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Carta abierta al suceder
¿Cuánto tiempo tengo, señores jueces, para hablar de mí?
antes puse “tiempo”, y antes puse “tengo”, para negarles “mi Lugar”
tal vez lo entiendan
si no buscasen lo que digo en vuestra biblioteca de cartón
…….“buscasen” y “vuestra”, como el lenguaje de sus papeles
y, aunque es mejor preguntar: “¿Cuánto tiempo de mi tiempo, me dan?”
claro: pregunto del “tiempo civil”, del que usan ustedes para administrarnos la
ciudad
porque: “el Hombre es el Tiempo”
y no me confundo al preguntarles, ustedes en sus escritos
tienen lo que yo poseía antes de venir
ustedes:
que ya sé que son los dueños de la ley, y
que por lo tanto pueden “definir lo justo”……bueno……. decidir, por definir
que pueden medir con precisión la magnitud y la cantidad, digo
ustedes que son los custodios del “patrón”
¿Cuánto Tiempo de mi Tiempo me dan?
ustedes, que son los dueños de mis gestos, de mi sonrisa y mi fastidio
del diseño de los párrafos, en castellano o en latín, en los que debo
contar, Quién soy
si,……no en el mismo tono que hablamos en mi barrio ni en mi profesión
a ustedes, que definen el modo de transitar y detenerse, en los laberintos
de la explicación
Ustedes que, seguramente, podrían explicarnos, sobre “la Parábola de la Caverna
y el Teeteto de Platón”…….2
Eso a lo que echa mano Martin Heidegger, para hablarnos de “la Esencia de la
Verdad”.
¿Cuánto Tiempo de mi Tiempo me dan?.......señores jueces, para hablar de
mí…….
(por mí hermano Fernando Videla)