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La novela "Los errantes" de Olga Tokarczuk será publicada en la Argentina

POR REDACCIÓN

10 de octubre de 2019
La novela "Los Errantes" de la ganadora del Premio Nobel 2018 Olga Tokarczuk, novelista, cuentista y ensayista, será publicada próximamente en la Argentina, editada por Anagrama, que adelantó las primeras páginas del libro. Elegida por la Academia Sueca por una "imaginación narrativa" que "representa el cruce de fronteras como forma de vida", Tokarczuk (Sulechów, 1962) escribió esta novela presentada como "un libro inquieto e inquietante, hecho de 'historias incompletas, cuentos oníricos' subsumidos en un libérrimo cuaderno de viaje a base de excursos, apuntes, narraciones y recuerdos que muchas veces tienen como tema el viaje mismo". En la trama, un personaje tendrá que enfrentarse a la desaparición de su esposa y su hijo, y a su reaparición enloquecedoramente enigmática; otra protagonista es una mujer llamada Annushka, obsesionada por comprender los incomprensibles juramentos que profiere una pedigüeña, mientras que otro es el anatomista Philip Verheyen, que escribía cartas a su pierna amputada y disecada. A continuación, el adelanto del comienzo de la novela, difundido por la Editorial Anagrama: "AQUÍ ESTOY Tengo pocos años. Estoy sentada en el alféizar, a mi alrededor hay juguetes esparcidos por el suelo, torres de cubos derrumbadas, muñecas de ojos saltones. La casa está a oscuras, en las estancias el aire, poco a poco, se enfría, se debilita. No hay nadie; se han marchado, han desaparecido, cada vez más tenues se pueden oír todavía sus voces, su arrastrar de pies, el eco de sus pasos y alguna risa lejana. Al otro lado de la ventana el patio aparece desierto. La oscuridad se desliza suavemente desde el cielo. Se posa sobre todas las cosas como un negro rocío. Lo más molesto es la quietud: espesa, visible; el frío crepúsculo y la luz mortecina de las lámparas de vapor de sodio que se sumerge en la penumbra apenas a un metro de su fuente. No ocurre nada, el avance de la oscuridad se detiene ante la puerta de casa, el vocerío del eclipse se desvanece. Se forma una espesa tela, como la de la leche al enfriarse. Los contornos de las casas, con el cielo como telón de fondo, se alargan hasta el infinito, perdiendo sus ángulos agudos, bordes y aristas. La luz que se apaga se lleva el aire: no hay nada que respirar. La oscuridad penetra en la piel. Los sonidos se han enroscado y han echado para atrás sus ojos de caracol; la orquesta del mundo se ha ido alejando hasta desaparecer en el parque".
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