POR REDACCIÓN
14 de enero de 2020
El mariscal libio Jalifa Hafter abandonó Moscú hoy sin firmar el acuerdo de alto el fuego permanente promovido por Rusia y Turquía que apuntaba a ponerle fin a la ofensiva militar lanzada por jefe del Ejército Nacional Libio que amenaza con agravar la situación del país del norte de África. "El mariscal Hafter se marchó de Moscú. No firmó el acuerdo" dijo una fuente extraoficial libia a la agencia oficial rusa de noticias RIA Nóvosti. De esa manera se conoció inicialmente el fracaso de las negociaciones celebradas en Moscú para acordar una tregua duradera entre Hafter y el jefe del Gobierno Nacional (GNA) libio, reconocido por la ONU, Fayez al Sarraj. Posteriormente, el propio canciller ruso, Serguei Lavrov, confirmó la caída de las negociaciones cuando respondió con un escueto "sí" a la consulta periodística sobre si el líder del LNA había vuelto a Libia sin firmar el acuerdo de alto el fuego permanente. En contraste, también ratificó que el documento de "alto el fuego permanente" sí fue firmado por Al Sarraj y por el presidente del Consejo Supremo de Estado, Jaled al Mashri. "Continuaremos los esfuerzos en ese sentido; de momento no se ha alcanzado un resultado definitivo" señaló Lavrov en una rueda de prensa posterior a las reuniones diplomáticas que buscaban sentar las bases de un arreglo político al conflicto armado en el país norteafricano, según recoge la agencia RIA Nóvosti. Lavrov señaló que Rusia busca ahora unir todos los esfuerzos con otros socios claves para que las partes libias enfrentadas se pongan de acuerdo y cesen las hostilidades. "Todos los esfuerzos que los europeos están haciendo ahora, incluidos los alemanes, franceses e italianos, los esfuerzos que están haciendo los vecinos libios, Argelia, Egipto, así como los Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Qatar y Rusia, queremos unirlos y alentar a todas las partes libias a ponerse de acuerdo y a no seguir resolviendo sus diferencias por la fuerza", dijo. Durante los primeros días de enero, el mariscal Hafter lanzó una nueva ofensiva sobre la estratégica localidad costera de Sirte, vital para la seguridad de la ciudad-estado de Misrata y clave para una eventual conquista de la capital Trípolli, sede del gobierno de Al Sarraj. Situada a 400 kilómetros al este de Trípoli y cuna del depuesto líder Muammar Kaddafi, Sirte es desde entonces la muralla que impide el avance por la amplia ruta de la costa hacia el oeste de las tropas del mariscal Hafter, que dominan el este del país, la mayor parte del sur, algunas zonas occidentales y la mayor parte de los recursos energéticos. Escenario del asesinato de Kaddafi, apaleado por los rebeldes tras ser hallado escondido en el interior de una tubería, en 2015 fue conquistada por la trama libia de la organización extremista global Estado Islámico (EI), que la convirtió en su bastión más al oeste. El gobierno sostenido por la ONU conserva el apoyo político y económico de la Unión Europea (UE) y el militar de Turquía, Catar e Italia, en tanto que Hafter cuenta con el respaldo de Arabia Saudita, Egipto y Emiratos Árabes Unidos y Rusia. El jefe de la diplomacia rusa consideró además que los libios se "beneficiarían" si el país se convirtiera en "una segunda Siria", en referencia al proceso de "estabilización" que Rusia asegura está en curso en la nación árabe tras casi nueve años de guerra. Pero, sostuvo, la condición de Estado de Libia fue liquidada en 2011 por la OTAN con sus bombardeos, y "hasta ahora sufrimos las consecuencias de esta acción ilegal, criminal, en primer lugar los propios libios".
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