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Anécdotas de muertos en los cementerios sanjuaninos

Hay varias historias de los lugares donde descansan en paz las personas que fallecieron. Desde “La novia blanca” hasta “La cajita de música” fueron algunos de los relatos que pudo recopilar DIARIO HUARPE en un recorrido por las necrópolis de la provincia.

02 de noviembre de 2019

En el Día de los Muertos (festejo en México) y en el Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos, decenas de historias y anécdotas escalofriantes rondan por los cementerios de San Juan, aunque varias personas no crean o no hayan visto un fantasma o una imagen sobrenatural. Los sectores de nichos y las centenares de fosas guardan secretos que solo pocos admiten conocerlos, pero a veces prefieren el silencio para no ser tratados como “locos”.

En un recorrido por las necrópolis de San Juan, este medio pudo recopilar una serie de relatos que salieron de los cementerios de Rawson, Pocito y Caucete: desde “La novia blanca” hasta “La cajita de música” que no paraba de funcionar.

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En el primer cementerio surgieron varias anécdotas que contó una persona que trabaja en el lugar hace 30 años. En el San Miguel el empleado municipal (en la nota será identificado con la inicial M. ya que prefirió no ser nombrado) relató la historia de “La novia blanca”, “Los niños que juegan” y “La cajita musical”.

M. dijo que una señora le reveló haber visto a una mujer con un vestido de novia, pero él nunca vio nada. Al parecer, en el cementerio “hace varios años sepultaron a una mujer que se quitó la vida después de ser dejada en el altar o que murió antes de casarse”. Cerca del nicho donde está “La novia blanca” saben ver el espectro rondando de día y de noche.

Sentado en un banco ubicado bajo las sombras que daban los árboles, el panteonero comentó otra historia más escalofriante. Empleados del cementerio y visitantes escucharon voces y ruidos de niños jugando en más de una oportunidad en los sectores 9. 2 y 1. 8. Dicen que corresponden a unos amigos de entre 9 y 11 años que venían de jugar a la pelota y fueron atropellados por el tren en la década del 80 en inmediaciones de República del Líbano y Lemos.

Las voces de los niños se siguieron escuchando a pesar de que la mayoría de las familias de las víctimas se llevó sus cuerpos a otros cementerios. Según una empleada del cementerio rawsino solo quedaron los restos de uno. Justo en esa zona donde se encuentra el cajón, los ruidos aún persisten.

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Por último M. contó la leyenda de “La Cajita de música. Una mujer encontró en un nicho el objeto y le llamó la atención porque estaba funcionando. De inmediato llamó a un cuidador por la situación. Cuando ambos llegaron al lugar no escuchaban más la música de la cajita, pero se asustaron al ver que la manivela comenzó a moverse sola y la canción empezó a sonar de vuelta, relató el hombre, empleado del cementerio de Rawson.

Otras historias se conocieron de las necrópolis de Pocito y Caucete. En el primero, un hombre de apellido Fernández encontró a un duende y lo retuvo por una semana, según contó en el 2009. En Caucete es conocida la anécdota de “Los caramelos en el piso”. Un panteonero encontró las golosinas en suelo dejadas de tal forma que formaba un camino a los nichos de unos niños.

Es común encontrar indicios de que hubo brujería en todos los cementerios. Más de una vez se vieron velas rojas, negras y gallinas con el cuello cortado. Esto y las leyendas hacen de los cementerios lugares escalofriantes donde algunas personas quieren seguir yendo a pesar de lo que escuchan o ven y otras prefieren no volver.

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