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Provinciales > Deporte para crecer

Daniel Cardozo, el jardinero que siembra sonrisas en Chimbas y Rivadavia

Tiene una escuelita de fútbol y un comedor que asiste a 200 chicos de esos departamentos, donde reciben hasta apoyo escolar.

29 de noviembre de 2021

Daniel Cardozo no oculta su gratitud al recibir algo que, en su experiencia de vida, es un regalo del día a día: “Esas sonrisas me llenan el corazón. Son impagables. Cuando recibís eso te llenas de felicidad” dice a DIARIO HUARPE mientras una decena de chicos corre tras una pelota en la canchita que tienen en un terreno prestado.

Tiene 37 años y es jardinero. Hace ya 17 años atrás dejó su natal Buenos Aires y hoy está al frente de la escuelita de fútbol Defensores de San Antonio, ubicada en calle Benavidez y Martin Fierro en el límite de Chimbas y Rivadavia, y que acoge a casi 200 chicos de entre 6 y 17 años. Pero Daniel no solo le da la oportunidad a los niños y niñas de la Villa San Antonio y sus alrededores a crecer a través del deporte. Es que, en su casa, también funciona su comedor, "Manos Unidas", que da merienda y cena a los niños y a todo el que se acerque a buscar un plato de comida.

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La escuelita de Defensores de San Antonio recibe a chicos de 6 a 17 años. Foto: Gonzalo Medina / DIARIO HAURPE

"Un día un chico se desmayó mientras estábamos jugando un partido. Cuando nos acercamos y le preguntamos si estaba bien y si había comido nos dijo que no. Y ahí pensé 'como puede ser que un chico no desayune' y ahí empezó todo", recuerda. Es que él sabe mejor que nadie lo difícil que a veces pueden ser las circunstancias de cada niño y niña que se acerca hasta el pequeño club barrial al aire libre. Crecido bajo circunstancias difíciles en Moreno, provincia de Buenos Aires, llegó a la provincia en 2004 y se asentó en La Bebida. Allí comenzó con su labor solidaria y conoció a Marta, su esposa, con quien tuvo cinco hijos, hoy de 16, 14, 12, 4 y 2 años. Luego se mudaron a Chimbas.

"Pedimos este terreno prestado y empezamos la escuelita. Tratamos de que los chicos estén haciendo recreación y no en la calle haciendo cosas que no deben hacer. Historias de vida de chico me llevan a que esto sea así. He pasado situaciones de calle, he vivido en institutos y hogares de tránsito y tomé la iniciativa de hacer esto y sacarlos de la calle a través del deporte", cuenta con optimismo.

En el comedor, también funciona un ropero comunitario, dan clases de apoyo escolar, llevan un cine móvil y, cuando se puede, sacan a los chicos de excursión para que vean otra realidad fuera del barrio. "Tengo mucha ayuda de los vecinos, mamás, papás y los chicos mismos. Amigos con negocio que me ayudan y gracias a Dios tengo a mucha gente que me está dando una mano. Mucho de lo que gano lo volcamos acá", reconoce.

La escuelita lleva el nombre del barrio que la vio nacer, la Villa San Antonio, en el limite de Chimbas con Rivadavia. Foto: Gentileza

Dado que la cancha donde juegan no tiene vallados, Daniel tiene claro donde destinará el dinero del premio. "Acá tenemos dos peligros importantes: la calle y el canal Benavidez. Queremos poner telas para que las pelotas no se vayan a la calle y los chicos no se acerquen al canal. También, invertir parte de eso en lo que haga falta para el comedor", expresa.

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Daniel tiene experiencia. No le cuesta ponerse en los zapatos miles de chicos de San Juan y el país que hoy pasan por necesidades. Por eso sabe, mejor que nadie, que un plato lleno y una sonrisa valen el trabajo de cada día.

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