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César, el cafetero de Dios que "confiesa" a metros de la Catedral de San Juan

Las privatizaciones de los 90 lo dejaron sin trabajo y probó suerte en distintos rubros hasta encontrar su lugar en el mundo en el carrito que vende casi 50 cafés por día en el corazón de la ciudad.

POR REDACCIÓN

13 de agosto de 2022

“Mi carro de café es un confesionario. Yo confieso y absuelvo los pecados de los que pasan a desayunar por acá”, afirmó César Orellano, mientras servía un vaso de café de los casi 50 que vende diariamente, a metros de la Catedral de San Juan. El hombre de 66 años contó a DIARIO HUARPE que tiene el horario cambiado por la extensa rutina que le demanda el rubro que eligió después de haberse quedado sin trabajo durante las privatizaciones de los 90. “La jubilación mía va a ser la muerte, cuando no me vean en esta esquina, la gente va a decir ‘se jubiló el César’”, agregó.

Cuando los sanjuaninos duermen en la noche, César inicia su rutina a la 1 de la madrugada. Allí, en su domicilio, este hombre prepara durante 4 horas los litros de café que repartirá entre sus termos para luego comenzar a vender minutos antes de las 6 de la mañana, cuando se instala en la esquina de Mendoza e Ignacio de la Roza, a metros de la entrada a la Catedral. Una vez instalado en esta transitada esquina que está ubicada en el corazón del centro sanjuanino, durante varias horas vende todo lo preparado hasta cerca del mediodía. El cafetero de Dios no solo tiene café para vender, sino que también cuenta con leche, capuchino, chocolate, café con leche, té, mate cocido, entre otras cosas.

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Siempre rodeado de sus clientes, así se puede observar el carrito de César en la puerta de la Catedral. Imagen DIARIO HUARPE.

Parado al lado de su carrito, vende un promedio de 50 vasos diarios. El vaso cuesta $150 si el desayuno no está acompañado, y en caso de ir acompañado, cada tortita o semita cuesta $30, mientras que la medialuna sale $50. También tiene té o mate cocido para la venta y el vasito cuesta solo $100. “Pese a que tengo un parámetro de los litros que preparo para vender, voy jugando con el tiempo, la cantidad de gente que circula alrededor, y la altura del mes, teniendo en cuenta si la gente tiene dinero. Siempre se puede calcular una posibilidad de venta, pero te das cuenta al final, cuando termina la jornada”, aseguró el hombre que lleva 26 años en el rubro.

Según las palabras de este cafetero sanjuanino, la cantidad que se puede preparar no varía mucho cuando el día está frío o si hace calor porque “el desayuno está presente todos los días, sea invierno o verano”. Al mismo tiempo, explicó de manera sonriente que el “techo” de su café “está complicado”. En invierno a la gente le cuesta un poco quedarse a desayunar, a comparación de las mañanas del verano sanjuanino. “A la hora que llego yo, sí se puede tomar el desayuno por aquí. Incluso vendo más en la temporada primavera-verano, que la de otoño-invierno”, destacó.

Este vendedor ambulante cuenta que su carro de café es un confesionario, porque además de compartir el café, mucha gente toma confianza y habla de sus problemas cuando “necesitan largar algún cable a tierra”.

“Muchos eligen este lugar porque yo presto mi oído y mi tímpano para escucharlos. Es parte de mi apostolado. Con mi trabajo he logrado entrar a muchas casas, debido a las amistades y los conocidos que he tenido acá. Tengo claro que el día que me toque partir de este mundo, lo mejor que me voy a llevar es el afecto de la gente que me lo demuestra diariamente. Es algo bonito que rescato de esto. Yo digo que el día de mi jubilación va a ser cuando me muera”, relató César con una sonrisa gigante en su rostro, la misma con la que atiende a cientos de sanjuaninos todas las mañanas, de lunes a viernes.

Basta con solo observar durante unos minutos su puesto, para ver la confianza y el buen trato que mantiene César con sus clientes, incluso alguno de ellos se sirven o eligen solos la semita o medialuna que va a acompañar el desayuno preparado por el cafetero de Dios. Al ser consultado por la clave de su café, el hombre dijo que cuenta con un solo valor agregado que lo distingue del resto… amor. “Todo lo que se hace con amor, sale bien porque está hecho de esa manera. Estoy seguro”, sostuvo.

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César cuenta con clientes fijos con los que mantiene una gran confianza. Imagen DIARIO HUARPE.

Viudo, padre de 4 hijos, uno de ellos viviendo fuera del país, y abuelo de 4 nietos, César contó que a mediados de los 90 se quedó sin “laburo” cuando trabajaba en el Correo Argentino a causa de las privatizaciones del Gobierno que encabezaba Carlos Menem. Fue así como empezó a buscar una nueva manera de ganarse sus “mangos” probándose en distintos rubros porque la única plata que obtuvo en su vida, “fue trabajando”.

“Arranqué en la madrugada y cargaba unos termos aquí en mi pecho. El primer día vendí un solo café, el segundo fueron dos y me encontré con amigos del correo que me recomendaron ir por un turno. Los muchachos me dieron una mano, arranqué con 5 cafés y después de un mes ya tenía 40 termos. Cuando vi que podía vivir de esto, directamente lo elegí y me quedé”, comentó. 

De esta manera, Cesar desempeñó su oficio de cafetero en estos 26 años, donde fue rotando por distintos sectores de la provincia hasta llegar a la esquina de la Catedral que hoy lo cobija en sus horas de trabajo. “Primero empecé haciendo un recorrido, pero cuando uno va al cliente, tiene que tener un cuadernito Gloria al lado. Podía llegar a vender 500 cafés, fiaba 400 y me traía la plata de solo 100. No era negocio”, señaló. Por eso opto por quedarse en un solo lugar, ya que la gente va con plata en el bolsillo a comprar sin pedir fiado.

El trabajo como nexo para ayudar

César saca a relucir su orgullo porque siempre se ha mantenido pegado a la gente porque se considera parte de ellos. “Es más seguro que un pobre ayude a otro pobre, entre nosotros nos damos una mano. Me gusta usar este trabajo como nexo para ayudar”, afirmó, al tiempo que puede relatar varias anécdotas vividas en estos 26 años de oficio.

El hombre contó que mantiene una relación muy estrecha con Walberto Allende, quien hoy ocupa su banca en la Cámara de Diputados de la Nación. “A Walberto lo conozco desde que era intendente en 9 de Julio. Cuando estuvo en Desarrollo Humano pude ayudar a muchos clientes gracias a esa relación que tenemos. Cada tanto viene a tomar algún café por acá y solemos bromear o debatir de la realidad del país”, comentó. Sillas de ruedas, muletas, entre otras cosas más, son algunos de los elementos que pudo brindar para dar una mano a alguno de sus clientes cuando estos lo necesitaron.

En esa misma línea destacó al dueño de una importante óptica de la provincia. “Hace poco una persona vino a desayunar con una receta de que debía usar anteojos, pero no tenía como pagarlos. Vino el dueño de Científica Cuyo y me dijo Cesar, ‘yo le regalo los lentes’. Trato de aprovechar esas relaciones que he hecho para poder solucionar algunos problemas, siendo un nexo de la gente”, cerró el cafetero de Dios.

Con un vaso en la mano, y los termos dentro de su carrito, es la imagen que más se repite al transitar por la puerta de la Catedral. Imagen DIARIO HUARPE.

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