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El coronavirus demoró el sueño de Miguel Chirino de consagrarse diácono frente a su pueblo de Santa Rosa

Tenía prevista su ordenación para la fecha de la fiesta de la patrona del departamento que lo vio nacer, pero esto no podrá hacerse. 

30 de agosto de 2020

“Ordenarme en 25 de Mayo es para mí una ofrenda para mi pueblo, un momento que quiero compartir con mi gente”, aseguró Miguel Chirino, un veinticinqueño de 40 años que iba a ordenarse diácono durante la fiesta en honor a Santa Rosa de Lima.

Miguel esperaba con ansias el momento de poder ordenarse frente a su comunidad, pero la pandemia de coronavirus obligó a suspender sus planes. Todo estaba previsto. La idea era que el 28 de agosto pudiera ordenase como diácono, el paso previo para ser finalmente sacerdote.

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Después de esta ceremonia en la que iban a participar todos sus familiares y buena parte de la comunidad que lo vio crecer, este domingo 30 el futuro diácono hubiera podido predicar durante la ceremonia para festejar a Santa Rosa de Lima, la patrona del departamento y de América Latina.

Todo esto que estuvo planificado y soñado durante mucho tiempo no se pudo concretar a causa de los estrictos protocolos de Fase 1 de cuarentena para prevenir los contagios del coronavirus.

Chirino se encuentra realizando labores designado por la Arquidiócesis de San Juan en la parroquia de Andacollo en Chimbas, pero visita regularmente su casa paterna.

Explicó que nació y creció en 25 de Mayo. Compartió su tiempo entre la casa familiar de Las Casuarinas y en Santa Rosa donde su familia es dueña de la farmacia que existe frente de la plaza veinticinqueña.

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"En mi departamento todos me conocen, todos me dicen Miguelito, más allá de que algunos de a poco comenzaron a llamarme padre ya que saben que estoy a un paso de ordenarme diácono. Igual a mí me gusta que me digan Miguelito, yo soy parte de la comunidad", aseguró el hijo menor de los farmacéuticos del pueblo.

Sobre su vocación, Miguel relató que, en un principio, comenzó estudiando Abogacía y que le iba bastante bien, pero que en un momento dado se dio cuenta de que él no se veía siendo abogado.

"Llevaba una vida totalmente normal como la de cualquier hombre: estudiaba Derecho, tenía una novia con la que inclusive hablamos de casarnos, pero siempre sentí que algo me faltaba", reconoció.

En este proceso de autodescubrimiento lo primero fue sincerarse y terminar separándose de su pareja. "Ella vivía en otra provincia, nos despedimos bien. Ella siempre supo que algo hacía que la relación no avanzara. Nunca más supe de ella", relató Miguel.

El siguiente paso fue encontrarse realmente con su decisión de ser sacerdote. Tenía 30 años cuando un día se paró frente a sus padres y les dijo que quería ser cura. "Yo temía que mis padres se molestarán, que no pudieran afrontar la decisión. Pero mi padre me miró a los ojos y me dijo 'por fin hijo, por fin te decidiste'", recordó entre risas.

Miguel reconoce que sus padres se dieron cuenta de su llamado a ser un hombre de fe desde siempre. "Es que desde chico yo siempre participé de la vida religiosa en mi comunidad, siempre estuve presente en la iglesia. Es más, desde chico presencié la construcción del actual templo que está frente a nuestra plaza principal", resaltó.

El futuro diácono aseguró que no cree que sea posible que la Diócesis local lo mande a trabajar a su departamento. Igualmente, dijo que le parece mejor así ya que él desea volver a su pueblo como uno más.

"Siempre volveré a visitar mi lugar, siempre seré parte de la comunidad de 25 de Mayo. Hay gente que cree que el desierto veinticinqueño es un castigo, pero para mí es un lugar en el que me siento aún más cerca de Dios".

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