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Cultura y Espectáculos > CINE

El centro porteño escribe el epílogo de su histórica relación con el cine

POR REDACCIÓN

15 de diciembre de 2019
Hasta avanzada la década del 80, es decir por casi un siglo, la calle Lavalle, entre Florida y Carlos Pellegrini, llegó a albergar más de una veintena de salas cinematográficas; sin embargo, desde entonces fueron cerrando una tras otra, casi todas, llegando a la actualidad a solo una con las mismas películas de los shoppings, lo que habla del epílogo de su histórica relación con el cine. La calle Lavalle, que supo ser un lugar a donde matrimonios, jóvenes parejas y familias se acercaban los fines de semana a festejar la experiencia del cine, es actualmente un espacio donde el movimiento lo generan algunas pizzerías, un puñado de bares, templos pentecostales, gimnasios, farmacias y galerías tipo las del barrio de Once o La Salada. Más allá de lo inseguro qué significa transitar por allí, sigue siendo un lugar que concentra escenas singulares, según las últimas múltiples inmigraciones, ya que se pueden ver desde vendedoras de arepas, cargadores de celulares o africanos, que se recortan por su singular altura de Globe-Trotter y rápidos reflejos por estar en tres lugares a la vez con ese "no se sabe qué" sí están vendiendo cosas a escondidas o simplemente pidiendo una moneda para comer. En 1960 Fernando Ayala, según una idea aportada por David Viñas, llevó al cine "Sábado a la noche cine" una película en la que de alguna manera se volcó aquella pasión qué la gente tenía en esos viejos tiempos por el ritual, cuando los viernes y sábados por la noche la calle Lavalle era el lugar para ver la predilecta esperada y luego trasnochar en alguna pizzería o restaurante de la zona. Desde Florida hasta Pellegrini las salas se denominaron Luxor (ahora galería), el Arizona, el Océan y el París (locales), el Monumental que sigue vivo, el Ambassador (ex galería, cerrado), el Trocadero (galería), el Electric qué pudo haber sido el primero (gimnasio), el Hindú y el Sarmiento (primero bingo y ahora locales), el Paramount y el Normandie (locales) el imponente Atlas (en su primer edificio Metropol) y en el último tramo el Select Lavalle (una farmacia), el Renacimiento (luego Beta y Concorde, ahora gimnasio) y finalmente Además, los expertos de la Policía de la Ciudad también buscaban pistas en los videos de las cámaras d fue traslado su hijastro que sufrió el Anillo Digital.el Iguazú, que como el Atlas devino templo pentecostal. De todas esas salas solamente sobrevive la art decó del Monumental convertido en Multiplex, que en sus primeras décadas de existencia supo ser un auténtico palacio del cine argentino, al igual que, en la conocida como Galería Corrientes Angosta, un subsuelo, con microcines para "cine condicionado". Las de sus calles transversales siguieron igual destino de abandono, conversión o piqueta, como el porno ABC, el Real, cercano al Maipo, ahora estacionamiento, en la calle Esmeralda, el Suipacha luego Tita Merelo, abandonado, el Cinema Uno (demolido) y el Biarritz, (depósito), al igual que el Ideal ahora también porno, cruzando Corrientes, todos sobre la calle Suipacha. La peatonal Florida, que supo tener al homónimo Florida, al "de arte" Auditorio Kraft (ocasionalmente reducto de pastores) y enfrente, en las Galerías Pacífico, un puñado de salas (cerradas), tampoco tiene más cines. Corrientes también ha sufrido la pérdida de casi todas sus salas, desde San Martín hacia Callao y un poco más, desaparecieron el Rotary, el subterráneo Rose Marie (demolido), el Tabarís, que luego de ser cabaret pasó a ser Royal (ahora teatro), los lujosos Opera y Gran Rex, el Plaza y el Adán, frente al Teatro El Nacional, y por Carlos Pellegrini, el fugaz paso de los Maxi 1 y 2. Subiendo por Corrientes del otro lado de la 9 de Julio, en Cerrito, el Metro que cambió de rubro (tango for export), el Broadway y el Lorange, son teatros, igual que el Loire, el Lorraine qué fue escuela de la cinefilia porteña en la década del 60 (luego Lorena y ahora librería), el Premiere (ahora teatro), y al 1500 sobreviven el Lorca y la Sala Lugones, en lo alto del Teatro San Martín. Más arriba de la calle que en otra época nunca dormía también desaparecieron el Losuar (luego librería y lomitería), el Los Ángeles dedicado a Disney (en la platea un fast food y en la parte superior teatro) y el Alfil (luego teatro y disquería ahora cerrada) mientras que cruzando Callao y tras un largo periodo de cierre total reabrió parcialmente el Cosmos, ahora de la UBA. Por suerte, parece inminente la reapertura del Cine Arte en Diagonal Norte y 9 de Julio, un hecho que incluso festejó Thierry Frémaux, director artístico de Cannes en su reciente visita a Buenos Aires, que apostó una vez más por el cine en el cine, una idea que ojalá siga viva por mucho tiempo más.
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