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A propósito de Beccacece

POR REDACCIÓN

24 de diciembre de 2019
Así como los buenos ciclos de los entrenadores competentes reposicionan a los clubes también puede pensarse en el orden opuesto y algo de eso se cifra entre Sebastián Beccacece y Racing. Racing apuesta al mejor enroque posible tras una salida, la del "Chacho" Coudet, si no extemporánea en alguna medida insospechada hace un puñado de meses. Se entendía que con el aval de la Superliga ganada, del plantel, de la comisión directiva y de la exigente hinchada de "La Acadé" no había motivos para suponer que no fuera Coudet el conductor de la cruzada en pos de la cuenta pendiente que supone la Copa Libertadores. Acaso por un desgaste prematuro, acaso por lo irresistible del ofrecimiento de Internacional de Porto Alegre o un poco de cada cosa, el otrora interior derecho platinado ya es historia, bronce y la alta vara de una segunda vuelta olímpica (el Trofeo de Campeones ganado a Tigre en Mar del Plata), 62 por ciento de los puntos y a nada más que cuatro de Argentinos Juniors en la Superliga en curso. ¿Es Beccacece el sustituto ideal? A falta de una respuesta consistente, puesto que no la habría en ningún caso y fuere quien fuere, podría convenirse que entre Coudet y Beccacece hay elementos en común que no llegan a diluirse del todo si se pone sobre la mesa la distinción de que a grandes rasgos aquél es partidario de un juego más directo y éste de un juego más apoyado en la tenencia de la pelota. El desafío de Racing va de suyo: amortiguar los efectos traumáticos del egreso de Coudet y disponer de un plantel de nivel lo suficientemente alto como para aspirar a nuevas coronaciones. Pero Beccacece también afrontará sus propios desafíos. Amén de administrar ese plantel de jerarquía, refutar la malsana hipótesis de que ingresa en el copioso casillero de los directores técnicos que dan el gran salto al frente de equipos de los denominados "chicos" y cuando llegan a uno de los cinco grandes tradicionales se descascaran. Viene, Beccacece, de una experiencia mala por donde se la mire. Su campaña en Independiente no fue de las peores, ni mucho menos, pero el equipo jamás llegó a perfilar algo parecido a una impronta reconocible, tal si hubiera habido problemas de comunicación, de transmisión y de afinidad con los jugadores. En realidad, si se exagera un poco, tal vez no tanto, podría deducirse que en universo de Independiente el pelilargo rosarino acabó por ser registrado como una decepción tamaño Amazonas. Nadie o pocos lamentaron que se fuera y su viaje sin escalas a la otra vereda es vivido con relativa indiferencia. Personaje de moda y de muy buena prensa es Beccacece, cuya cresta de la ola está ligada a su condición de ayudante de campo de Jorge Sampaoli y al muy meritorio Defensa y Justicia que, conste, con poco hizo mucho. Y así como no merece el hiriente mote de "vende humo" con el que es descalificado por más de cuatro cibernautas de las redes sociales, habrá que ver ahora en Racing si justifica el privilegiado lugar que ostenta en la agenda y en las carpetas donde relucen los nombres de los entrenadores top.
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