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Cultura y Espectáculos > A un año de la muerte

Guido Iribarren, el poeta y locutor sanjuanino que armaba imágenes con palabras

Además de su carrera como locutor y periodista, formó parte de Cielo Raso, un movimiento literario que promovió la autogestión.

09 de agosto de 2020

La cadencia de la voz de Guido Iribarren era parte de su identidad, la forma en la que describía las calles y las costumbres sanjuaninas estaba impregnada de nostalgia y cada vez que hablaba era como viajar a un tiempo que no volvería. El zonda, las calles de tierra, los tangos y las tonadas no faltaban.

Su pelo canoso y sus gestos acompañaban sus recitados en el calor de su vida íntima y actos públicos. Trabajaba con las palabras, era parte de una generación en que el paisaje conformaban su poética, su propio lenguaje muy cercano a los movimientos modernistas de la época.

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Guido Iribarren, conocido como el “Poeta de las diagonales”, fue también periodista, locutor y escritor. Este domingo se cumple el primer aniversario de su fallecimiento causado por un incendio en su casa de Trinidad, en Capital.

El 30 de octubre de 2019, la municipalidad de Capital colocó una placa en la plaza Aberastain como homenaje para los integrantes del club literario “Cielo Raso”, al que perteneció Guido junto con Hilda Urbieta, Carlos Quinteros y David Temiño, grupo que impulsó un espacio para generar la circulación y producción de literatura en San Juan desde otros lugares.

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Respecto a la obra de Iribarren se preserva un poco, algunos ejemplares se encuentran en la biblioteca de la Legislatura. Por esta situación, DIARIO HUARPE consultó a Damián López, licenciado en letras, docente de la UNSJ y editor, que entre los libros que editó con Elandamio Ediciones, recopila y preserva autores como Carlos Guido Escudero.

“La revalorización de la obra siempre ha sido escasa y la producción también. La actividad del escritor estaba más relacionada con el acto de escribir y leer, que con el de publicar. Por eso hay tan poco material, además de la falta de estructuras que mantuvieran esa práctica”, dice Damián.

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Allá por los '60, aquel grupo literario andaba repartiendo sus obras, pero de manera artesanal, ilustrando sus propios textos. “En Cielo Raso se nos adelantaron como 50 años en lo de las publicaciones autogestivas. Editaban plaquetas y las repartían porque tenían una mirada muy social. El arte no era una práctica que sólo abarcaba lo estético, tenía un componente más social, por eso se autoeditaban y repartían los trípticos o plaquetas de poesía a la gente. Se difundían ellos mismos”, afirma López.

Guido Iribarren fue el puente entre generaciones porque supo compartir las experiencias que vivió en sus más de 50 años de carrera, le hablaba a los jóvenes e impulsó la lectura como la mejor técnica para ser mejor escritor y periodista.

Hay una generación que lo mantiene en su recuerdo como una voz familiar, como un constructor de paisajes pero desde la palabra, porque su voz y sus letras pasaron por Canal 8, diario la Tribuna, Radio Colón y Estación Claridad. Iribarren forma parte del inconsciente colectivo local. Pero la generación que nació después de los '90 no debe olvidarse que hay orígenes y que son desconocidos, pero no por eso deben ser olvidados. Guido junto con los demás escritores de Cielo Raso son fundadores de un movimiento que continúa en conflicto en la provincia.

En el Acuerdo San Juan, referentes del sector editorial y literario dejaron en sentada la necesidad promover la recuperación y preservación del patrimonio intangible que representa la literatura local, una parte de la identidad cultural de los pueblos. Para que el legado de Don Guido, ni el de tantos otros, no se pierda y no pueda sostenerse en la memoria.

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