tanto, sus estudios de sangre presentaban valores altamente irregulares: una úlcera ya estaba presente en su nariz.

El paciente, un artesano y pintor con una vida trashumante, apenas asistió a una sola consulta tras recibir el alta. No continuó el tratamiento; las doctoras Maciel y Duranona intentaron contactarlo sin éxito.

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En su trabajo académico, las médicas correntinas citaron otro paper local de octubre de 2013, en donde cinco médicos del Hospital Británico investigaron el caso de un hombre de 36 años, un adicto con un hábito pesado de dos a tres gramos diarios y un tabaquismo de medio atado por día, además de otros estupefacientes como ketamina en su mezcla cotidiana. El hombre balanceaba la subida de cocaína con la meseta del clonazepam: dos miligramos cada doce horas.

Tal como el correntino, ya presentaba una primera úlcera, esta vez dentro de la mejilla derecha. Una tomografía computada en el macizo facial y en el tórax reveló “ocupación de senos maxilares y celdillas etimoidales”. El diagnóstico fue, nuevamente, agranulocitosis. El paciente, tras recibir el alta, nunca volvió al Británico para realizar controles.

En ambos casos, los especialistas señalaron al consumo de cocaína como el factor que disparó la enfermedad: la adulteración de la substancia era el principal problema. Entonces, ¿qué tenía la droga que enfermó la sangre de estos dos pacientes? ¿Con qué químico tóxico estaba cortada? Ambos trabajos académicos apuntaron a un solo responsable: el levamisol.

Empleado como desparasitante tanto en perros y gatos como en ganado bovino, el levamisol hasta había sido usado como inmunomodulador para tratar diversos cánceres en Estados Unidos hasta su prohibición para uso humano debido a efectos secundarios indeseados. Con respecto a su aplicación para cocaína, médicos de todo el planeta, incluidos especialistas de la prestigiosa Mayo Clinic de Nueva York, estudiaron con resultados concluyentes las graves patologías que provoca. Los narcotraficantes lo emplean para cortar droga por dos motivos. El primero es el efecto que el levamisol tiene sobre la dopamina en el cerebro humano, algo que incrementa el subidón que produce inhalar una dosis. El segundo es netamente estético; la substancia tiene un brillo particular que ayuda a mejorar el aspecto cristalino del producto.

Hoy, la alerta está mucho más cerca de lo que parece.  El levamisol también está presente en las estadísticas argentinas, aunque en un número significativamente más bajo. Según datos del Laboratorio Químico de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal a los que accedió Infobae, el desparasitante fue encontrado en cien de ocho mil muestras de cocaína analizadas el año pasado, es decir, el 1,25 por ciento. Para los investigadores locales, se trata de una cuestión de ruta y proveniencia.

Para la Policía Federal Argentina, el levamisol es una marca clásica del gran jugador histórico del narcotráfico latinoamericano: Colombia, con un derrotero de exportación hacia Europa y Estados Unidos que evita en buena parte el mercado argentino.

El mapa del levamisol presente en la cocaína se vuelve el mapa de la cocaína mismo. Históricamente, la droga que se consume en Argentina provino de Perú y Bolivia, países que no emplean levamisol en sus mezclas, al menos en teoría. Sin embargo, la alta presencia de polvo con desparasitante en Uruguay y la correspondiente alerta del Gobierno a los consumidores habla de un cambio de geopolítica narco que tiene que ser analizado.

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