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Daiana Rosenfeld propone todo un viaje sanador a partir de "Mujer medicina"
POR REDACCIÓN
06 de noviembre de 2019
El documental Mujer medicina que mañana llega a salas locales para mostrar la experiencia de Fedra Abrahan en el Amazonas peruano para seguir explorando las curaciones a partir de plantas, implica para su directora y guionista Daiana Rosenfeld un viaje sugerente y sutil que no sea etnográfico ni estigmatizante. La película surge por un camino y una experiencia personal de trabajar con ceremonias, rituales y plantas y tomando como referencia la historia de Fedra que es mujer medicina, relata Rosenfeld durante una entrevista con Télam. La cineasta que anteriormente estrenó El Polonio (2011) y Los ojos de América (2015) -ambos codirigidos con Aníbal Garisto- y Salvadora (2017), puntualiza que me propuse que esas experiencia en el Amazonas peruano no tenga carácter etnográfico sino que muestre cómo los occidentales nos acercamos allí. En esa aproximación resulta central en el relato la labor sanadora de Abrahan, quien lleva siete años realizando esos viajes y trasladando esa sabiduría ancestral a la ciudad, aunque esta vez atraviesa, además, el duelo por la muerte de su padre realizando diversos rituales de sanación, limpieza y purificación con ceremonias y ayunos. Pero más allá de ese eje, Daiana cuenta que hice dos viajes largos sola al Amazonas y me conecté con las comunidades conocidas como los guardianes de la aguayasca, por eso siento que es mi película que más pasé por el cuerpo ya que estoy en un viaje de ida que no tiene fin y es muy gratificante. En busca de otros tópicos sobre los que apoyar Mujer medicina, la artista, de 34 años, apunta que la decisión fue tratar estos procesos con respeto y cuidado y construir una historia. Ya que abordamos un tema que parece estar en el orden de lo misterioso, la opción elegida fue ir a lo pequeño para hablar sobre estas prácticas, abunda Rosenfeld. El ingreso a ese universo se da de la mano de Mateo Arévalo y Yatiri Cohaila, dos curanderos de la región que trabajan con plantas maestras, entre ellas la ayahuasca, en ceremonias grupales a las que pudo acceder con su cámara como fruto de un proceso que se inició a finales de 2016, se filmó en el verano de 2017 y acaba de terminarse, al filo de su estreno comercial. Sobre ese aspecto del filme de 71 minutos duración, su hacedora especifica que quise contar un proceso de sanación como una cosa alternativa y un proceso espiritual. Busqué un modo simple y profundo de reconectarse con ese mundo espiritual y de transformación. Y en esa misma cuerda, subraya que en la película se trata a las plantas con el respeto que merecen y como una herramienta para la sanación que no tiene que ver con su carácter como drogas. Para la responsable de la serie documental Libertarias que cuenta la historia de cuatro mujeres anarquistas de fines del siglo XIX y principios del XX (Virginia Bolten, Juana Rouco, Iris Pavón y Ana Piacenza) y que se estrenó en junio por Canal Encuentro, la propuesta de Mujer medicina pasa por lo sutil del espíritu del ser humano. De cara al estreno del largometraje en el Gaumont porteño y funciones en salas de Salta, Tucumán, Jujuy, Tilcara, Formosa, La Plata y Córdoba, confiesa que estoy haciendo un ejercicio interno muy fuerte para que llegue a donde tenga que llegar en este momento tan complicado para el cine argentino. Rosenfeld sostiene que pese a lo distinta que es Mujer medicina del resto de sus documentales hay algo en lo que hago que tiene que ver con el arquetipo de lo femenino que es algo con lo que me gusta trabajar. Hacer películas a partir de mujeres no es algo que esté pensado -revela- pero hay algo que es muy interesante para mí porque cada vez que pienso en hacer otro tipo de proyecto en que no hay una mujer implicada, no puedo llevarlo a cabo. Y en relación al auge del feminismo y sus temáticas, la realizadora considera que es algo que está buenísimo porque empezó a emerger algo que siempre estuvo y toma más fuerza. Es un proceso de deconstrucción que está empezando a contagiar y que espero ayude a mostrar asuntos que están invisibilizados desde el siglo XIX.
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