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Desesperado pedido de los fieles de la Difunta Correa para visitar su santuario

Cientos de creyentes piden su apertura para poder cumplir sus promesas.

17 de noviembre de 2020

Una especie de santuario virtual se erige en algún rincón de una red social. Allí, cientos de fieles dejan sus suplicas y ruegos, así como disculpas, por no poder visitar ni dejar ofrendas a la mítica figura sanjuanina, popular en el imaginario argentino: la Difunta Correa.

Cientos de fieles dejan sus mensajes de dolor y quejas por no poder visitarla a causa del cierre del santuario ubicado en el kilómetro 180 sobre Ruta 140 en Caucete, lugar que cada año convoca a miles de personas. Fue a partir de la pandemia que los fieles quedaron a la merced de su promesa, la cual no pueden cumplir, o la angustia de no poder rendirle culto en sus visitas o alumbrándole con velas.

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Pedidos de trabajo, salud, ruegos por familiares en estado crítico o moribundos y, también, enfermos de coronavirus. A pesar de no poder demostrarle su devoción en persona, lo siguen haciendo a través de las redes.

“Ya llevo mucho tiempo sin poder ir a visitarla y es muy triste la situación de no poder llegar al santuario y cumplir su promesa…ya llevamos mucho tiempo”, cuenta Romina Castro, de 31 años, que adorna su portada de Facebook con una imagine de la “difuntita”, la más clásica, con un haz de luz descendiendo sobre su pecho mientras amamanta a su hijo. “Yo hace varios meses tengo que ir a visitarla porque le hice una promesa con mi mamá”, relata angustiada.

La historia de Romina es como la de muchos. Sufrió un accidente y tuvieron que operarla de la rodilla por luxación y rotura de daño de tendones, operación que salió mal por lo que volvieron a intervenirla. Tras la promesa y sus visitas al santuario, la segunda cirugía, según cuenta ella, salió bien y gracias a eso pudo volver a caminar después de un año.

“Yo tengo mucha fe en ella y siempre que le pedí, me ayudó. La última vez que fui fue antes de la cuarentena para pedirle poder recuperar mi vida porque no podía trabajar así”, relata Romina, que vive con su madre en Pocito, quien también es fiel y, según dice, hizo una promesa que espera por cumplir. “Mi mamá tiene 51 años y tiene una enfermedad que le impide trabajar y hace cinco años estaba tramitando su pensión. Prometió ir a visitarla si le salía, y así fue”, dice con fe.

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Aún no hay fecha confirmada para el regreso de las visitas, que las caules viven la tiendas en el paraje.Foto: Gentileza.

Es sabido que la “difuntita”, como se la conoce entre sus fieles, trasciende fronteras. Es común ver en esas escaleras serpenteantes y custodiadas por la cera de las velas, chapas y patentes de distintas partes del mundo. Es así que desde el vecino país Chile, una santiagueña espera con ansias venir a visitarla. “Llegué a ella porque una compañera de la universidad me contó hace muchos años que se encomendó a ella y le cumplió. Acá en Chile es conocida, de hecho, camino a mi trabajo hay un grutita para ella”, describe Elisabeth Pinto, de 40 años, empleada de la salud y trabajadora social quien le prometió visitarla una vez al año cada cinco años luego de una dura situación familiar. “Es un agrado estar en grupo de la difunta y ver que nos apoyamos en la fe hacia ella, yo soy muy creyente de ella y de San Expedito (…) tengo planes de viajar en 2021 dependiendo como ande el tema de la pandemia”, comenta a DIARIO HUARPE.

Pero, ¿qué sucede en el santuario? Como la mayoría de los lugares turísticos y de fe que convocan a cientos de personas, la Difunta Correa y sus alrededores permanecen cerrados al público y custodiados por las autoridades policiales bajo estrictas órdenes sanitarias y aún no hay información certera de cuándo estará abierto a los fieles nuevamente. Eso sí, el pedido es unánime: que vuelva abrirse a como dé lugar.

“Que se abra aunque sea con protocolo y distanciamiento social aunque sea, que habiliten el santuario”, ruega Romina desde Pocito. Desde Santiago de Chile, Elisabeth pide lo mismo: “Que permitan tener acceso a ella, en tiempos de pandemia queremos cumplir con nuestras promesas y seguir encomendándonos a ella, debemos aprender a vivir con esta pandemia”, pide desde el otro lado de la cordillera.

De momento, Deolinda Correa deberá adaptarse a la nueva “normalidad” de sus fieles.

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