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A veces se gana, otras se…aprende

En una sociedad en donde los fracasos están mal vistos, y lo que se busca es el éxito, el cometer un error pone en la luz a los más débiles.

Sin embargo, cuando entendemos que cuando los chicos se equivocan y podemos trabajar junto a ellos la frustración que ello conlleva, estamos brindándoles un regalo de por vida. Los niños que pueden hacerle frente a la frustración, serán adultos menos conflictuados con este tema.

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Crecer implica cometer errores. Pero equivocarse puede ser una experiencia en la cual nuestros hijos ensayen la resiliencia emocional. Aprender a ser resiliente implica capitalizar losdesafíos y los obstáculos para volverse más fuerte y estar mejor preparado para una vida llena de sorpresas. Los errores de hoy son las experiencias de mañana.

La infancia es el momento de la vida en el que los chicos deben aprender a equivocarse y a aprender de los errores. De lo contrario, serán adultos sin perseverancia y no creerán en sus habilidades y sus capacidades para tener éxito.

Alentemos a los niños a que pidan ayuda. Un niño que pide ayuda de pequeño, podrá hacerlo de grande.

Los niños que pueden aprender a capitalizar los errores y seguir adelante están mejor predispuestos a enfrentar desafíos, aprender de los errores y ver las críticas como algo útil en lugar de verlas como un motivo para rendirse. Éste es el tipo de pensamiento que mantiene a los chicos  motivados, incluso cuando el aprendizaje significa esforzarse.

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Enseñémosles que muchísimos inventos o creaciones ¡surgieron de errores! El microondas, las galletitas con chips de chocolate, la penicilina, el telescopio, el velcro y muchas otras cosas fueron el resultado de intentos fallidos, a cargo de personas, que, en vez de frustrarse, siguieron adelante. Y si de personas hablamos, recordemos que a Walt Disney lo despidieron de un periódico por no ser creativo, o que Steve Jobs lo despidieron de su propia empresa. Fue la manera en manejaron su frustración y esos desafíos u obstáculos lo que marcó la diferencia. Una característica que distingue a la gente que triunfa, sin duda,  es no sólo su talento,  su pasión y dedicación por lo que hacen, sino que además, la manera en que identifican, enfrentan y manejan sus debilidades y cómo actúan frente a los obstáculos o desafíos.

Hay una campaña de Honda en donde se muestran a pilotos cometiendo errores…¡chocando! Honda les agradece en su comercial, porque gracias a ellas aprendieron de los errores. Esto los ayuda a detectar fallas, y por en ende a mejorar.

Debemos naturalizar y desdramatizar el cometer errores, entendiendo que son una parte muy importante del proceso de aprendizaje.

Por mucho tiempo se ha visto a los gerentes de empresas buscar y marcar los errores. No es poco común ver en las aulas a los docentes corregir a los alumnos. A mi criterio se está poniendo mucho más el foco en el error que en el acierto o los logros. Se pone le foco en aprobar y no en aprender. Cometer errores y capitalizarlos es sinónimo de aprender. Debemos permitirles a los niños arriesgarse y fracasar. ¿Cómo vamos a esperar que tomen riesgos en la vida, si cada vez que se equivocan los castigamos?

Imaginemos que mi hija participa de  una competencia de gimnasia deportiva. Sin esforzarse demasiado, gana. En este caso, el aprendizaje es vacío.

Imaginemos ahora que pierde. Si de ahí surge una conversación en dónde evaluamos por qué perdió, y qué puede hacer si quiere intentar ganar en el futuro. O, tal vez, aprender que sise esfuerza y persevera, mejora. O inclusive aprende que si pide ayuda, la recibe, ahí sí hay un aprendizaje. Es decir, hay un saldo positivo que la ayuda a crecer.

Este aprendizaje productivo conlleva, además, trabajar otras habilidades esenciales para la vida: pensamiento crítico, resolución de problemas, comunicación y cómo conectarse con el otro, por nombrar solo algunas.

Es decir, sin importar si el logro se produce o no, hay otro éxito para resaltar, que es la lección aprendida. El crecimiento que acompaña el fracaso puede ser más importante que el éxito en sí. Debemos capitalizar estas instancias de aprendizaje que serán, sin dudas, lecciones muy importantes para la vida adulta. Cuando logramos realizar las cosas de la mejor manera posible,poniendo absolutamente todo lo que estaba a nuestro alcance, obtuvimos éxito más allá del éxito.

Aprender de los fracasos los ayuda a ser más resilientes por lo que debemos enseñarles a los chicos a fracasar ahora para que capitalicen los fracasos. Sino, serán adultos sin perseverancia, y no creerán en sus habilidades de esforzarse para tener éxito.

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